La noche con Los Friends había marcado un antes y un después en mi relación con ellos. Antes nos hablábamos de vez en cuando en clase, pero desde ese día me habían acogido tanto a mi como a Denna en su grupo.
Al día siguiente, pasado el medio día, despertamos todos con fuertes dolores de cabeza y en distintas partes del cuerpo debido a las incómodas posturas en las que nos habíamos quedado dormidos, pero Juanjo bajó los restos de pizza que habían sobrado y pastillas para la resaca y acabamos también pasando la tarde en juegos de mesa y risas
De eso hacía ya una semana. Era 30 de diciembre. En mi familia, las navidades se celebran todos los días, por lo que todos los días hay alguna reunión familiar a la que asistir, así que no era raro que alguno de mi familiares se presentara en casa sin anunciar.
Bajé las escaleras y me encontré a mi madre en la cocina con mis tías, hablando de cotilleos del barrio y a veces quejándose de la vagancia de mis primos y mia y de mi hermana
-Ay, Violeta, que guapa vas hija- Saltó una de mis tías, María, cuando me acercaba a ellas
-Uy, uy, ¿A dónde vas tan arreglada?- Mi otra tía, Isabel, le siguió el juego con una expresión pícara
-A dar una vuelta con mis amigos- Respondí con una sonrisa pequeña
-Ya, claro, con tus amigos. ¿Y entre esos amigos no habrá ningún amiguillo especial?- Preguntó mi tía Isabel con la misma expresión pícara
-Que va, que va- Negué con las mejillas sonrojadas- Ningún amigo especial
Ningún amigo, porque es amiga
Pensé pero obviamente me lo guardé. Nadie en mi familia sabía que me gustaban las chicas, habían asumido que solo me gustaban los chicos y yo no les había corregido nunca.
-¿Con quién vas?- Preguntó mi madre, dándole un sorbo a su taza de café
-Con Chiara y esa gente- Respondí, intentando no darle demasiada importancia a solo haberla nombrado a ella
-¿Chiara?- Mi madre hizo una expresión extraña, como una especie de sonrisa. Yo asentí, confusa por su actitud
-Si, Chiara, Denna, Alex, ya sabes- Afirmé, aún sin entender su cara
-Vale, vale, anda tira, que vas a llegar tarde como siempre- Me indicó entre risas
Con el ceño medio fruncido de confusión, me acerqué a las tres mujeres, dándoles un beso en la mejilla a cada una antes de salir de casa.
El frío de aquel Diciembre se calaba en los huesos. Caminé por las calles de Barcelona con las manos guardadas en los bolsillos y me arrepentí de no haber cogido ninguna bufanda para resguardarme la cara del viento.
Habíamos quedado todos en un parque que no estaba muy lejos de mi casa, así que no tardé en llegar al lugar. Normalmente era de las que llegaba más tarde, pero justo ese día llegué la segunda. Allí, sentada en un banco mirándo el móvil y con un cigarro humeante entre los labios, estaba Chiara.
Una gorra blanca le adornaba el pelo negro y brillante, una bufanda marrón de aspecto calentito rodeaba su cuello. Vestía un pantalón negro ancho, la misma chaqueta vaquera de Martin que había llevado en la fiesta (Supuse que el chico se la había regalado viendo lo mucho que le gustaba), una sudadera verde claro, parecida al color de sus ojos y podía entreverse una camiseta térmica de cuello alto bajo ella.
-Haz una foto, dura más- Dijo con cierta cuando levantó la mirada del móvil y se quitó el cigarro de la boca
Mis mejillas consiguieron el calor que habían perdido en el trayecto desde mi casa al parque al volverse rojas. Reí con nerviosismo y ella se levantó para abrazarme a modo de saludo
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You can't love (Kivi)
PoetryNo puedes querer con el corazón roto. Eso llevo escuchando toda mi vida, pero no podría ser más falso. Porque yo llevo 17 años con el corazón roto, y he amado tanto que se me ha roto aún más. 17 años no son suficientes para demostrar que el amor co...