EL DEBER Y LA CONCIENCIA
~Hela~
Dios... sí es tu voluntad llevarme ahora mismo... ¡HAZLO!
Ya no soporto a la desabrida de Anna. Me duele la cabeza como si un martillo estuviera golpeando mis sienes sin cesar. El ruido de la fiesta, la risa histérica de Anna, todo se combina para hacerme sentir como si estuviera al borde de la locura.
《—Ven conmigo. Yo no dejaré que ninguno de ellos te haga más daño 》
Escuche de nuevo a Alessandro tratando de convencerme de llevarme a dios sabe donde porque nunca me lo dice.
Está frente a mí, parado con su porte de muralla china, su ego intacto. Ni siquiera en mis alucinaciones perdía el porte de billonario.
—Cállese, por favor, cállese —susurré, intentando que nadie alrededor me escuchara, mientras ponía dos dedos en mi frente para calmar el dolor de cabeza.
—¿A quién le hablas, primita? ¿La nena otra vez se volvió loquita? —Anna se acercó con su voz burlesca y fastidiosa.
No le respondí, simplemente la ignoré. No podía soportar su presencia en ese momento.
Me terminé mi vino tinto de un solo trago. El sabor amargo me quemó la garganta, pero me ayudó a olvidar temporalmente el dolor de cabeza.
Estoy en una celebración por los diecinueve años de mis primos gemelos, una fiesta a la cual no quería asistir pero me obligaron.
—Con la familia que tengo, me sorprende no haberme suicidado.
《—Ven conmigo, no tienes por qué estar aquí.》
Quiero tirarle el vino encima, lo juro, ya no lo aguanto, pero no sacrificaría tanto por él.
—Nunca voy a ir con usted —le respondí, mirándolo con firmeza—. Déjeme en paz.
《—Yo la puedo matar.》
Bueno, podría considerarlo.
—Eso sí estaría genial.
Anna no paraba de reírse de manera burlesca cada que veía cómo hablaba al aire, ya que ella no podía ver a Alessandro. Su risa estridente resonaba en mis oídos, haciéndome sentir aún peor.
—¿Qué es lo que ves esta vez? —pregunto en un susurro para que nadie a nuestro alrededor escuchara, mientras sentía el calor de la mirada de Alessandro sobre mí—. ¿Qué te dice? ¿Qué te llevará al país de las maravillas?
Cansada, me giré hacia ella con una sonrisa en los labios, intentando contener mi frustración. El olor a comida y champán llenaba el aire, pero no podía disfrutar de nada con Anna riendo de esa manera.
—No —dije, con una voz llena de sarcasmo—. De hecho, me está diciendo que si no te callas la boca, vendrá y te cortará en cachitos, luego te servirá en tacos y los venderá en una esquina como carne de res.
Su sonrisa se borró, y toda su cara se contrajo en una expresión de horror. Sus ojos se abrieron de par en par, y su boca se quedó entreabierta.
—Pero tranquila, lo estoy convenciendo de que no lo haga —agregué, con una sonrisa hipócrita—. Pobre gente, se puede enfermar.
Me levanté de la mesa principal, donde nos habían sentado a todos los de la familia, mientras los invitados venían a felicitar a los festejados. El ruido de las conversaciones y la música de fondo se intensificó, pero yo solo quería escapar.
—¿A dónde vas? —escuché recriminar a la bru... a mi abuela con la voz aguda y autoritaria.
—A muy, muy lejano —repliqué, siguiendo caminando con mi copa en mano, sin mirar atrás.
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El Magnate
Random"¿Qué oculta la mujer a la que le salvaste la vida? ¿Qué secreto esconde detrás de su mirada asesina?" Hela Klein, una belleza letal, y Alessandro Lombardo, el próximo jefe de la mafia dorada. Cruzan sus caminos después de tantos años, años donde su...