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—¡Chicos! —grita Mamá Euphemia desde afuera de nuestro habitación— Ya está la cena, bajen antes de que se enfríe.

—¡Ya vamos, mamá! —contesta James poniéndose sus pantalones, Remus sonríe y se sienta a su cama, esperando que terminemos de cambiarnos porque, claro, como chico perfecto, él ya estaba listo— ¡Vamos! Mamá odia desperdiciar comida... o volver a calentarla.

—¿Tu madre odia algo? —pregunto asombrado, James asiente con la cabeza— Wow, asombroso.

—Miau, ya lo sé —contesta James riendo.

—¡Dije "wow" no "wouf", idiota! —grito molesto, James abre la puerta riendo a carcajadas, Remus sale después de James tapándose la cara, con algo que daba a entender lo ridículo de nuestra situación.

Miro la cama vacía en la habitación antes de salir. Nunca imagine que Charlie estaría molesta conmigo, menos en días de Navidad. Era injusto, porque yo no podía enojarme con ella.

James, Remus y yo nos sentamos. La madre de James nos sirve un pedazo de... no-sé-qué, y se sienta a un lado del señor Potter, agarrándole la mano y mirándonos con ternura.

La familia Potter siempre a sido muy cálida y acogedora, es como si fueran tu familia verdaderamente.

James me patea bajo la mesa y yo suelto un gemido de sorpresa y dolor, luego le respondo el golpe, pero, por accidente, golpeo a Remus, él gime levemente, me mira y yo me disculpo con la mirada, mas nunca te metas con un Lupin.

Él me lo devuelve el doble de fuerte, causando que James ría con burla, consiguiendo un puñetazo discreto en el brazo por Remus.

—¡Ya basta! —grita el señor Potter después de unos minutos de golpes y patadas que pasaron de ser discretos a más que obvios. Todos nos dejamos de mover, James va a hablar, pero su padre lo calla con la mano— No hables, oigo ruidos en la sala.

El señor Potter se levanta y saca su varita de la túnica, encaminándose a la sala. Mamá Euphemia se levanta y se pone en pose de defensa, James dijo que su madre era buena duelista, espero que sí. El señor Potter no termina de salir del comedor cuando se escucha una voz estridente, exigiendo algo, o mejor dicho, alguien.

¡Remus John Lupin! —Remus se paraliza, pero parece saber de quien es la voz, y, sin importar que el señor Potter esté en el pequeño marco que separa el comedor con la sala, corre empujando a todo ser viviente que se interpusiera entre ellos dos.

Logro ver la cara de Remus, asustada, sorprendida y triste. Algo no iba bien... aunque dudo que algo esté bien en las condiciones en las que estamos. Y sí, hablo del estúpido inadaptado del Lord Voldemort.

—¡Charlie! —se oye el grito de Remus desde la sala.

James y yo no levantamos de nuestras sillas y salimos corriendo al escuchar el nombre. Al llegar a la sala miramos como Charlie tiene pequeños rasguños en la cara, su cabello desordenado, ni se diga su ropa, rota, sucia y con manchar rojas en ella, debe ser sangre. Charlie tiene su varita en mano. Parece completamente enojada y salvaje.

Oh, pero que salvaje más sexy.

—¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada? —pregunta Charlie alerta.

Todos estamos en un pequeño estado de shock, pero Remus reacciona y asiente con la cabeza. Charlie sonríe tranquilamente, la sonrisa más grande que he visto en mi vida, pero lo bueno dura poco, ¿no?

Las mejillas de Charlie se mojaban con las lágrimas que salían de sus ojos, pero su sonrisa no disminuía. Ella abraza a Remus por el cuello y se cuelga a él con demasiada calidez, mamá Euphemia llega a la escena y se acerca a el señor Potter, susurrándole algo.

—Charlie, querida —dice el señor Potter, Charlie no hace ni un movimiento, sigue aferrada al cuerpo de Remus—, ¿nos puedes decir que pasó? —Charlie niega con la cabeza, se oye un pequeño sollozo y Remus la abraza por la cintura, aferrándola más, si es que se puede— Bueno... ¿nos podrías responder unas preguntas? Es algo que hacemos en estos tiempos, ya sabes, para saber si no están usando pociones multijugos —Charlie se encoge de hombros.

—Está bien —dice mamá Euphemia, con la ternura y cariño que la identifican—. James, Sirius, ¿podrían preguntarle algo que la identifique?

—Charlie... ¿qué le regalé a Sirius en su cumpleaños? —pregunta James, se oye un pequeño murmuro, no entiendo que dice, pero Remus asiente con la cabeza, dando a entender que dijo lo correcto—... ¿Desde cuándo sales con Peterbilt? —miro a James, ¿Charlie había salido con Peterbilt?

—Pequeña, habla un poco más fuerte —murmura Remus.

—Ya no salgo con Peterbilt —se oye la voz de Charlie, algo arrastrado y quebrado.

¿Qué? ¿De qué rayos me he pedido?

James sonríe y asiente con la cabeza, luego me ve y me hace una pequeña señal para preguntar.

—Charlie, ¿qué pasó en el tren? —miro como Charlie lleva su mano a sus labios y luego me levanta el dedo corazón.

—Eres un tonto que no se puede mantener parado más de dos segundos sin caerse —gruñe molesta, mínimo ya se le pasó lo triste, ¿no?

—Es ella —murmuro sonriendo, Charlie camina hacia mí y me da un puñetazo en la cara—...   ¡¿Qué rayos te pasa?!

Siento como los brazos de Charlie me envuelven, sorprendiéndome completamente. Rodeo sus hombros con mis brazos, ella recarga su cabeza en mi pecho, respirando pesadamente.

—Tenía miedo —murmura, se acerca más a mí, parecía que se quería esconder en mí—, no quería que les hicieran más, menos a Remus y...

—Todo está bien, híbrido —digo acariciando su cabello. Ella se separa de mí y me sonríe.

—¡James! —dice y se avienta al cuerpo de James, él la abraza y sonríe dándole un beso en la frente.

—¿Por qué soy a la única que no le has dado un abrazo? —se queja mamá Euphemia.

—A mí tampoco me ha abrazado —corrige el señor Potter.

—Pero tú no cuentas —murmura Euphemia haciendo un gesto con la mano. Charlie suelta a James y va con mamá Euphemia. Ella abraza a Charlie y la carga levente—. Te extrañé mucho, mi niña.

—Hola, mamá —murmura Charlie riendo.

—¿Y qué hay con tu papá? —gruñe el señor Potter.

—Tú no cuentas —dicen Charlie y mamá Euphemia.

Después de la cena, a la cual se le agregó una silla de más para Charlie, subimos a nuestra habitación. Charlie entró al baño para limpiarse, pero la verdad quería dejar las preguntas que le hacíamos para otra ocasión.

—Chicos —murmura Charlie desde la cama de Remus—, los quiero.

—Oww —decimos todos causando que ella riera.

—Menos tú, Sirius, por ser un grano en mi hermoso trasero —murmura riendo.

—No puedo ser un grano en el trasero, menos cuando no tienes trasero —contesto.

Siento el dolor detonar en mi cabeza, luego miro a un lado, ¡la maldita niña me había lanzado la lampara de mesa!

—¡Púdrete, Black!

—Alto —murmura Remus—... ¡¿Le has visto el trasero a mi hermana?!

—Creo que tienes que explicar mucho, Black —dice con burla James.

Mierda.

Los merodeadores.Where stories live. Discover now