Después de la muerte de su icónico padre, Tony Stark, Valentine Stark, una joven heredera atrapada entre el legado de su familia y la búsqueda de su propia identidad, encuentra consuelo en un lugar inesperado: las pistas de la IndyCar. Con la espera...
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El rugido de los motores se desvaneció al tiempo que la carrera llegaba a su fin. Valentine sintió el eco de la adrenalina en su pecho, un recordatorio vibrante de la experiencia que acababa de presenciar. Había algo magnético en la forma en que Pato corría, en cómo su presencia en la pista hacía que todo cobrara vida de un modo único y casi tangible. Pero, mientras sus pensamientos aún giraban en torno a la carrera, la realidad la alcanzó: tenía una reunión con el equipo directivo de Arrow McLaren para discutir las primeras ideas sobre el patrocinio de Stark Industries.
Respir hondo, ordenando sus ideas mientras se dirigía a la sala de reuniones. Cada paso que daba hacia ese nuevo mundo corporativo la hacía sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que su apellido cargaba una expectativa, un legado que no podía eludir. Sin embargo, no estaba dispuesta a ceder por completo a lo que los demás esperaban de ella. Su interés en el automovilismo era algo personal, algo que iba más allá de los negocios.
Al entrar a la sala, el equipo de directivos ya la esperaba con sonrisas y carpetas llenas de documentos, todos con logotipos de Stark Industries y Arrow McLaren. Se acomodó en el asiento frente a ellos, y mientras comenzaban las presentaciones y la exposición de las primeras ideas de campaña, Valentine se esforzó por concentrarse, aunque sus pensamientos seguían regresando a la imagen de Pato en la pista.
El encuentro avanzó entre formalidades y proyecciones de cifras. Los directivos hablaban de las métricas de impacto, del alcance en redes sociales y de cómo Stark Industries podría beneficiarse al estar junto a un equipo de alto perfil en IndyCar. Valentine estaba tomando notas y tratando de visualizar la estrategia, pero su mente no dejaba de comparar la frialdad de los números con la intensidad de lo que había sentido en la pista.
Cuando la reunión concluyó, Valentine salió de la sala con una carpeta llena de propuestas, aunque sabía que el verdadero desafío no estaba en esos papeles. Su verdadero reto sería encontrar una forma de equilibrar su responsabilidad con el impulso de descubrir por qué ese mundo de velocidad y riesgo la atraía tan intensamente.
