Capítulo 31.

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Estoy tan molesta con él, que no sé por qué me encuentro en su casa ahora mismo.

Pero sólo quiero saber la verdad.

Lucas se acercó a mí con una taza de chocolate caliente.

La lluvia era bastante fuerte y hacía mucho frío.

-Gracias. -Dije y él se sentó a mi lado.

-Perdón, de nuevo, no sé qué me pasó...

-Ya no importa. Sólo pídele perdón a tu madre, arruinaste todo hoy. -Dije dándole un sorbo al chocolate.

-Sí, lo sé. -Dijo sacudiendo su cabello mojado- Savannah, lo que te voy a contar no es fácil..

Me acerqué a él.

-La mejor manera de superarlo es aceptarlo. Es saber que lo que pasó, te hizo mucho más fuerte.

-No soy fuerte, Savannah, yo soy un cobarde que siempre huyendo de mis problemas.

-Para mí, eres la persona más fuerte que conozco. -Me recosté en el sofá y agarré su mano para que hiciera lo mismo, a mi lado. Él me abrazó y escondió su cara en mi cuello.

Sabía que no sería fácil.

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Lucas.

-Mi hermano tenía mi edad cuando murió. Él era la persona que más admiraba, él si que que era fuerte. Siempre hacía lo que quería, siempre tenía chicas detrás de él, tenía muchos amigos y siempre se iba de fiesta. Y eso yo lo admiraba mucho, ¿sabes? Yo quería ser como él. Él siempre cuidó de mí, yo tenía unos 11 en esos tiempos.

-¿Él es Cody, verdad? -Preguntó Savannah.

-Sí. ¿Recuerdas las carreras ilegales que hacían aquí?

-No...

-Estabas muy pequeña en esos tiempos. Aquí solían hacer carreras ilegales, carreras de la cual mi hermano era parte. -Oh Dios, le contaría todo a Savannah. La dejaré entrar. Dejaré que sepa mi pasado. Mi voz empezaba a quebrarse, ella empezó a sobar mi brazo de arriba a abajo.

-Un día, estabámos todos en la mesa, mi padre, mi madre, Cody y yo..

Todos los recuerdos inundaron mi cabeza.

-¡No vas a salir hoy y ya te lo dije! -Le gritó mi padre a Cody.

-Tengo 18 años, ¡puedo hacer lo que se me de la puta gana! -Gritó Cody. Estaba asustado, al igual que mi madre, siempre que peleaban era así.

-¡Mientras vivas en esta casa, no!

-Entonces me voy de esta mierda, me voy. -Dijo Cody levantándose de la mesa y yo lo perseguí con lágrimas en mis ojos.

-No, Cody, no... -Le supliqué, él me ignoró y luego entró a su habitación.

No quería que mi hermano se fuera. Me encerré en mi habitación y empecé a llorar mucho más. Luego, me quedé dormido.

-Luke, Luke... -Dijo Cody mientras movía mi brazo. Él era el único que me llamaba así.

Abrí los ojos lentamente y giré a ver el reloj, eran las dos de la mañana.

El pánico se apoderó de mí.

-¿Te vas? No, Cody, por favor no. -Dije abrazándolo y él empezó a reír.

-No, Luke, no me voy. Nunca te dejaré. -Dijo sacudiendo mi cabello- Voy a una carrera, si gano, serán dos mil dolares. ¿Sabes cuánto es eso? Te podré comprar lo que quieras. Pero necesito que me cubras, bajaré por tu ventana y saldré por la puerta del patio trasero.

-Yo.. No lo sé..

-Vamos, Luke, ¿acaso tienes miedo? No me pasará nada.

Y me convenció. Lo ayudé a bajar por mi ventana sin que hiciera ruido, luego lo vi salir por la puerta trasera.

Mañana vendría y me contaría como le fue. Sonreí al saber que lo de hoy era sólo una pelea y que no se iba.

Me quedé dormido de nuevo. Pero esta vez no me levantó mi hermano. Esta vez me levantaron ruidos de abajo.

Escuché a mi madre llorar, mi corazón empezó a latir con fuerza. Algo había pasado. Algo no estaba bien.

Mi hermano.

Bajé las escaleras corriendo y habían policias en mi sala, junto mi madre y mi padre.

-Lucas, sube. -Dijo mi madre.

Me acerqué a ella.

-¿Qué pasó, mamá? -Dije con la voz entrecortada.

Mi padre se acercó a mí hecho una furia.

-¡Fue por tu culpa! ¡Por tu culpa tu hermano tuvo un accidente! ¡Tú lo ayudaste a escapar! -Gritó y mis lágrimas inundaron mis mejillas.

-¡No, Brad, no! -Dijo mi madre empujando a mi padre para que no se acercara a mí.

Los policias sacaron a mi padre de la casa, mientras él me gritaba cosas horribles.

Mi madre se acercó a mí abrazándome y yo me escondí en su pecho.

-¿Dónde está Cody, mamá? ¿Dónde está?

Ella no podía dejar de llorar, al igual que yo.

-Se fue, Lucas.

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Savannah.

Mi Lucas no podía dejar de llorar contándome esto. Incluso hasta temblaba.

Él estaba más roto de lo que pensaba.

-No sabes, Savannah, como en los siguientes años, mi padre decía que yo era el culpable de su muerte. Incluso me gritaba que él que debió haber muerto era yo. ¡Me hacía sentir como un maldito desperdicio de espacio! -Él se sentó y pateó la mesa, haciendo que la taza de chocolate caliente cayera.

-Lucas, cálmate, ven. -Dije con lágrimas en los ojos.

Eso era lo que le molestaba, eso era lo que intentaba esconder tan dentro de él hasta poder olvidarlo, pero falló. Dejaba que esos recuerdos lo consumieran.

Lo abracé, lo abracé como nunca. Era un abrazo que sólo demostraba algo: siempre estaré aquí.

-Una vez me golpeó, diciendo que yo había destruido nuestra familia. Savannah, no tienes idea de todas las cosas que llegué a hacer, con tal de olvidarme de todo. -Me dolía tanto ver a Lucas así, sé que estaba sacando todo.

Pero no dejaré que se derrumbe más. Estare ahí para él, intentaré robarle cuantas sonrisas pueda, como él lo ha hecho conmigo.

-Ya no quiero hablar más de esto, pequeña, por favor.. -Dijo entre lágrimas.

-¿Sabes que te quiero y que siempre estaré aquí, verdad? -Le dije cerca de su rostro.

-Sí, pequeña, lo sé. -Dijo dándome un beso y luego recostó su cabeza en mis piernas, empecé a sobar su cabello y pronto se quedó dormido.

Eres Mía, PequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora