Capítulo 6: [Una mujer complicada] (1)

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Parte 1


—El oráculo dijo que alguien en Argend te ayudará —mencionó su amiga, seriamente.

Kinna, destrozada emocionalmente, había preguntado si había una forma de salvar a su amado.

Los oráculos eran raros en Exhekar; a diferencia de los mensajeros divinos de nuestra época, en este mundo eran magos especializados. Mezclando la magia divina con la magia de precisión, era posible ver hasta cierto punto lo que algunos llamaban «la guía del destino».

Las variables que causaban las circunstancias propicias para ciertos actos eran tantas y tan difíciles de controlar que este oficio solo era manejado por unas pocas personas. No era un trabajo en el que muchos confiasen y demandaba muchos recursos y estudios.

De algún modo, la reina de Sisdia consiguió a una persona con estas habilidades, aunque su principal actividad era el uso de la magia de precisión. De vez en cuando, era capaz de realizar predicciones para la cosecha o como consejera en la toma de decisiones políticas riesgosas.

La reina confiaba en esta persona, por lo que la Sofry también lo haría.

Tal como dijo, fue hacia Argend en busca de aquella persona que le ayudaría a cumplir con su cometido. Mirar hacia el futuro y el destino eran tareas complejas e, incluso logrando conectarse con esta línea de tiempo, dar datos certeros era poco frecuente. Las mayores pistas fueron Argend, muerte y «alguien como tú».

Para bien o para mal, encontró a este individuo rápidamente. No había muchas zonas en Argend que pudiesen describirse con la muerte y, de paso, personas como Kinna solo podían ser Sofry... o brujas.


* * *


Su primer encuentro con la Bruja de la Muerte no fue grato. La Talavalery sin alas se molestó mucho al encontrarse con una persona desconocida dentro de su guarida. Tras una rápida advertencia, inició un confrontamiento entre las dos.

Ninguna pudo ganar, pero la chiquilla Sofry fue incapaz de entablar una conversación con ella.

Kinna tuvo que volver con las manos vacías. Sin embargo, no se rendiría; cuando preguntó nuevamente al oráculo, este le dijo que ya había encontrado a la persona que necesitaba. Lamentablemente, no sabía de una manera para traerla al reino de forma pacífica.

Partió hacia la Ciénaga de Galgot y confrontó al ser que habitaba el cuerpo de su amado, siendo derrotada una vez más.

En el camino pensó en estrategias para llamar la atención de la obstinada mujer de ojos negros.

Lo intentó una vez más. Buscó usar su apariencia inocente para que bajase la guardia. No resultó.

Lo intentó otra vez. Trayendo comida deliciosa consigo, esperando entablar amistad mientras disfrutaban de esta en compañía. No funcionó.

Lo intentó nuevamente. Trayendo objetos curiosos, parte de la nueva tecnología del mundo. De seguro la Bruja de la Muerte, quien estuvo encerrada durante tanto tiempo, tendría curiosidad por lo que había fuera de la cueva. Sin embargo, no logró nada con ello.

Los gustos de los Sofry no iban a convencer a una Talavalery. Preguntó a su amiga sobre la cultura de su especie, pero esta mencionó que sus conocimientos no eran confiables, pues poco había experimentado de Argend y tenía más contacto con la especie demoníaca.

Fue de visita al reino vecino, famoso por la alta concentración de alados dentro de su población. Al principio, los lugareños no querían entablar conversación con ella, pero de algún modo logró atraer a unos cuantos. Le hablaron sobre sus costumbres y lo que usualmente gustaban vestir o tener.

Sin embargo, al llegar a la cueva, estas costumbres modernas de nada sirvieron. Se trataba de una persona que había vivido hacía cientos de años. Aislada del mundo, era imposible que los gustos de las personas en la actualidad fuesen idénticos a los de antaño.

Entonces la pequeña Kinna estudió la historia de Argend. Buscó un modo de apelar a los recuerdos de aquella mujer. Lamentablemente, esta persona odiaba sus días de pequeña; le recordaban el futuro que le fue cortado tras la traición, por lo que los intentos de esta Sofry solo avivaron su hostilidad hacia ella.

Cansada de intentarlo sola, pidió ayuda a sus conocidos. Muchos de ellos, debido a su posición, eran incapaces de dejarlo todo para «intentar» convencer a esta mujer sin alas. La reina de Sisdia estaba ocupada debido a ciertos problemas políticos y debía cuidar de su primogénita, quien apenas cumplía dos años de edad. Dicho aquello, esta amiga no se quedó sin hacer nada y prestó sus tropas y recursos en grandes cantidades.

La primera expedición resultó en fracaso. A diferencia de Kinna, el resto de seres vivos temían a esta Bruja de la Muerte. Bastaba con que uno de ellos mostrase el filo de su arma para que aquella mujer montase un escándalo.

La segunda expedición tuvo a personas mejor preparadas, pero su cantidad intimidó a quien buscaba agradar y solo levantó sospechas. Fue rechazada.

La tercera expedición se realizó con pocas personas, pero seguía sin convencerla. Los soldados estaban demasiado tensos y sus palabras eran demasiado duras.

«Realmente, qué mujer más molesta», pensó la chiquilla, tras esta nueva derrota.

Finalmente, con la cuarta expedición, la Bruja de la Muerte se dignó a hablarles. Mencionó su nombre y se quejó de la insistencia de la pequeña. Dejó una condición para cumplir con su petición.

—Id a buuuscar a esa maldita bruja sin rostro. Sacadla del estúpido bosque en el que está encerrada y convenceeedla de venir aquí, dejando a sus queridas creaciones solas en su hogar. Si lográis eso, accederé a vuestras demandas.

Fue un largo viaje. Por suerte, la bruja de la que hablaba era una persona mucho más razonable que esta mujer, por lo que cumplir con estas condiciones no fue problema.

Y, sin embargo, la Talavalery sin alas no mostraba felicidad alguna en su falsa sonrisa cuando vio a la Bruja de la Vida dentro de su cueva.

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Exhekar Tales VI: El Asesino & El AquelarreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora