Capítulo 8.

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Estaba despierto desde las diez de la mañana, cuando el despertador de Miles sonó, pero mantenía los ojos cerrados, fingiendo que estaba dormido ya que Miles Kane estaba dando vueltas por la habitación y no tenía intenciones de hablar con él, no quería hablar de lo que había sucedido el día anterior. Había sido un completo error. Lo que hizo y lo que dijo. No podía olvidarlo, se le venía a la cabeza la situación y recordaba lo húmedos que eran sus labios... Y no podía pensar en otra cosa que no fuera eso. Si bien no había tenido muchas novias a lo largo de su vida, jamás había dudado de su sexualidad hasta que él apareció. Y le aterraba no estar aterrado por eso. Cualquier otro en su situación estaría realmente mal, pero él no lo estaba. En cierto punto sí lo estaba, había besado a uno de sus guitarristas favoritos, y su preocupación estaba en que toda la confianza que había adquirido con él se desvaneció en cuánto se besaron.
Abrió los ojos y observó a Miles durante unos segudos, se movia de un lado a otro en la habitación, estaba acomodando su ropa, o algo así, pero aún seguía con su pijama puesto. Cuando veía que estaba por voltearse volvía a cerrar los ojos y así estuvo por un largo tiempo.

—Alex —murmuró—, deja de hacerte el dormido, ya te vi.

Abrió los ojos y apretó sus labios. —¿Qué haces?

—Esa pregunta va para ti.

—No estaba haciendo nada... Sólo mirando.

—Me pones incómodo —admitió con una sonrisa tímida.

Al parecer, lo sucedido la noche anterior los tenía revolucionados a ambos...

—Lo siento... —dijo, y se levanto de la cama, no quiso siquiera acercarse para saludarlo, así que con una distancia prudencial lo miró y preguntó: —¿Quieres desayunar?

Miles le sonrió ampliamente y asintió. Alex comenzaba a acostumbrarse demasiado a esa sonrisa, y a sonreír en efecto. Corrió escaleras abajo, mientras pensaba que se suponía que debía hacer con la situación, creía que realmente era algo que no podía sostener, y quizás en verdad era algo que no entendía. No entendía como había pasado de pensar solamente en Johanna Bennett a pensar en Miles Kane en un abrir y cerrar de ojos.  Abrió la alacena sacó la caja de cereales y dos tazones, y luego sacó la leche de la heladera. Preparó ambos tazones con cereales y volvió a subir las escaleras.

—Te traje cereales —dijo Alex y dejó el tazón en la mesa de noche. Si su madre se enterara que estaba comiendo en la habitación probablemente lo castigaría.

—Gracias —le respondió se sentó en la cama junto a él—. Realmente creí que tu reacción sería distinta.

Aunque no quería tocar el tema aún, comenzó a hablar. —¿Creías que iba a rechazarte?

—Sí, digo, cuando me acercaba a ti parecías realmente nervioso, me confundí tanto hasta el punto de creer que eras alguna clase de homofóbico —comentó para luego llevarse la cuchara a la boca—. Pero ahora sé que no eres nada de eso.
Alex no pudo decir nada, simplemente se quedó en el lugar, a lo que Miles se adelantó. —¿Debo disculparme por haberte besado?

—No, creo que no... Pero quisiera tener tiempo para pensar, uhm, ¿entiendes lo que quiero decir?

Miles soltó una carcajada. —Sí, creo que entiendo. Quieres tener tiempo para pensar sobre eso y está bien, pero... Me alegra que no te alejes de mí —comentó con una sonrisa y posó su mano sobre la suya, provocando un sonrojo en las mejillas de Alex.

—Sigamos manteniendo el secreto —dijo y por primera vez sonrió.

Cuando el sol comenzó a caer, decidió cruzar a la casa de Matt, necesitaba despejar su cabeza por un instante de aquel chico con el que convivía temporalmente. Ocupaba su cabeza desde la noche anterior, parecía haber obtenido un gran espacio en su cabeza para quedarse ahí durante un tiempo indefinido. Tocó el timbre y en menos de lo que esperó, su mejor amigo estaba frente suyo.

—Te ves terrible, Alex.

—Vaya manera de saludar —dijo divertido y lo hizo a un lado para entrar a la casa.

—Hablo en serio, ¿te has visto al espejo? —le respondió Matt, con leve preocupación.

Sí, se había visto al espejo. Tenía dos grandes ojeras y su cabello estaba hecho un caos, por más tiempo que le dedicó peinándolo no logró buenos resultados. —Sí, lo he hecho... No tuve una buena noche, es todo.

Casi con temor, Matt se atrevió a preguntar por ella. —¿Aún sigues pensando en Johanna?

Alex agitó la cabeza, y cerró los ojos con un poco de frustración. —Creo que es algo peor que eso —murmuró, y antes de que preguntara, se adelantó—. No tengo ganas de hablar de eso ahora mismo.

Matt Helders lo observó con cierto enojo. —¿Recuerdas cuando solías contarme todo?

—Matt...

—Quiero ayudarte, Alex, pero no tengo idea que sucede contigo, y eres mi mejor amigo, sabes como funcionan las amistades y tu has olvidado poner tu grano de arena para que todo funcione.

Tenía razón. Antes de Miles era Johanna. Y en la primera ocasión no le había explicado a nadie lo que le sucedía. Y ahora sentía que debía hablar con él respecto a eso. Porque era su mejor amigo, y quería ayudarlo. Aunque sabía perfectamente que quizás no lo pudiera ayudar y que no se lo tomaría nada bien.

—Me siento realmente atraído por Miles Kane —susurró sin levantar la mirada del suelo.

Por minutos no oyó nada más que el ruido de la calle. Luego, cuando decidió alzar la cabeza, Matt estaba mirándolo con el ceño fruncido.

—¡Bromeas! —exclamó y comenzó a reírse. —Casi me la creo.

—No, no —suspiró—. Él me atrae mucho, Matt.

¿A quién podría lastimar con tan sólo intentarlo?

Probablemente a él mismo...

inseguridad › milexWhere stories live. Discover now