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Cuando la incesante y atronadora alarma hace vibrar a toda la casa, incluida su cabeza, Iris despierta hecha un ovillo cubierto hasta las orejas. Todas las mañanas de todas las semanas de todos los meses, el mismo ritual, el fatigoso y exasperante sonido hace acto de presencia para recordarles que ese día no va a ser diferente al resto.

Pero hoy sí, hoy marcará un antes y un después en la vida de Iris. Hoy le entregarán los exámenes de Julio corregidos, en ninguno de ellos habrá una calificación menor que la de sobresaliente. Eso significará dos cosas: la primera, que podrá pasar al siguiente curso automáticamente ¡Mañana mismo empezarán las clases de sexto, su último año ya! La segunda, que estará a medio camino de conseguir su tan ansiada beca. Los requisitos que has de cumplir para que te concedan la ayuda son haber obtenido sobresalientes en todas las asignaturas de los dos últimos años. Las notas de cada curso dependen exclusivamente de los exámenes: para cada materia hay dos exámenes, uno en enero y otro en julio, las calificaciones que Iris logró en enero fueron excelentes, en ninguna faltaba un sobresaliente, así que no hay razón para pensar que en esta ocasión diferirán. En el caso de que no alcanzara la nota requerida en una sola de las asignaturas, aunque sea por unas insignificantes décimas ya no podría...

Pero prefiere no pensar en eso ¿para qué, si no va a suceder?

Iris da vueltas y vueltas en la cama y se arropa cada vez más, adhiriendo las mantas por todo su cuerpo, hasta que escucha la inconfundible voz de Aedes.

—¿Quién te crees que eres, la reina del lugar? ¡Levántate de una vez, holgazana! —chilla, mientras arranca de un tirón la acogedora manta y la arroja al suelo con enfado.

Iris da un fuerte respiro de resignación mientras tirita de frío por el descenso de temperatura que sufre su cuerpo por haberle despojado de su adorada cobertura. Ella solo esperaba su turno para entrar en el aseo mientras Aedes lo acaparaba. Se lo ha intentado explicar otras veces pero él tiene contestación para todo, siempre dice algo como: «¿Qué estabas esperando tu turno? Pues haber hecho algo de provecho mientras tanto. Recoge la casa, que mira cómo está. O estudia, ¿no te gustaba tanto estudiar?» preguntaba en un tono desafiante y sarcástico. Como si cinco minutos pudieran hacer mucho por sus notas.

Coge uno de los dos conjuntos que guarda debajo de su almohada y sus pies desnudos sienten el frío suelo mientras recorre los escasos metros que hay entre la habitación u el baño. Aedes la fusila con la mirada mientras le recuerda que hoy debe de ayudarles en algunas tareas antes de ir al colegio. «Sólo un año más, sólo un año más» piensa.

En doce meses exactos le otorgarán las notas de sexto, las definitivas, le informarán de que la beca le ha sido concedida, y podrá mudarse a un hogar Alfa. Será más modesto que el de los Luctor pero aun así, superará con creces la chabola actual.

Una casa en la que el salón, la cocina y los dormitorios se encuentren en estancias separadas, y no aglomerados en un diminuto cuadrado. Un lugar en el que el olor de la cena de la noche anterior no te llegue a veces, debido a la proximidad entre tu cama y la pila de platos sucios que se amontona en el fregadero, un lugar en el que hay un cuarto exclusivamente para la tele y otro para dormir, un lugar en el que cada uno tiene su propio espacio, su rincón íntimo. Y todo eso en menos de trescientos sesenta y cinco días, la simple idea le abruma.

La emoción recorre su cuerpo tímidamente, en pequeñas gotas, y después a chorros al tiempo que se pone el vestido negro sobre la camiseta blanca y lo desliza sobre unas piernas de un color casi igual de níveo.

Cuando sale del cuarto de baño Aedes ya se ha marchado y su hermano espera pacientemente mientras hace las camas. Es demasiado bueno.

Dentro de poco le recompensará todo lo que ha hecho y sigue haciendo por ella, de ese modo el sentimiento de culpabilidad no le volverá a fustigar más. Le pagará un colegio Alfa, de esos que no son gratis. En teoría cualquiera puede asistir a ese tipo de escuela, pero es necesario pagar una cuota, y como los Betas no disponen de dinero propio están excluidos por naturaleza. Todo el mundo sabe que ahí son más indulgentes, después le costeará los estudios en la universidad si no le conceden la beca.

UtopolisWhere stories live. Discover now