𝟏𝟎: sentimientos

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Elena llevaba una semana de vuelta en Mystic Falls, y aunque por fuera parecía estar bien, por dentro era un caos

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Elena llevaba una semana de vuelta en Mystic Falls, y aunque por fuera parecía estar bien, por dentro era un caos. Fingir normalidad se había convertido en un acto reflejo: sonreír en el momento justo, asentir cuando alguien hablaba, reír cuando se esperaba. Pero cada gesto, cada palabra medida, era solo una fachada. En el fondo, algo en su interior se sentía roto, desplazado. No después de Klaus. No después del verano.

Había tratado de convencerse de que todo lo que pasó con él no importaba, que había sido solo una circunstancia desafortunada, una parte de su historia que debía enterrar y olvidar. Pero la verdad era otra: no podía. Por mucho que lo intentará, Klaus seguía ahí, en su mente, en sus pensamientos, en cada sombra que se extendía cuando la noche caía.

Y las noches eran lo peor. Durante el día, al menos podía distraerse con conversaciones triviales o rodearse de personas que la anclaban a lo que una vez fue su vida. Pero en la soledad de su habitación, con las luces apagadas y el eco de su respiración llenando el silencio, no había escapatoria. Los recuerdos volvían con una intensidad abrumadora. No todos eran oscuros, y eso era precisamente lo que la atormentaba.

Si Klaus solo hubiera sido el monstruo de siempre, si solo hubiera sido cruel, manipulador y despiadado durante todo el verano, odiarlo sería fácil. Seguir adelante sería sencillo. Pero no era así. Había momentos en los que lo había visto diferente en la intimidad, en los que su mirada se suavizaba, en los que la intensidad de su presencia no le inspiraba miedo, sino una sensación mucho más peligrosa: comprensión. Había visto una parte de él que nadie más parecía conocer, y eso la perturbaba. Porque no debía importarle. No debía pensar en él. No debía recordar la forma en que la miraba como si realmente la viera, como si entendiera partes de ella que incluso ella misma evitaba.

Se odiaba por eso.

Cada pensamiento sobre Klaus le provocaba una punzada de culpa, como si estuviera traicionando todo lo que alguna vez creyó, a su familia, a sus amigos... a Stefan. Pero ¿cómo podía evitarlo? Klaus había marcado ese verano de una forma que nadie más entendería, y fingir que nunca sucedió no haría que desapareciera.

Bonnie y Caroline se habían alegrado de verla de vuelta, pero también la observaban con una cautela silenciosa, como si esperaran que se rompiera en cualquier momento. Damon, en cambio, no dejaba de analizarla con esa mirada intensa, sospechando que algo en ella había cambiado. Y Stefan… con él todo se sentía extraño. Tal vez porque Elena ya no era la misma. Tal vez porque, después de lo que vivió, regresar a Mystic Falls no significaba volver a casa.

Quizás, después de todo, nunca podría volver a ser la misma.

─ ¿Estás bien? ─ preguntó Jeremy con el ceño fruncido, su mirada reflejaba una preocupación genuina.

Elena levantó la vista hacia él, notando la tensión en sus rasgos. Sabía que su hermano podía ver a través de su fachada, que había algo en su voz, en su postura, que la delataba. Pero no quería hablar de eso. No podía.

𝐔𝐍 𝐃𝐈́𝐀, 𝐓𝐑𝐄𝐒 𝐎𝐓𝐎𝐍̃𝐎𝐒 ── klaus mikaelson » elena gilbert Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang