capitolo due

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📍 Seúl Corea del Sur
Felix

—¿Que tan grave sería ir a sacar un archivo para cambiarlo?

—Otra vez Han, la última vez que llenaste la información del paciente lo pusiste todo mal, aún así lo dejaste pasar.

—Bueno y por eso me regañaron y me suspendieron "Quieres que te quite tu cargo Han" —remedando a su superior seguían caminando

—Bueno no creo que sea problema, aún que está prohibido.

—Te enteraste que en mañana entrarán medicamentos nuevos, eso es bueno, los pacientes ya no tendrán que morirse del dolor.

—Me sorprende que hayan aceptado de otro país.

—Felix te he dicho lo precioso que eres como ser humano.

—Jodete Han no te haré ese favor.

—Eres pésimo amigo.

[...]

En el área de cuidados estaba silencioso, normalmente habían pasientes quejándose o el director rondando por todas partes, ahora todo parece desierto.

La voz de Jisung me saco de mis pensamientos.

—Hoy en la noche hay que ir a divertirnos no lo crees.

—Por supuesto nunca hay que negarse a tal invitación...
—tu invitas —al mismo tiempo ambos lo decimos viéndonos con cara de asco suspiramos.

—Solo la primera ronda —renegué.

—Esta bien, luego podemos encontrar a alguien... Bueno por mientras ve —dijo señalándome al frente —la señora Kim se ha despertado.

Dandole un asentimiento camino hacia ella, era una anciana con problemas diabéticos, sus hijos solo la tiraron como si fuera un pedazo de cosa.
—vamos señora Kim no debería andar usted sola.

Las horas pasaban lentas el silencio era abrumador, mis ojos se cerraban de apoco luchando por no ceder. El sonido del reloj marcando las 6 hizo sobresaltarme.

—Felixie hora de irnos —Jisung llegó, dándome una palmada en la mejilla.

—Porque me pegas

—Para que te despiertes, no puedes ir así —dijo señalandome de arriba hacia bajo. —Por lo que obte en ayudarte a conseguir ropa

—¿De dónde lo sacaste, de tu trasero?—caminamos dándoles los espedientes a nuestros reemplazos, de regreso a la planta baja nos metimos a los baños.

—Lavaté la cara y cambiaté, te estaré esperando...

—¿Ha que bar maloliente me llevas? —Abrochandome el cinturón encendí el motor

—No es maloliente, es un bar un poco pasable Pero, ¿eso importa acaso?

—Si un poco —dandome luz roja detuve el auto frenando de golpe por la velocidad.

—Podrias conducir un poco más humanamente.

—Perdon si, es que mi maestro de conducir era un alien.

Entre La Mafia Italiana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora