41 - Ahora me amenazas

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—No más interrupciones— protestó Draven entre dientes.

Sin mucha fuerza  me hizo a un lado despacio dejándome en la cama mientras él cogió sus pantalones oscuros y se los puso enojado.

—No, no, no, Draven, no— lo susurré a regaño.

—¿No qué?, le diré que se vaya.

—Déjame hablar con ella.

—¿Y qué le dirías?— me miró enojado.

—Señorita Ada, ¿Se encuentra bien?—se escuchó el sonido de la manija moverse, intentando abrir la puerta.

—Viene a dejarme el desayuno, por si no lo haz notado es tarde.

—¿Así desnuda?, no. Le diré la verdad—Draven se acercó a la puerta, y, sin saber qué tan rápido podría reaccionar, lo detuve tomando su brazo, tratando de frenarlo.

—No le dirás tal cosa— lo miré muy sonrojada y sorprendida por su sinceridad extrema—Si lo haces no te dejaré que me tomes de ahí— señalé un poco incómoda mi entrepierna con suma pena.

—Ahora me amenazas.

El general sonrió con una arrogancia que dejaba claro que había entendido a qué me refería, deteniéndose en seco ante mi amenaza. Por un momento, me olvidé por completo de que estaba desnuda, hasta que vi la bata de seda que estaba colgada en una esquina. Instintivamente, la tomé y me cubrí rápidamente, acercándome a la puerta y dejándola entreabierta, con el corazón acelerado.

—Amelia—apenas vi a la chica castaña que estaba con el charol entre sus manos mirándome sorprendida sin entender porque no la dejaba pasar.

—Te di mucho tiempo— intervino Draven jalandome hacia él para comentar molesto—¿Qué quieres?, no tenemos tiempo— cuestionó malhumorado a mi doncella dejando la mano firme en el marco de la puerta impidiendo que pasara Amelia.

—Draven, no la molestes, solo vino a traer el desayuno.

Amelia entreabrió la boca algunas veces tratando de conectar posiblemente sus neuronas para entender lo que estaba pasando porque era muy extraño que un hombre y no cualquier, el general esté en la habitación de una mujer.

—Amelia, muchas gracias— me agaché un poco porque el monumento de hombre dejó un espacio para que al menos pudiera interponerme en el medio.

—Nos has interrumpido de algo importante— confesó Draven cruzándose de brazos, la mirada de Amelia era de sorpresa al ver los brazos musculosos— Estábamos apunto de concebir a un pequeño Draven.

—Por favor, Draven— lo miré muy enojada y sorprendida al mismo tiempo.

—Estoy diciendo la verdad— me miró apenas maliciosamente—Me dijiste quiero un pequeño que tenga los ojos insípidos como los míos—no paraba de sonreír—Y no me pude negar, te dije, te haré trillizos. Estaremos aquí todo el día. Mejor le pregunto a tu doncella. Amelia, ¿Te imaginas un niño con el cabello negro?, claro debe tener mi personalidad.

—Amelia te pido disculpas— tome el charol con mis manos apenas la vi que estaba completamente estática, anonadada, paralizada como si su cuerpo fuera una estatua al escuchar los comentarios de Draven, tanto que su mirada se alternaba entre el rostros de Draven y mi atuendo que era solo una tela blanca.

—Seño...—carraspeó su garganta— esta noche hay una cena con los generales y el rey, pasaba para anunciar a la señorita Ada.

Antes de que Draven pudiera responder de forma grosera, le entregué el charol y le pedí que lo llevará al escritorio. De mala gana hizo caso. Aproveché el momento para hablar rápidamente con mi doncella, que seguía completamente paralizada por el momento.

Ada (Máscaras de secretos) PARTE 1Where stories live. Discover now