El Dolor De La Soledad |Neji Hyūga|

🔥Capítulo 7🔥

—Kakashi-sensei, lo hemos estado buscando por toda konoha.—habla Naruto.

—Ya tenemos el gato, kakashi-sensei. ¡Misión cumplida! —dice la voz chillona de Sakura.

—Ese no es el gato que tendríais que haber cogido vosotros, es ese. —dice el tercero señalando a Akemi. Sasuke, Naruto y Sakura la miran.

—Ah, entonces nosotros el que tendríamos que haber cogido es el que tienen ellos, ¿cierto? —pregunto.

—Si —responde —pero bueno, da igual, habéis cumplido vuestra primera misión y os felicito. Podéis retiraros.

—¡Hai! —decimos.

—Pero... ¿y el regalo? —dice Hiroshi.

—¿Que regalo, Hiroshi? —dice Kira rascándose la nuca y riendo, nerviosa.

—El regalo que...

Y antes de que acabara la frase, Hiroshi ya tenía un chichón en la cabeza.

—Sigue caminando, Hiroshi, sigue. —dice igual de nerviosa Kira.

—Mei, ¿quieres venir conmigo a Ichiraku ramen? Así nos podemos conocer un poco más. —me dice Akemi.

—Vale, si no hay más remedio —Digo sin ánimo ninguno.

—Si no quieres ir no pasa nada, lo entiendo. —Dice con tristeza al notar mi poco ánimo.

—No no, ¡claro que quiero ir contigo a Ichiraku ramen, me encantaría! —Digo ahora con más ánimo.

Algunas veces parezco bipolar.

Akemi sonríe y nos dirijimos a Ichiraku ramen. Cuando entramos, Naruto está sentado, comiendo como un cerdo.

—Hola, Naruto, que sorpresa verte en Ichiraku ramen. —digo poniendo mis manos sobre mi cintura.

—«Sarcasmo» —pienso.

—¡Pero si siempre estoy aquí, no tendría que ser una sorpresa para ti!.—dice, al parecer, un poco furioso.

—Parece que Naruto no sabe lo que es el sarcasmo. —Le susurro a Akemi, la cuál ríe.

Nos sentamos y Naruto se queda mirando a Akemi.

—Hola, ¿y tu quien eres? —pregunta de repente.

Me doy con la palma de mi mano en la frente y me sale un pequeño TIC en el ojo izquiedo.

—Naruto... ¡Ya sabes quién es perfectamente!

Le doy un puñetazo y sale volando fuera de Ichiraku ramen.

—Mei-chan, ¿porque hiciste eso? —dice desde dónde está —me hiciste daño.

Me levanto y voy a ayudarle.

—¿¡Que ha pasado aquí!? —pregunta alguien detrás de mí, eufórico. —¿A habido una pelea? Porque si es así... ¿donde está el macarra que ha echo esto?

—Lee, ya vale —dice una vocecita de chica, también detrás mío.

Le ayudo del todo a levantarse a Naruto y cuando me doy la vuelta veo unos ojos perla muy bonitos y cautivadores.

—¡Naruto! —dice el tal Lee —¿quien te hizo daño?

Naruto se soba el chichón que le ha salido en la cabeza y responde: —ésta bestia casi me mata —dice apuntándome.

Me indigno y sonrío falsamente —Naruto-kun, no digas tonterías —río para disimular.

—¿Ésta belleza te ha echo eso? ¡Imposible!

Tanto la chica cómo yo nos indignamos y le metemos un puñetazo en toda la boca para que se calle.

La miro y sonrío —Me llamo Mei, encantada de conocerte.

—Yo Ten-ten, igualmente —reímos tontamente. —Me caes bien.

—Pues sí, esa dulzura puede hacer eso —dice Lee.

—¡Y voy a hacer muchas cosas mas como no te calles!

—Que escándalo estáis metiendo, vámonos ya —dice el chico de ojos perla que por lo que parece es del clan Hyūga.

—¡Mei!¡Kira-sensei nos llama! —dice Akemi desde el puesto de ramen.

—Encantada de conocerte Ten-ten, espero volver a verte —digo dirigiéndome de nuevo al puesto de ramen.

—Mei, Akemi, os he estado buscando —dice Kira —mañana tendremos otra misión, a las 8 en la puerta de konoha, ¿de acuerdo? Llevar provisiones. Decírselo a Hiroshi que yo no lo encuentro por ningún lado. Adiós chicas. —dice con prisa, atropellando las palabras.

—Vamos a buscar a Hiroshi —propone de inmediato Akemi.

Asiento.

—¿Quien es Hiroshi? —aparece de nuevo Naruto por detrás, me doy la vuelta y se lleva otro puñetazo.

—¡Ya lo sabes, idiota! —le digo

Marchamos en busca de Hiroshi, y no lo encontramos por ningún sitio de konoha.

—Podemos ir a buscar por el bosque. —propongo.

—Si, a lo mejor esta allí.

Corrimos hasta el bosque que está enfrente de la puerta de konoha. Lo recorrimos durante una hora y no lo encontramos, me estaba empezando a preocupar, hasta que vimos a lo lejos una piedra muy alta, había alguien sentado encima de ella mirando el precioso paisaje que había delante de sus narices. Estaba deseando por dentro que fuera Hiroshi y así darle la información de la misión y irme de una vez por todas para mi casa.

Subimos hasta la piedra y, si, era Hiroshi. Un alivio recorre todo mi cuerpo.

—¿Que hacéis aquí? —Pregunta frío.