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Miro a mi alrededor, todos en la mesa de Gryffindor me miran curiosos, otros asustados, el Gran Comedor está en silencio, ¿qué se su pone que debo de hacer?

—¡No seas tonto, Sirius! —grita Charlie, agarrándome de la mano y sacándome del Gran Comedor a la velocidad máxima que le permitían sus piernas. 

Sentía todas las miradas puestas en nosotros, desde los de Hufflepuff hasta todos los Slytherin, todos con curiosidad en la mirada.

No habíamos subido cuatro escalones cuando la carta se empezó a quemar, dejando que la voz de mi despreciables madre se hiciera presente.

"—¡Sirius Black III! ¿Cómo se te ocurre pedir permiso para ir a otra casa esta navidad? ¡Tú te quedas en Hogwarts, señorito! —Charlie seguía subiendo las escaleras jalando mi brazo para perseguirla— ¡No te has salvado de lo anterior! ¡Mira que quedar en Gryffindor!... ¡¡Qué deshonra!! ¡No mereces ser un Black sangre pura como nosotros! ¡¿Y te dignas a pedir permiso para ir a la casa de un amigo esta navidad?! ¡Tu padre y yo estamos muy decepcionados de ti!..."

Maldito vejestorio —susurra Charlie subiendo las escaleras, me río por su comentario.

"—...Pero yo le dije a tu padre, no tenías nada digno de un Black, ¡Tú no eres mi hijo! ¡No vuelvas a mandar una nota más a esta casa! No pidas permiso, dinero, ropa... ¡Nada! ¡Mejor aprende de tus primas Narcissa y Bellatrix! ¡Hasta Andrómeda quedó en Slytherin! ¿Así te haces pasar por un Black! ¡No creo qu..." —Charlie cierra el retrato de la Sala Común, dejando al otro lado el Vociferador.

—¡Pero que mujer tan desagradable! —grita enojada, aún se oían unas palabra del Vociferador.

—Te vas acostumbrando —digo sonriendo.

—No deberías —dice tranquila, mirándome. Sus ojos color caramelo penetran los míos con sutileza... siento que puede ver todo lo que pienso—. Sé que duele que tu propia familia te haga a un lado, por cuenta propia entendí ese dolor —iba a replicar, pero ella pareció darse cuenta y me silencia con un movimiento de manos—... ¡No me vas a decir que no duele! ¡Tus ojos están cristalinos, tus manos tiemblan y tus ojos están decaídos! —grita furiosa— ¡No me mientas! ¡Odio que lo hagan! —me mira, calmándose al ver mi sorpresa. Acerca su mano a mi mejilla derecha y limpia algo, una gota... una pequeña lágrima rebelde— Confía en mí, Sirius. Yo soy tu familia, James, Remus y Peter también lo son —iba a decir más, pero creo que me quedaré con las ganas de saber que iba a decir.

Los merodeadores.Where stories live. Discover now