DÍA 20

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El sabor metálico de la sangre me regresó a la realidad o... eso creía. No había más que oscuridad a mi alrededor, negrura infinita. Ni siquiera mi propia sombra podía hacerme compañía. El olor a moho y humedad se sentía en el aire, me hacía arrugar la nariz. Era difícil respirar aquí.

Ansiaba profundamente estar viva porque, si esto era la muerte, no quería toda una eternidad aquí.

Intenté mover mi cuerpo para ponerme de pie pero unas cadenas me lo impedían.

—¿Hola? —pregunté a la nada.

Giré la cabeza a mi lado izquierdo. Había alguien más. Podía escuchar su pesada respiración. Cada inhalación parecía costarle más que la anterior. Parecía estar haciendo un infinito esfuerzo por mantenerse con vida.

—Am...—escuché que susurraban.

Era Lucas.

Por un momento quise preguntarle cómo se encontraba pero eso era demasiado estúpido.

—Escúchame. —habló nuevamente. Tosió antes de continuar. —tienes que matarme...

—olvídalo. — le interrumpí.

—Shh, déjame terminar. —regañó—estoy muy mal. Así no me maten, voy a morir. —tosió nuevamente—por favor, tienes que hacerlo.

Reí. Esto era ridículo.

—A veces es mejor la ignorancia. —suspiré— No entiendo y no quiero hacerlo. No voy a matarte. —aseguré.

—Una vida por otra vida, ¿recuerdas?—intentó hacerme razonar.

—Lo recuerdo. —afirmé— Así como también recuerdo que no es cualquier vida. Prefiero morir antes que matar a quienes quiero.

—Por quienes quieres es que debes hacerlo. —gritó— Am, yo prácticamente morí desde el día del accidente, mi madre ya me sufrió. El daño ya no puede ser mayor. —dijo.

—No sabes lo que dices. —me molesté—¿Crees que podría vivir después de haberte matado? —pregunté—es obvio que no sabes.

Todo quedó en silencio nuevamente. Cada uno molesto con el otro. ¿Qué pretendía? ¿Qué lo matara y fuera feliz por siempre? ¿Qué le asegurara que no lo iba a hacer? ¿Qué intentara razonar que su muerte era lo mejor?

— ¿Recuerdas cómo llegamos? —preguntó.

—No. —respondí.

Ya había intentado recordar cómo terminé en este lugar pero me era imposible.

"Pero no una vida cualquiera." Era lo único que podía recordar con claridad. Seguía sonando una y otra vez en mi cabeza.

No sé con exactitud cuánto tiempo pasó antes de escuchar unos pasos acercarse. Podía calcular que eran unas cuatro o cinco personas. Escuché una puerta abrirse y me acurruqué como acto de defensa.

Pasaron unos segundos más antes de que la luz invadiera el lugar. Parpadeé repetidas veces antes de ver con claridad.

En efecto, eran cinco personas. Mi madre, mi padre, la madre de Lucas, Raúl y por supuesto Melissa. Se le notaba feliz. Ella y Raúl vestían una túnica negra con gorra, les tapaba los zapatos. En sus manos traían un libro grande, parecía ser una biblia.

Por otro lado, mis padres y la señora Lena tenían únicamente sus pantalones. Estaban golpeados y tenían dibujado en su pecho una estrella como la que había dibujada en el suelo. En el suelo estaba exactamente lo mismo que había visto aquel día en la casa de Melissa. Recordé todo.

Muerte AnunciadaWhere stories live. Discover now