Capítulo #32

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(Rubén)

No recordaba mi última cita con mi ex-novia. Apenas y aparecían en mi memoria pequeños fragmentos. La cenas de siempre, los cumplidos, las sonrisas, las manos entrelazadas, los deseos para el futuro...

O al menos, lo que yo deseaba. Yo imaginaba tantos futuros escenarios a lado de esa jodida pelirroja. Al parecer, ella no deseaba lo mismo que yo.

Alexby estaba sentado en el sillón, sus manos temblaban y en su semblante se reflejaba el miedo. Yo nunca me había sentido así con la pelirroja. Simplemente asistía a todas las citas, como si fuera cualquier actividad rutinaria. Nunca me había sentido de aquel modo.

Hasta aquella cita con Sydney. Ella se veía espectacular. Siempre lo hacía, pero esa noche tenía un brillo especial. Pero yo la había liado.

-Alex, primero que nada, tranquilízate. Respira un poco- me senté a su lado y le preste toda mi atención- Todo saldrá bien.

-¡Dejen de repetir eso!- grito él.

-Amigo, déjate llevar. Se tú mismo- explique- Si ella enserio te quiere, ningún error importara, ninguna palabra, ningún lugar, ninguna acción nada. Solo importara ese momento: ambos, juntos.

Alex miro a Sydney y luego a mí. Yo trataba con todas mis fuerzas de mirar a la chica. Me destrozaría hacerlo.
Él asintió un poco y tomo una gran bocanada de aire. Mangel estaba sentado en la otra punta del sofá y parecía pensativo, como si mis palabras también le estuvieran llegando.

-No debes olvidar los pequeños actos de caballerosidad- explique- Sea lo que sea, siempre ayudan.

Alexby asintió y luego tomo un bloc de notas para tomar apuntes importantes. Estuve al menos una hora "preparándolo" para su gran cita más tarde.

Cuando la hora esperada llego, el parecía un poco más confiando y relajado. Todos le deseamos suerte e incluso le regale algo de dinero para que comprara unas flores. Nunca fallan.

Después de Alex, Mangel y Willy se fueron al bar a tomar algunas cervezas. Y bueno, Melanie se fue de colada con ellos. Parecían el trio de los corazones confundidos. Yo no estaba confundido. Yo sabía lo que sentía por Sydney y lo que haría por ella.

En fin, quedamos ella y yo, solos. Uno junto al otro en el sofá. Podía escuchar su débil respiración desigual. Incluso sentía que podía escuchar el latido de su corazón, fuerte y preciso.

-¿Quieres ir a tomar un café?- dijo ella- Ya que los demás nos abandonaron...

Sonaba indiferente, como si no fuera la gran cosa. Como si lo que había pasado no fue la gran cosa.

Sonreí a medias y asentí sin muchas ganas. No entendía porque ella no me quería como yo. Me obsesionaba el tema. Honestamente, ella era mi obsesión. Quería estar siempre con ella y ser su razón de todo: de risas, de llantos, de enojos, de sustos. Quería ser su todo, porque ella era mi todo. Joder, pero que... ¡GAY! me ha vuelto.

Mentalmente repase todos los consejos que le había dado a Alex. Tenía que ponerlos aprueba en este mismo instante. Necesitaba con mi alma que Sydney se enamorara de mí.

-Hay una cafetería en la siguiente cuadra- comente, mirando al piso- Podemos ir, si te apetece.

-Suena bien.

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La mesera tomo nuestras ordenes, con aburrimiento. Después nos dejó con nuestro incómodo silencio.
Ella jugaba con sus dedos, mirando hacia abajo. También mordía su labio inferior con lentitud. Me estaba provocando.
Sydney parecía ausente, encerrada en su propio mundo, como si no deseara soltar sus secretos. Ella era una caja de sorpresas y una impredecible aventura. Ella era el amor de mi vida. ¡Si, joder! Es apresurado, pero no puedo más. ¿Para qué negarlo? Me derrito con solo verla. Incluso he imaginado la cara y nombre de nuestro primer hijo (¿Quién mierda hace eso?), y la boda, ¡la boda! De blanco, en un gran salón, con muchos invitados, un gran DJ, pollo relleno con queso y jamón, adornos simples y Mangel como mi padrino... Madre mía.

•La Búsqueda• {Rubén Doblas}Where stories live. Discover now