Capitulo 6

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Eran más de las 10 de la noche cuando golpearon a mi puerta, sabía quién era.

—Hola—le dije a Erick mientras le permitía pasar a mi casa.

—Lamento llegar tan tarde—se disculpó—Marcia…

—Está durmiendo arriba, en la habitación para invitados. Lo siento estaba cansada—suspiro pesadamente.

—Está bien, es una niña, a esta hora es normal que duerma.

—¿Quieres un café?

—Sí, gracias.

Luego de preparar el café nos sentamos en mi sala, él volvió a suspirar.

—Mucho trabajo—pregunte, tomó mi mano entre las suyas y entrelazo nuestros dedos, ese simple hecho me hizo sentir muy bien.

—No tanto, solo el papeleo es lo que me cansa.

Deje mi taza en un mueble y me senté más en su dirección.

—¿Cómo estuvo tu día?—pregunto, me encogí de hombros—me refiero a ese hombre.

—Ha—murmure—bien, él solo…

—¿Qué pasa?—se acercó a mí, tanto que sentí el calor de su cuerpo, su olor.

—Él dijo que quiere una oportunidad con nosotros, para ser una familia—sentí su mano tensarse.

—¿Qué le dijiste tú?

—Nada, no quiero que este cerca, ni mío ni de mi hijo.

—Pero es su padre— ahora yo me tense.

—Pero él…

—Es el padre de tu hijo—insistió, sus dedos masajearon mi mano—debes hablar con Feña sobre esto.

—No quiero que él le haga daño, que lo decepcione—él tomó mi rostro.

—Entiendo, pero debes darle la oportunidad de conocerlo, de saber quién es su padre—acaricio mi rostro con sus dedos—a veces es mejor permitir que pasen ciertas cosas.

No supe cómo responderle y tampoco me importo ya que él se inclinó para besarme, como la otra vez, lentamente al principio pero luego con más deseo, enterrando su lengua en mi boca, una y otra vez.

—Erick—jadee cuando se movió por mi cuello.

—Si quieres que me detenga dilo—volvió a besarme—si no lo haces ahora no podré detenerme luego.

—No…—dije—no quiero que te detengas.

—Mm—él gimió mientras volvía a besarme intensamente.

De repente me tomó de la cintura y me hizo sentarme a horcajadas sobre él, sus manos subieron por mi espalda hasta mis hombros, por mi cuello y se detuvieron en mi rostro.

—No sabes lo hermosa que eres—murmuro besando tiernamente mi mentón, me estremecí por su caricia—ni cuanto te deseo—bajo por mi cuello.

—Puedo sentirlo—le dije. Moví mi cadera contra él, sintiendo su duro deseo contra mi centro, jadeo y agarro mi cintura para detenerme.

—Basta, si haces eso, yo…—lo bese, tanto como deseaba, empujando su lengua con la mía, apretándome a él, a su duro cuerpo.

—Cama—le dije, volví a besarlo—vamos a mi habitación.

—¿Estás segura?—pregunto.

—Sí—nos besamos más tranquilamente.

No quería detenerme, no quería pensar, era demasiado el deseo, esa necesidad de otra persona, quería sentir la piel contra piel, lo quería a él.

Aun dentro de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora