Capítulo 8.

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Por la mañana todo se nota muy tranquilo.

He conducido una hora entera hasta la empresa porque la noche anterior me he quedado a dormir con Amanda y su padre.

El ambiente tranquilo se deshace en cuanto piso el primer piso de la empresa y me hallo con un tremendo drama. El señor Edward y Alan están entre una discusión que parece ser un tanto fuerte.

En cuanto me acerco más, escucho por qué discuten.

—¿Quisieras dejar de regañarme como si fuera un niño? Encima lo haces frente a toda la empresa —Alan se queja, rechinando los dientes y el señor Edward bufa, abrumado.

—Si no quieres que te regañe como a un niño, deja de comportarte como uno, Alan —replica su padre, con un tono furioso y le queda mirando de la misma manera.

Al oír eso, una risa sale de mis labios. Y Alan de inmediato me mira al oír mis risas. Su rostro es serio, se dio cuenta que me burlo de él. Con la mirada de Alan sobre la mía, me acerco a ellos con una sonrisa y carraspeo, borrando la sonrisa de mi rostro.

—Buenos días, señores Ashby —saludo.

—Buen día, Carlile —el señor Edwar saluda, pero Alan se inmuta.

—Disculpen... ¿Dónde está Stan? Tenemos un proyecto por terminar aún y me pidió que lo mire aquí en el lobby, pero no sé si ya ha llegado.

—Claro, Stan llegó hace unos minutos —afirma el señor Edward.

—Uh, entonces... No me esperó...

—Sí lo hizo —el señor Edward frena mis palabras para poder hablar—. Pero yo le dije que se marche a trabajar con James. Eso significa que usted y Stan ya no trabajarán juntos para el proyecto, al menos por el momento.

—Pero... ¿Por qué no? —yo frunzo mi gesto, desentendido y el señor Edward suspira, dándole una mirada de reclamo a Alan, quien sólo se esconde entre sus hombros.

—James pidió un cambio de compañero... Y como no estabas tú, lo dejamos con Stan.

—Sí, me imagino que James no aguantó más estar...

Antes de que acabe de decir algo más, Alan carraspea y me mira, furioso y amargado.

Qué va.

—No aguantó estar esperando un nuevo compañero, imagino... —completo la frase, cambiando lo que en realidad quería decir. Alan se ríe, irónico y yo suspiro—. ¿Quién será mi nuevo compañero de proyecto?

—Alan —contesta el señor Edward, con prisas.

En cuanto el señor Edward me aclaró aquello, supe que Alan y él discutían porque seguramente Alan se rehusaba totalmente a trabajar junto a mí. ¡Vaya! Han pasado dos semanas ya y aún no sabe tomarse el trabajo enserio... Pero no le queda de otra.

Alan me mira, como tratando de analizar mis gestos. Y me doy cuenta que ha perdido el sentido. Ya no sabe analizarme como antes lo hacía. Y eso hace que me duela el pecho, porque yo aún sé cómo analizar cada facción de su rostro... Desde su enojo, sus nervios, su todo... El dolor se recorre de mi pecho a mis muñecas, bajando y haciéndome respingar. Mi cuerpo tiembla y yo bamboleo desde mis rodillas. Pero lo que me hace sentir bien, es que Alan lo nota, pero duda en tenderme la mano. El silencio se vuelve incómodo y no nos sacamos la mirada de encima. El señor Edward ya se ha marchado. Dijo unas cuantas cosas que yo no escuché... Porque me he mantenido perdido en los ojos de Alan. Estamos solos. Mirándonos... Me gusta. Pero a él no.

—¿Qué esperas, maldito flojo? A trabajar... —dice tras unos instantes y estoy casi seguro que tartamudeó para hablar. Pero igual me pasa de largo, sin mirarme y se va al ascensor.

In These Veins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora