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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE.
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Corrí hasta la sala de espera del Director Dunoff, encontrándome a Gloria colgando una llamada y cuando me adelante a pasar al despacho del Director, Gloria se levantó, poniéndose enfrente de la puerta.

—T-tengo que entrar —estaba nerviosa, las manos me sudaban.

—El Señor Intendente nos dio la estricta indicación de que no dejáramos pasar a nadie —la mire con súplica, pero al igual que yo, parecía bastante alterada.

—El Señor Bustamante y yo somos básicamente como familia, Gloria —me mordí la lengua solo de decir tal estupidez—. El mismo me dijo que me mantuviera cerca porque quería hablar conmigo. Estoy consciente de que el Señor Intendente es una persona a la que no le gusta perder el tiempo, entonces vine yo misma para no desperdiciar su preciado tiempo.

—N-no se me dieron otras indicaciones, alumna D'Amico —ese tartamudeo era mi pase de entrada.

—Está bien, supongo que no le molestará que hable con mi padre. Él y el Intendente de la ciudad son grandes amigos, ¿Qué digo grandes? Mejores amigos —me acerqué al cubículo de Gloria, para agarrar el teléfono de recepción.

—No, no es necesario molestar al Señor D'Amico —puso su mano sobre el teléfono, acomodándose la ropa—. Si pregunta el Señor Intendente, nosotras no nos hemos visto, ¿De acuerdo?

Odié utilizar el nombre de mi padre para semejante chantaje, pero mi mente estaba nublada, solo quería asegurarme de que Marizza estuviera bien y que no estuviera en medio de un archivo expiatorio.

Me apresuré a entrar en la oficina del Director Dunoff, encontrándome en una sala de interrogatorio. Marizza sentada en la silla frente al escritorio del Director y el Señor Bustamante parado frente a ella con una pose autoritaria.

—Le gusta preguntar, pero no que le pregunten —una parte dentro de mí estaba tranquila de que Marizza se estuviera defendiendo bastante bien ella solita, pero por fuera me puso los pelos de punta el tono irónico que había usado para hacerlo.

—Señor Bustamante, aquí estoy como me pidió —alcé la voz tocando la puerta, para hacer acto de presencia.

—¿Qué haces aquí, Loreto? Te dije que te mantuvieras cerca, porque quería hablar con vos, pero no me refería ahora —su tono de voz era serena, siempre era así conmigo, pero eso no significaba que le tuviera menos miedo.

—Bueno, usted es una persona muy ocupada y no quería que desperdiciara su preciado tiempo en buscarme, entonces se me ocurrió venir yo misma en persona —me puse al frente de Marizza—. Adivinaré, ¿Están hablando sobre el informe de ética?

rebel girl ↯ rebelde wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora