Capítulo 17: salvando rivales.

112 18 2
                                    

El viaje hasta Estados Unidos no tardó ni cuatro horas. Los aviones destinados a ese tipo de misiones eran rápidos, increíblemente rápidos. Desde que habían partido de Ezeiza, padre e hija se la habían pasado hablando de cosas que podrían llamarse mundanas. Cualquiera que los hubiera escuchado solo podría haber inferido que eran dos viejas chismosas atrapadas en el cuerpo de agentes del gobierno. Y en cierto modo, tendrían razón. Los Morfius no envejecen físicamente, pero sus pensamientos pueden haber nacido antes que ellos. Su memoria genética les permite tener esa cualidad.

Cuando bajaron del vehiculo, estaban en un aeropuerto bastante modesto. Para ser del primer mundo, no era una vista impresionante.

De inmediato unos soldados norteamericanos los condujeron hacia un helicóptero que descansaba en una plataforma cercana. Ocinrepocrelpekoelilag odiaba tener que viajar en vehículos humanos, pero era necesario para la misión. Traz, en cambio, disfrutaba la vista: ya hacia tiempo le había perdido el temor a volar.

Subieron al vehiculo y se sentaron uno junto al otro.

—Me agradan los helicópteros. Son maquinas hermosas—Acotó Traz.

—Zara, Zarita... ¿hay algo que no te agrade?—Le preguntó Ocin.

—La guerra.

El piloto soltó una risa corta. La guerra no le agradaba a nadie, eso era obvio. Salvo a los Yableahcim. Y a la mayoría de los Morfius. Y a los dirigentes políticos que se beneficiaban de ella. Pero, sacando a los nombrados, no le agradaba a nadie.

El viaje en helicóptero fue tranquilo. Sí, la gente estaba en pánico debajo de ellos, pero el cielo era un mundo diferente. Cuando agarraron un ave con las aspas y vieron la lluvia de sangre por la ventana, Nicolás estalló en carcajadas.

—Animales estúpidos, volando donde no deben—Acotó entre risas

—Las aves no saben lo que es un helicóptero, Nico—Le dijo Zara, dándole pataditas para que se callara.

—No me refería al ave—Susurró.

Zara recordó el disco de lectura. En él había párrafos y párrafos burlándose de la humanidad. Detuvo las patadas. Sabía que golpear de manera leve a su padre era algo inútil.

Cuando el vehiculo llegó a un helipuerto ubicado en la cima de un edificio, hija y padre bajaron de él. Se acercaron al barandal y pudieron observar, desde esa posición que suponían segura, como Sarogatipsetracsednotwen avanzaba por la calle aledaña.

El controlado, montado en la cabeza del tercer hijo de Ocinrepocrelpekoelilag, alzó la vista cuando estaba a cincuenta metros del edificio.

—¡Lindo estomago!—Le gritó a Traz.

—¿Qué?—Preguntó confundida

—Caliente, cómodo, nivel de ph un poco bajo y mortal para una siesta. ¡Pero va con mi estilo!

Nicolas ya había saltado por el barandal, aterrizado patas arriba cual un gato y, una vez que reajustó la dureza de sus tejidos (que había tenido que aumentar para no dañarse severamente con la caída) se fue a enfrentar cara a cara a su hijo.

—Que el de abajo se identifique—Ordenó en aigmeano.

El avance del gigante se detuvo.

—Sarog...—Estaba diciendo cuando su padre lo interrumpió.

—Numeritos, bien.

—Padre, estás vivo—dijo el controlado sin expresar sorpresa. Sin embargo, Ecallawlednemniwrad si la expresó— Deberíamos pasar unos minutos de calidad sin intentar matarnos, sin rencores ¿sabes?

La manipuladora de mundos(Los nacidos de Aigma #2)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن