Hora tres:

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¿Tienen alguna idea de lo que se siente perder a tu familia?

Yo si, y deseo que nunca pasen por esta experiencia. Llevo tres malditas horas sin mi familia y aún no puedo creerlo. ¿Dónde estarán? ¿Qué estarán haciendo? ¿Con quién estarán?

Luego de haber soltado unas cuantas maldiciones, me levanto del sofá y comienzo a caminar frente al gran cristal que muestra toda la ciudad. Caminando de lado a lado. Pensando en nada. Puedo notar que Gustavo está siguiéndome con la mirada a cada instante.

Ya me incomoda que esté aquí. Pero claro, ¿cómo voy a dejarlo ir cuando él es quien me está aclarando algunas cosas?

En la casa hay mucho silencio. Bruce y Félix están investigando algo en la computadora, Gustavo ahora está mirando al carajo, no sé en qué está pensando, y yo..., bueno, yo estoy muy preocupado.

Mi teléfono celular comienza a sonar y frunzo el ceño. No sé dónde diablos lo he dejado. El teléfono sigue sonando y yo me acerco al sonido del mismo. Está en la encimera de la cocina. Tomo el movil en mis manos y miro el número.

No es ningún número restringido, pero es un número extraño. Dudo unos segundos en contestar pero luego decido hacerlo. Quien sabe si sea Annie.

- Habla Smith.

- De..., señor Smith, ha-habla Michael, el-el de su e-equipo de se-seguridad.

- Michael, por Dios, ¿estás bien?

Ante esta pregunta, puedo notar que Bruce y Félix se levantan del sofá y se dirigen hacia mi, Gustavo hace lo mismo.

- Eh-eh..., eso creo. Ne-necesito ayuda.

- ¿Dónde estás?

- Estoy fre-frente a tu trabajo. Por favor, ¿po-podrías traerme un-un poco de ropa? -su respiración es muy entrecortada-, por favor...

- Claro, ¿estás con alguien?

- No señor.

- Iré para allá.

Termino la llamada telefónica y me giro hacia Bruce.

- ¿Todo en orden? -pregunta en tono muy preocupado-.

Michael y Bruce han trabajado conmigo por años. Ellos se conocen muy bien y son muy amigos, según Bruce, se aman como hermanos. Puedo entender su preocupación.

- Emmm..., Michael me llamó del teléfono público que está frente a mi trabajo, también me pidió algo de ropa. Busca un poco de ropa de mi armario y búscale unos zapatos.

- Si señor -respondió Bruce-.

- Y tú -dije dirigiéndome a Félix-, busca algunos calmantes, agua, equipo de primeros auxilios..., lo que sea para ayudar a Michael a calmarse, debe estar muy mal.

- A la orden señor.

- ¿Ayudo en algo? -pregunta Gustavo-.

- No hace falta que ayudes -digo pasando por su lado dirigiéndome al sofá a tomar la Mac-.

Una vez que estamos listos, todos vamos al subterráneo y nos subimos a mi furgoneta personalizada, la Mercedes Benz Sprinter B6, la cual tiene equipo de seguridad instalado, asientos cómodamente reclinables, un pequeño refrigerador, equipo de música, entre otras cosas. Bruce decide conducir, Félix se va en el asiento del copiloto y Gustavo y yo, nos vamos a la parte trasera.

Mientras tamboreo con los dedos sobre mi Mac, no puedo dejar de hacerme muchas preguntas. ¿Por qué Michael me llamó de un teléfono público? ¿Los cabrones que se colaron en mi casa no se lo habían llevado? ¿Para qué quiere ropa? ¿Qué carajos le sucede?

Veinticuatro Horas (Trilogía EDMJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora