Capítulo 9.

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Millones de nubes amenazantes decoraban la mañana, el frío en Brighton era mucho más fuerte que en Sheffield, y a pesar de que no iba a estar mucho tiempo allí, odió a su madre por no estar con él a la hora de hacer las maletas, pues no había llevado mucho abrigo, y a pesar de eso, su equipaje pesaba muchísimo. Tenía hambre y había perdido a todos sus compañeros luego de bajar del avión. Su celular se había quedado sin señal, y era completamente en vano intentar levantarlo por arriba de su cabeza para buscar señal.

Se sentó en una hilera de silla y esperó a que mágicamente lo encontraran. Las horas pasaban, y con ellas su situación empeoraba. Estaba sentado con los brazos cruzados sobre su pecho y sus piernas cruzadas, intentando así retener todo su calor corporal. Tiritaba de frío y no sentía su nariz. Podría haber tomado un taxi hasta el hotel en donde se hospedería la banda, pero realmente no había prestado atención cuando decidieron en donde se quedarían, era culpa de Miles, que mientras hablaban tocaba con delicadeza su amada guitarra acústica y era difícil para Alex mantener su atención en la conversación cuando Miles deslizaba sus hábiles dedos por las cuerdas.

Habían llegado a la mañana y ya era más del mediodía. Comenzó a pensar que se habían olvidado de él, y que de ningún modo lo estaban buscando, así que, sin más esperanza, se levantó del asiento y comenzó a caminar arrastrado su equipaje detrás suyo. Se sentía triste, demasiado triste, y no sólo por el hecho de que lo habían olvidado, sino que había notado la manera en la que Matt se había alejado después de haberle dicho que Miles le hacía sentir algo. Claro estaba que no lo iba a tomar del todo bien, pero esperaba compresión o algo por su parte. Quizás no fuera correcto, quizás no debió jamás abrirle las puertas de su casa, y mucho menos haberle pedidio que se quedara durante toda la gira. Pero las cosas ya estaban hechas, y varias cartas estaban sobre la mesa. Tan sólo dependía de él.

-¡Alex! -oyó detrás suyo y se volteó, buscando con cierta desesperación al dueño de aquel hermoso acento. Cuando lo vio correr hacia él, inconscientemente, sonrió. -Maldita sea, Alex, te he buscado por todos lados, creí que no te iba a encontrar jamás -dijo, algo enojado y se quitó la chaqueta que llevaba puesta y se la colocó sobre los hombros-. No deberías enfermarte justo ahora.

-Gracias, Miles -dijo sin dejar de sonreír.

-Vamos, los chicos deben estar preocupados.

Miles le había mencionado en el trayecto que el hotel era bastante lujoso y grande, y todos tenían una habitación propia, pero que desafortunadamente, Nick y Jamie estaban en el sexto piso y el resto en el séptimo, aunque estaban seguros que las habitaciones serían para dormir, dado que probablemente se la pasarían todos juntos durante el día. Cuando llegaron, Alex pudo comprobar aquello que había dicho y también encontró a sus tres amigos bien vestidos con intenciones de irse a algún lugar.

-Te habíamos perdido luego de bajar del avión -dijo Jamie en cuánto lo vio en el hall.

-No -respondió molesto-. Ustedes se fueron sin mí.

Sabía que no valía la pena discutir con sus amigos respecto al incidente, pero le había molestado demasiado y Miles había sido el único que intentó buscarlo mientras que suponía que eran ellos tres los que conocía desde siempre, no Miles. Y ahora, llegaba y no mostraban demasiado interés, de hecho, iban a salir sin él.

-¿Ustedes se quedan? -preguntó Jamie.

Alex enrojeció de la furia y subió al ascensor sin decir palabra, pero no sin antes haberles dado una mirada de odio a todos. Quizás fueran supersticiones suyas, pero sentía que desde esa noche en la que le dijo a Matt Helders lo que sentía por Miles Kane, la relación con la banda había cambiado notablemente, poniendo en primer lugar a su mejor amigo.

De pronto, se dio cuenta que era estúpido creer que fuera así, era su vida, ¿por qué no podría estar con Miles si él lo deseaba? ¿Quién podría decirle qué era lo correcto y qué no más que él mismo? Nadie, ni siquiera sus mejores amigos.

Miles lo siguió, y subió al ascensor junto a él, y en cuanto las puertas se cerraron, dejándolos atrapados entre cuatro paredes, Alex habló.

-Quizás deberíamos salir por nuestra cuenta también -Miles enarcó una ceja sonriendo de lado, algo sorprendido-. ¿The Strokes y cervezas?

-Suena genial.

n/a: realmente estoy sin ganas de nada, por lo que no leí para corregir errores de coherencia y ortografía, además olvidé mis anteojos en algún lugar por lo que veo N A D A, tenía mucha culpa por ausentarme durante tanto tiempo y bueno... He aquí mi mejor intento de capítulo. También sé que es corto y se me quemaron como mil neuronas para hacer este pedacito de mierda, ya vendrán tiempos mejores... Espero.

inseguridad › milexWhere stories live. Discover now