DÍA 9- PARTE II

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Se abrió la ventana de golpe, un frío helado cubrió toda la casa, por instinto me abracé a mí misma, debía conservar el calor, todo aquello que era de vidrio se empañó, moriríamos de hipotermia.

-Me congelaré- espetó Raúl entre los dientes.

-Lo sé, tu cara está muy roja, creo que nos estamos quemando, ven, tenemos que salir de aquí- Dije estirándole mi mano.

Raúl la tomo sin dudarlo y empezamos a caminar lo más rápido que podíamos, nuestros pies no respondían muy bien, llegamos a la puerta e intentamos abrirla.

-¡Ayúdame!, la halaremos en cuanto yo cuente tres-  le comuniqué a Raúl.

-uno, dos, ¡tres!- las ventanas y puertas de toda la casa se empezaron a abrir y cerrar, Los platos de la lacena caían al piso uno por uno, las luces se apagaron.

-¡¿Qué es lo que quieres?!- Grite con histeria.

Luego de esto todo paró, las luces se encendieron, el frío se fue y las puertas y ventanas dejaron de moverse.

-¿Esto es todo?, pfff- Dije entre risas.

-¿Quieres más?- Me respondió Raúl molesto.

El foco explotó, una sombra negra me empujó haciéndome caer al suelo, mi nariz empezó a sangrar mientras Raúl luchaba por abrir la puerta. Una fuerza sobrenatural empezó a arrastrarme por toda la casa.

-Raúl, abre la puerta- grité desesperada.

-Eso intento, ¿No ves?

Me empecé a revolcar en un intento de zafarme pero antes me hacía más daño.

-¡Raúl! ¡Vamos!, abre la maldita puerta.

-Ya casi está- Dijo Raúl quien había cogido un palo para ayudarse.

Emitió un grito fuerte y por fin logro abrir la puerta, todo volvió a la normalidad, eran las 4:30 a.m.

Ninguno de los dos emitía palabra alguna, ¿Qué podíamos decir?, yo, una chica de 17 años luchando con algo o alguien que probablemente no exista, ese mismo quien asegura mi muerte dentro de 11 días, ese mismo que me volvió la vida una pesadilla, una pesadilla interminable, todo por un sobre, por una carta que jamás debió ser leída, por lo menos no por mí, una carta que odiaré como a nada en el mundo, una carta que simplemente arruinó todo lo que una persona tiene asegurada: la misma muerte.

Sinceramente, preferiría morir de repente, acostarme un día y no volver a despertar, la peor cosa que le puede pasar a alguien es ser anunciada que morirá dentro de tantos días, meses, años, por más que pienses en “disfrutar” lo poco que te queda sólo hay una cosa en tu mente: “la cuenta regresiva”.

-¿Estás bien?- preguntó Raúl rompiendo el silencio.

-Sí, estoy bien- dije secamente.

-¿Quieres que llame a tus padres?

-No, preferiría que llames un taxi.

-Lo haré, no me tardo.

Desapareció Raúl por una de las tantas puertas que habían en su casa, sólo una cosa seguía revoloteando en mi mente: ¿Y ahora qué sigue?, me pregunté.

Llegó el taxi unos 10 minutos después, me despedí de Raúl y éste me abrazó fuertemente, como una muestra de apoyo.

El taxista me llevó a casa, ¿Y adivinen qué?, así es, otros 70000.

Miré al nuevo portero y no pude evitar sentir pena por Raúl, ¿A cuántas personas más le haría daño?, mis padres, Lucas, Raúl…

Llegué frente a mi puerta y respiré profundamente antes de entrar, debía inventar una historia para proteger a mis padres.

-Hola- llegué al lugar donde todos se encontraban, habían incluso personas extrañas.

-¡Cariño!, dime que estás bien por favor- se acercó mi madre a inspeccionarme de arriba abajo mientras sus ojos botaban descontroladamente una tras otra lágrima.

-Mamá, estoy bien, ahora sólo quiero descansar.

-En cuanto despiertes queremos una muy buena explicación- me reprochó mi padre.

-Lo sé, la tendrán.

Subí a mi cuarto y me tiré en la cama, al instante mis parpados cayeron sobre mis ojos y me dejaron olvidar por un rato aquello por lo que estaba pasando.

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 ¡Hola!

Trataré de subir nuevo capítulo todos los días (no es seguro).

¿Cuál es tu personaje favorito?

¡Feliz noche! 

 

Muerte AnunciadaWhere stories live. Discover now