2.

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Nicholas.




A la mañana siguiente cuando desperté Caroline ya se había ido.
Dejó una nota sobre el comedor de la cocina.

Nicholas, voy a salir.
Caroline :).

Que mensaje tan inspirador y había dejado una carita feliz al último. Vaya. Arrugo la hoja y la depositó en el cesto de basura que está al lado del refrigerador. ¿Porque había dejado una nota si quiera? Me importaba una mierda en donde estuviera.

Debía ir a trabajar, la casa que tenía no se construía sola y los gastos y pagos de facturas tampoco se pagaban solos.

A veces tenía que recordarme que tenía tan solo 23 años.

Ojalá las cosas fueran fáciles. 

Un grupo de amigos y yo teníamos una pequeña empresa que fabrica utilidades escolares, para ser una empresa pequeña que apenas iniciaba íbamos bien en el mercado. Pero era todo gracias al trabajo que cada uno había invertido en eso.

Mi alegría sería mayor si mis padres se dieran cuenta de lo que he logrado por mi mismo.

Cuando llegué a casa Caroline estaba relajada viendo televisión sobre el sofá de la sala. Al verme entrar por la puerta esta apago el televisor y se puso en una postura derecha, haciendo resaltar sus pechos aún más.

Debía estar enfermo por fijarme en estas cosas.
Me ponía de mal humor fijarme en este tipo de detalles.

-Hola. -saludó y apenas pude escuchar su voz.

-Hola Caroline -mi tono de voz fue ronco.

-Johana dijo que no podía venir hoy y yo, me tomé la libertad de cocinar algo para los dos.

-¿Que te hace pensar que yo comería algo que tu cocines? ¿porque te tomas este tipo de libertades? -la miré fijamente. Y el poco brillo que tenían sus ojos en un principio desapareció, un rasgo de decepción apareció en ellos.

Era un hijo de puta.
Su presencia me molestaba, me ponía de mal humor despertaba sentimientos y actitudes que no era capaz de controlar y eso me ponía aun mas de malas.

-Yo creí...

No la dejé continuar.

-No creas Caroline, debes de preguntarme las cosas antes de hacerlas.

-¿Cuantos años tienes? ¿cincuenta? No pareces tan viejo para el mal humor que siempre cargas. -se llenó de valor para poder decir esto y aun así su voz sonaba temblorosa.

La miré sorprendido.

La admiraba porque después no salió corriendo como las demás personas hacían al rebelarse contra mi, pensando en cuan cruel seria con ellos por esa actitud reveladora.
Se quedó ahí parada con sus puños a los lados, sus mejillas sonrojadas y llena de molestia.

-Tengo 23, Caroline y mi mal humor es asunto mío ¿de acuerdo? -mi tono frío no lo abandonaba con ella.

Quité mi corbata y comencé a subir las escaleras.

-Voy a regalar la comida a personas que si les hagan falta, con permiso. -dicho esto se dirigió a la cocina.

Rodee mis ojos y continúe subiendo las escaleras.

Que hiciera lo que le diera la gana, estaba cansado el día de hoy y no quería estar cerca de ella. No me gustaba no tener control de mis sentimientos junto a ella.

Era un total imbécil, pero ella hacia que estas actitudes salieron y aparecieran. Mis actitudes cavernícolas y machistas.

Caroline tiene un cuerpo impresionante, es delgada y su cabello es cobrizo, su tez  Morena claro y sus ojos café, cafés obscuros. Sus pestañas largas y las agita seguido cuando estaá confundida.
Su trasero, Dios perdóname por estos pensamientos pero quería tomarlo con fuerza, darle un par de azotes y besarlo, acariciarlo hasta cansarme.

Es muy guapa, y esto no me ayuda a mantener la poca cordura que me queda.

Can't have you.Where stories live. Discover now