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Senju se quedó callada, con una expresión de incomodidad que claramente no estaba acostumbrada a mostrar. Era evidente que esperaba que esta conversación tomara un giro diferente, que quizás su insistencia o la cercanía con Manjiro harían que la situación se volviera a su favor. Pero no fue así. Takemichi la miraba con firmeza, sosteniendo a Shinichiro con fuerza, protegiéndolo como siempre había hecho desde el momento en que supo que iba a ser madre. Manjiro, por su parte, la observaba con una mirada helada, que dejó en claro que no iba a respaldar su petición.

- Senju, este no es el momento ni el lugar para discutir algo así -dijo Manjiro, finalmente rompiendo el silencio que había seguido a las palabras de Takemichi. Su tono era duro, casi implacable-. No puedes adoptar a Shinichiro. Lo que estás pidiendo no tiene sentido, y lo sabes.

Senju apretó los labios, claramente frustrada, pero no parecía querer rendirse del todo. Se giró hacia Takemichi, su mirada se suavizó por un momento, casi como si quisiera apelar a su compasión.

- Takemichi -dijo en un tono más suave-, no me malinterpretes. Yo... entiendo que eres su madre biológica, pero yo también tengo derecho a ser feliz. Manjiro y yo estamos casados, y queremos tener una familia. He intentado concebir, pero no ha sido posible. Solo quiero una oportunidad para ser una buena madre, y Shinichiro ya está aquí. No lo estoy pidiendo por egoísmo, sino porque sé que puedo darle una vida increíble.

Takemichi no podía creer lo que estaba escuchando. **¿Cómo podía Senju decir eso con tanta tranquilidad?** ¿Acaso pensaba que una buena vida significaba separarlo de su hijo? La rabia volvió a agitarse en su interior, pero esta vez fue controlada por una sensación aún más profunda: la protección feroz que sentía por Shinichiro. No iba a permitir que nadie, ni siquiera Senju, lo separara de su hijo.

- Escucha, Senju -comenzó Takemichi, su voz firme-. Entiendo que quieras ser madre, de verdad lo entiendo. Pero eso no te da derecho a pedir que te entregue a mi hijo. No es solo un niño que puedes tomar porque no puedes tener uno. Shinichiro es mi vida, y no voy a permitir que lo utilices para llenar un vacío en la tuya. No te lo voy a permitir.

Senju se encogió ligeramente ante la dureza de sus palabras, pero antes de que pudiera responder, Manjiro dio un paso adelante, colocándose entre los dos.

- Esto termina aquí -dijo, mirando a Senju con severidad-. Shinichiro no va a ninguna parte. Es hijo de Takemichi y mío, y esa es la verdad. No te lo voy a repetir.

Senju frunció el ceño, finalmente pareciendo darse cuenta de que estaba en una posición que no podía ganar. Aunque su frustración era evidente, dio un paso atrás, tragándose las palabras que claramente quería decir. Manjiro no la había apoyado, y Takemichi estaba decidido. No había más que hacer.

- Muy bien -murmuró finalmente, con un tono que delataba su disgusto-. Solo quería lo mejor para todos.

- No lo dudo -respondió Manjiro, sin suavizar su tono-. Pero este no es el camino.

Takemichi sintió un alivio intenso cuando Senju finalmente se dio la vuelta, dispuesta a irse. Sin embargo, justo antes de salir por la puerta, se giró una vez más hacia ellos, con una mirada que parecía contener algo más que simple frustración. Había algo más profundo en su expresión, algo que Takemichi no pudo identificar del todo.

- Esto no ha terminado -dijo en voz baja, pero lo suficientemente alta como para que ambos la escucharan-. Algún día, Manjiro, querrás lo mismo que yo. Y cuando ese día llegue, espero que lo recuerdes.

Y con esas palabras, se marchó, dejando un pesado silencio en la oficina.

Takemichi exhaló lentamente, abrazando a Shinichiro, quien finalmente se había calmado por completo en sus brazos. Se giró hacia Manjiro, quien todavía tenía el ceño fruncido, claramente molesto por la situación.

- ¿Sabías algo de esto? -preguntó Takemichi en voz baja, aunque ya sabía la respuesta por la expresión de Manjiro.

Manjiro negó con la cabeza, su frustración palpable.

- No tenía ni idea de lo que Senju estaba planeando -respondió-. Si lo hubiera sabido, no habría dejado que esto llegara tan lejos.

Takemichi asintió, sintiendo una mezcla de emociones. Parte de él se sentía aliviado de que Manjiro no hubiera tenido nada que ver con la idea de adoptar a Shinichiro, pero otra parte seguía dolida por el hecho de que, de alguna manera, esta situación se había permitido. **¿Cómo había llegado tan lejos Senju en su deseo de tomar a su hijo?**

Manjiro se acercó lentamente a Takemichi, bajando la mirada hacia Shinichiro, que ahora estaba acurrucado contra el pecho de su madre, su pequeña mano aferrándose a la camisa de Takemichi. Manjiro extendió una mano y acarició suavemente la cabeza del bebé, y por un momento, todo pareció calmarse.

- No voy a permitir que nadie te quite a Shinichiro -dijo Manjiro en voz baja, mirando directamente a Takemichi-. No importa lo que pase. Es nuestro hijo.

Takemichi lo miró, sus ojos todavía llenos de incertidumbre, pero encontró algo de consuelo en sus palabras. Aunque su relación con Manjiro había estado llena de altibajos, en ese momento, parecía haber una promesa silenciosa entre ellos: cuidarían de su hijo juntos, sin importar qué desafíos se presentaran.

- Gracias -murmuró Takemichi, abrazando un poco más a Shinichiro-. No voy a dejar que nadie nos lo quite.

Manjiro asintió y, en un gesto raro, colocó una mano sobre el hombro de Takemichi.

- No estás solo en esto -dijo simplemente.

Y por primera vez en mucho tiempo, Takemichi sintió que quizás, solo quizás, no lo estaba.

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