Capítulo diez: Rojo como la sangre.

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Me desperté extasiado, la luz que entraba por la ventana me cegaba por completo, quise pararme para cerrarla pero me encontré con un cuerpo que me lo impedía, era Jungkook. Dormía plácidamente, tenía una pierna enroscada a mi cintura, uno de sus brazos alrededor de mi pecho, su cabeza estaba a abajo de mi mentón y esa linda cabecita daba señales de un cabello negro azabache rebelde, despeinado por una almohada. Se veía como algo frágil, algo que cuando se toca se desvanece. Rocé con uno de mis dedos su pómulo y así tracé un camino hasta su mandíbula, haciéndome saber que su piel lechosa era como el terciopelo, el algodón y la seda. Sus pestañas eran finas, tan finas que prácticamente podrían no existir, pero eran demasiado negras como para no notarlas, se desviaban hacia arriba, buscando el techo. Sus labios, la mejor creación de arte que pude haber visto, eran de un rojo suave, el rojo que nos une, el rojo infinito que no termina.

—No digas que no te gusta admirarme.

—Me encanta, la verdad, es una de mis más grandes manías.

—Lo sé, porque también es una de las mías—dijo mientras sonreía, yo sólo le besé la coronilla.

—Mira, es temprano todavía y los dos tenemos que ir al instituto hoy, duerme un rato más, yo iré a hacerte el desayuno.

—Gracias, eres el mejor... ¿desde cuándo sabes cocinar?

—Desde siempre—le guiñé un ojo, en realidad no sé cocinar una mierda.

╰ ∞ ╮

¿Por dónde empiezo? ¿Qué se supone que tengo que hacer? Tengo una heladera llena de cosas pero no tengo idea de cómo se hacen estas cosas, no tengo ni la más mínima idea pero creo que sé quien me puede salvar de esta.

—Yoongi, escucha, ¿no puedo pedirte un solo favorcito? Juro que no es mucho.

—¿Qué quieres? Sabes que odio los rodeos.

—Ay, está bien, sólo quería que vengas a mi casa.

—¿Para qué? No puedo dejar a Jimin.

—Tráelo a él también. Quiero que me enseñes a cocinar un jodido desayuno

—¿Tú me estás jugando una broma? Mil años viendo humanos para nada, eres un ignorante chico. Ahora vamos.

—¡Eres el mejor que puede haber en este...

—Adiós—dijo, yo sólo sonreí. Uno de los motivos por el cual yo era amigo de Yoongi era por su carácter fuerte, creo que el puede derribar todo en su camino sin dañarse a él mismo. Jamás se sometió a algo que le hiciera daño pero se sometió al dolor el día que bajó aquí por Jimin y bien lo sabe, sufre al igual que yo.

╰ ∞ ╮

Jimin y Yoongi me han repetido más de 7 veces cómo hacer unas simples tostadas. No sirvo para esto entonces dejé que lo hagan ellos. No puedo, simplemente no puedo, ponganme a un mefistófel delante que yo podré con él en cuestión de un microsegundo pero la cocina era mi mayor enemigo, no sirvo para estas cosas. ¿Qué voy a hacer? Porque necesito alimentar a Jungkook, ¿él sabrá cocinar? Porque si no sabe tendremos que comprar comida hecha y generalmente la comida ya hecha es comida chatarra, ¡no quiero que él muera de colesterol alto!

—¿En qué carajos estás pensando? Las expresiones de tu cara cambian cada tres segundos, no te iba a decir ni una palabra pero te puede agarrar parálisis facial de tanta expresión—dijo Suga, Jimin estaba apunto de estallar de la risa.

—Control, esta es mi casa, no tolero faltas de respeto—dije en un tono de burla.

—Calla la boca y llévale esto a Jungkook, se hace tarde y vamos a llegar todos tarde. Mi vida, tú también aprovecha y come.

—Gracias Yoongi—Jimin le dio un beso en la mejilla, el rubor de las mismas se tornaron en un rojo interminable.

—¿Así me veo con Jungkook? Diu—dije mientras me iba con el desayuno hacia mi habitación antes de que Yoongi con sus ojos encendidos me quebrara mis preciados huesos.

Llegué a la habitación y Jungkook estaba despierto mirando a la ventana. Él me causaba sentimientos de adoración absoluta, la luz lo detallaba haciendo que él se viera como una ilusión, como si no fuera real, como si sus lágrimas no fueran reales.

—Dime, ¿por qué lloras? Me duele verte llorar, siempre que te veo llorar una parte de mí muere—dije mirando el piso mientras me sentaba enfrente suyo.

—Perdóname, es que...

—Estoy al tanto de todo lo que te enteraste, no es fácil, lo sé. Estaré bien—dije con una sonrisa ocultando el dolor, ocultando el frío vacío que me atormentaba todos los días.

—No hablemos de eso, ya encontraremos tiempo para hablar de aquello, ahora ocuparé mi tiempo en llenar mi estómago.

—Ese es mi chico—le despeiné el cabello, más de lo que ya estaba.

Terminó de vestirse y yo también, no tenía ganas de ir a ese mugroso lugar donde me dicen cosas que ya sé, todo por este niño.

—Tae, ¿qué es ese collar?—me preguntó mirándome a los ojos.

—Deseos prohibidos.

—¿Puedes explicarme mejor?

—Deseos que se me cumplen con sólo hacer la acción que está detallada en las reglas, incumpliéndolas, desaparece una de estas chapitas—dije acariciando mi collar.

—Por eso anoche desapareció una.

—Perfectas deducciones chico—sonreí.

—Sonrisas de mañana. Las mejores—él también se limitó a sonreír. Lo besé haciendo que desaparezca otra chapita, no pude detenerme. Sólo tres.

—¡Taehyung!

—¿Qué? Creeme que este es un recuerdo que jamás borraré, estoy haciendo recuerdos contigo. No estoy desperdiciando deseos, sólo cerré este recuerdo con un beso y así haré con todos.

—No tienes remedio.

—Por supuesto que no, por eso te enamoraste de mí—miré la hora—. ¡Corramos que se nos hace tarde! Yoongi y Jimin me van a matar—me miró confundido pero era tarde para explicaciones.

Bajamos corriendo, le indiqué a los otros dos que corran también, salimos de mi casa y llegamos al colegio justo a tiempo. Lo que es tener suerte.

—Te mataría, lo juro pero no me alcanza la energía—dijo Suga entre suspiros largos, dándome un puño débil en mi hombro.

╰ ∞ ╮

—Taehyung tengo que hablar contigo—dijo Haneul. Estábamos en la casa de Jungkook. Nos fuimos hacia el jardín para que el pequeño no nos escuchara.

—¿Qué es lo que tienes para mí?—dije con total frialdad.

—Dentro de una semana se desatará la esperada guerra.

—¡¿Una semana?!

—En una simple semana, los dos estaremos en bandos distintos, peleemos dignamente.

—Estoy de acuerdo...

¿Una semana? Por dios, jamás pensé que fuera tan pronto, ¿sólo podría tener una semana con Jungkook? Una simple semana...

—No le digas, simplemente, no le digas.

—Claro que no le diré nada.

—Está bien, gane o quien pierda, juramos que siempre lo protegeremos, ¿no es así?—me extendió el brazo.

—Es así, lo juré con cada parte de mí.—le extendí mi brazo también, apretando nuestras manos.

—00:00, desde ya, tenemos una semana.

Una simple semana...

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El capítulo diez, perdón si no es lo que esperaban pero mi falta de imaginación es abundante estos días y estoy mal por eso. De nuevo, muchas gracias por leerme n.n

Not every angel has wings. » VKook «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora