Se arregló la laptop pero se malogró el cargador. ¿Alguien me dice qué tipo de sal soy? Al más pobre más sal le echan.
Bríxida
Quería pensar que no estaba rodeada de traidores, que no he sido tan ciega y burlada todos estos años, pero saber que uno de los hombres más leales a mí pertenece a las mareas de Viktaria, cuya reina me dio la espalda hace tantos años, hace que me sienta casi de la misma manera que el día que supe de la traición de mi hermano: furiosa, indignada, incrédula y, también, un poco triste.
Odio esta nostalgia, odio que los recuerdos vengan como mareas embravecidas y que la asimilación de la traición se convierta en olas feroces que aplastan todo lo que conozco, todo en lo que creía y confiaba. ¿Es mi culpa? ¿Es por la maldición o por mi propia mano que ocurre todo esto? ¿No merezco lealtad? ¿No merezco que las personas vean en mí algo más que una corona? Mi corazón se hunde. El corazón que la gente llama hecho de piedra se derrite, se desmorona con cada sucio secreto revelado, con la decepción. «Puedes decir que eres amigo de la reina» Las palabras, un día dichas con la ilusión de una chiquilla, ahora me queman desde adentro. «Seamos amigos y envíemonos cartas. Me gustaría saber de ti cuando te vayas de la capital».
¿Fue por las cartas? Suena a una excusa bastante infantil. ¿O todo estuvo planeado desde el primer día? Eso suena peor.
Creí que era mi amigo. A pesar de la desconfianza, a pesar de que me quise convencer de que él sería otro traidor, una parte de mí quiso creer otra cosa y se aferró al recuerdo de ese viejo amigo, con el que nunca más volví a intercambiar cartas que no fueran formales. Una parte de mí siguió pensando... pensando en tonterías. Puras tonterías. Él es un calipsis, y eso lo hace un mentiroso y un enemigo.
Los calipsis son primos de las sirenas, aunque a las hembras calipsis y a las sirenas no les gusta que la gente ni las leyendas las emparenten. A diferencia de las sirenas, las calipsas tienen una forma de dos piernas que aprecian mucho más que su forma monstruosa. Nunca he visto a un calipsis en el agua, pero sé que a Bianca le disgustaba tomar esa forma, tan engreída como era, decía que el cambio le robaba toda su belleza y la convertía en una criatura de aspecto salvaje y horroroso. Las sirenas tienen colmillos, branquias y manos de rana, pero los calipsis son mucho más feos. «Todos los calipsis somos demasiado vanidosos para vivir bajo el agua» me había dicho Bianca. «Nos gusta mojar nuestras escamas de vez en cuando, pero preferimos nuestra forma de dos piernas. Es más civilizada y nos permite vivir con lujo y hermosura. Difícilmente conocerás a un calipsis que piense diferente».
Claro que nunca tuve oportunidad de conocer a un calipsis además de las Cuatro Hermanas, y las historias de Bianca sobre sus mares me quitaron las ganas de visitar cualquier lugar de su reino que no fuese su castillo o el Páramo de Terra Fervente. Las hembras calipsis, me dijo, son seductoras y juguetonas con los hombres, tal como las sirenas, salvo que ellas tienden a ser mucho más agresivas y sádicas, y su carácter en realidad es bastante frívolo y severo. Y están acostumbradas a pelear, a matar y a torturar, a demostrar quién es la más fuerte y solo mostrar respeto a la ganadora. Reinar sobre ellas no es cosa de lealtad ni de herencia: si la matrona se vuelve débil, las calipsas la destrozarán. Si su heredera demuestra ser indigna, la matrona será repudiada y así mismo su estirpe.
Los machos, en cambio, son más amables y carismáticos, o eso me dijo. Que son socialmente más aceptados entre los mortales y la gente en general, pero eso los hace el doble de peligrosos: su habilidad para engañar, para manipular y cambiar su personalidad a lo que la gente quiere, y así construyen su confianza.
Y, a diferencia de sus hembras, son leales como perros a su reina.
Es cosa de naturaleza, es instinto, y es un principio al que no pueden negarse.

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La Soberana Maldita ©
Fantasy«Se arrodillan ante su soberana, pero a mis espaldas susurran la palabra "maldita"». Las maldiciones persiguen a cualquiera, sobre todo si naces con una corona sobre tu cabeza. Tras seis meses formándose en el vientre de su madre, la primera primogé...