Capítulo 20 💫

5.6K 460 151
                                        

🐺

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

🐺

Me desperté abrazada a algo cálido, cómodo, como si fuera una almohada, y suspiré, entrelazando aún más mis piernas y brazos a su alrededor. La suavidad que esperaba encontrar cambió, y noté que estaba presionando algo firme, denso... y bastante cálido. Sin abrir los ojos, mi frente se apoyó en lo que era claramente un hombro, y la sorpresa me sacudió. Mi respiración se aceleró, y entre el sueño y la incredulidad, abrí los ojos lentamente, temerosa de lo que podría encontrar.

Ahí, justo frente a mí, vi el rostro de un chico que conocía bien, uno que, en mis términos, tenía un "rostro peligroso". Sus cejas oscuras y algo fruncidas se alzaban sobre unos ojos cerrados, el cabello negro y algo desordenado caía en mechones sobre su frente, rosando apenas sus orejas. La perfección de sus labios —gruesos y de un rosa pálido, llenos de una inexplicable atracción— parecía casi enmarcar su rostro impecable, como si la calma solo acentuara su belleza inquietante.

Mi corazón empezó a latir rápido, un martilleo imparable, y la calidez de la sangre subió a mis mejillas y mi cuello, el rubor extendiéndose como un fuego incontrolable. ¿Qué demonios hacía él aquí, en mi cama? ¿Y cómo había terminado yo pegada a él, enredada como si me perteneciera?

Me aparté con cuidado, pero mis pensamientos no hicieron más que enredarse. ¿Había pasado algo entre nosotros? La idea de haber compartido algo tan íntimo y no recordarlo me llenaba de frustración y vergüenza. ¡No podía creerlo! Yo no era de esas personas que... y si algo había pasado, ¡ni siquiera lo recordaba!

Por instinto, mis ojos bajaron hasta donde estaba cubierta por las sábanas, y levanté un poco el borde para ver si estaba... bueno, desnuda. Un suspiro de alivio se escapó cuando vi que tenía puesto algo de ropa. Pero cuando mis ojos se desviaron accidentalmente hacia él, casi ahogué un grito: el borde de la sábana revelaba mucho más de lo que había anticipado, y me quedé sin palabras.

Era imposible no notar lo que se asomaba bajo las sábanas, una visión que hizo que mi mente diera vueltas y mi rostro ardiera aún más. Largo, grueso, grande, con venas marcadas. Mis pensamientos se dispersaron, y la lógica de la situación se evaporó en el calor de la vergüenza y la incredulidad.

Rápidamente dejé caer las sábanas, sin saber si reír, llorar o arrancarme los ojos. ¿¡Qué acababa de ver!?

Aunque bueno, no era algo tan malo como para arrancarme los ojos.

Mi cuerpo reaccionó antes de que mi cerebro pudiera procesarlo. Me levanté de un salto, lanzando un grito que reverberó en toda la habitación.

—¡Sinvergüenza! ¡Despierta! —le grité, apuntando con el dedo como si eso pudiera borrar la escena frente a mí—. ¡Aprovechador! ¡Descarado! ¿Qué crees que estás haciendo aquí?

Él abrió los ojos lentamente, entrecerrándolos como si estuviera muy lejos de entender mi rabia. Se estiró, levantándose sin prisa, y me quedé helada al verlo. Su torso, firme y definido, se alzaba frente a mí con una seguridad que solo él parecía poseer. Los músculos de sus hombros amplios y de su abdomen marcado parecían hechos para provocar, perfectamente acentuados por la luz suave que entraba por la ventana. Cada línea, cada sombra de su cuerpo me aturdía, y tuve que hacer un esfuerzo por no apartar la vista.

La Marca del Destino ©Where stories live. Discover now