Capítulo 1.

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(Harry's pov)

Nací en Londres, y mi familia se mudó a Los Ángeles cuando cumplí cinco años.

Siempre he querido volver a Londres, no me he sentido del todo cómodo en esta ciudad.

Mientras pienso, oigo cómo me llama alguien.

-Harry, ven aquí.

-Voy, mamá. ¿Qué quieres?

-Tu padre y yo hemos estado hablando, y te queremos proponer algo.

-¿El qué?

-¿Qué te parece estudiar una carrera en Londres?

Al instante, corrí a abrazarles.

-Es el sueño de mi vida, muchas gracias -dije entre lágrimas.

Una semana después me encontraba en el aeropuerto, buscando a Liam Payne, el dueño del apartamento en el que me alojaría mientras estudiase.

De repente, alguien me saludó a lo lejos. Le respondí al saludo y me acerqué.

-Hola, tu debes de ser Liam.

-Así es, y tú Harry, me imagino.

Él era alto, delgado y tenía mi misma edad. Lo que más me impactó fueron sus ojos castaños y su preciosa sonrisa. Salimos del aeropuerto y nos dirigimos a al edificio donde a partir de ese momento viviría.

-El piso está cerca, iremos andando si no te importa.

-De acuerdo.

-¿Habías estado antes aquí, Harry? -Dijo llevándose un cigarrillo a la boca.

-Sí, viví aquí durante unos años. Lo echaba de menos.

-Me alegro de que estés contento. Quedan dos calles para llegar.

Me quedé con la boca abierta tras ver el enorme edificio que tenía delante de mis ojos, algo de lo que Liam se percató.

-Te gusta, ¿eh? -dijo sonriendo.

-Muchísimo -sonreí también.

Dejamos las maletas en la puerta y recorrimos todo el apartamento. La visita finalizó en la terraza, se veía una puesta de sol bellísima desde ahí.

-Harry, ¿Quieres una copa? -Había una barra con gran variedad de bebidas sobre ella.

-Sí, pero algo suave, no quiero tener resaca en la primera mañana que pase aquí.

Me desperté al día siguiente, efectivamente, con resaca. Me encontraba en mi nueva habitación, con las persianas bajadas. En la mesita de noche había una pastilla y una nota: "para cuando despiertes. Seguro que la necesitarás. -L" Liam estaba haciendo muchas cosas por mí, y eso que no sabíamos nada el uno del otro, la verdad es que todo era muy confuso.

Decidí no darle más vueltas y darme una ducha rápida. Salí de mi cama y me miré en el espejo. Pensé que tenía que cortarme el pelo, que estaba demasiado largo. Pero me desconcertó otra cosa: los bóxers. Llevaba puesto unos malditos bóxers rojos, y que yo sepa, nunca había tenido ningunos de ese color. ¿Qué mierda había pasado la noche anterior?

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