CAPITULO 34

2.4K 122 2
                                    

NARRA PONCHO

Acogedor sería para mí la palabra menos adecuada para describir este lugar. Es mi departamento, yo lo escogí... pero a pesar de los años, no he logrado sentirlo nunca como mi hogar. El hogar que yo construí, constaba de una hermosa mujer risueña y adorable que me volvía loco con sólo pensarla y una pequeña niña hermosa que tenía mi corazón en sus manos. Esto es sólo un apartamento vacío, sólo estoy yo y no importa cuántas mujeres pasan por aquí, jamás será mi hogar.

Voy a mi habitación para verla, sigue dormida. Decido hacer café cuando despierto, sé lo mucho que le gusta a Any despertarse con una buena taza. Cuando estábamos juntos, las mañanas en las que no tenía que trabajar intentaba siempre despertarme antes que ella para preparar la leche de Abril y tener su café listo en cuanto abriera los ojos y mi recompensa era su sonrisa y pasar una encantadora mañana con las dos mujeres que me traían loco ¿Qué más podía pedir?

Voy a la cocina. Tomo la cafetera de vidrio que está en el gabinete, busco el café que está en la alacena y pongo algunas cucharadas, lo lleno con agua y lo pongo en la estufa quedando con el sonido silbante y el aroma que me recuerda aquellos días felices.

-Buenos días -Me sobresalto al escuchar su voz porque en ningún momento la sentí llegar. Trae una de mis camisas puestas, su cabello está recogido en un moño flojo con mechones cayendo en su rostro, está natural y oh por Dios... está preciosa.

-Buenos días. Creí que seguías dormida -Ella se sentó en el taburete frente a mí y sonrío -¿Cómo amaneces? Estoy preparando café

-Estoy bien. Anoche dormí muy bien en tu cuarto

-Cómo te sientes hoy?

Ella levanta levemente los hombros y hace una fina línea con los labios

-Mejor. No creí que recordar iba a ser tan difícil. Lo fue... y mucho

-Tu mente estaba intentando protegerte del dolor y esa barrera de protección que había creado, eliminando tu memoria, se esfumó dándole paso a todas esas emociones que habías reprimido ¿No?

-Debiste ser psicólogo en lugar de médico -Dice riendo leve

-He tenido que trabajar de la mano con psicólogos en casos como estos. Por eso tengo algo de conocimientos. -Huelo el café. Me aparto para buscar un par de tazas, y las lleno y, en la de ella añado un poco de crema como le gusta y se lo pongo enfrente.

-Gracias -Bebe un sorbo. Yo me siento frente a ella y también disfruto de mi taza. Ambos bebiendo café en mi cocina, se siente tan bien, un poco como en los viejos tiempos y parte de mí quisiera poder parar el tiempo y quedarme así con ella para siempre. Pero no puedo detener el tiempo y hay cuestiones entre nosotros que aun necesitan ser aclaradas.

NARRA ANAHÍ

Bebimos café en silencio... un momento agradable, no tanto como cuando seguíamos casados, cuando nuestra vida era perfecta pero fue tranquilo y ameno.

- ¿Puedes dejarme preparar el desayuno? -Le pregunto y él niega de inmediato

-Descuida, yo puedo hacerlo.

-Pero yo quiero hacerlo -Me bajo del taburete - ¿Hace cuanto no pruebas las mejores tortillas de tu vida eh? -Bromeo a la vez que entro al refrigerador y saco unos cuantos huevos

-A decir verdad hace mucho-Lo miro y está sonriendo, tal como esperaba -Te ayudaré ¿Está bien?

-No. Déjame hacerlo sola, tú has hecho mucho por mí, quiero hacer algo por ti yo ahora ¿Sí?

-Any... no hago nada por ti esperando nada a cambio

-Lo sé. Y justo por eso quiero hacer esto. Tu ve a la sala a sentarte mientras yo preparo esto ¿Sí? -El se resigna y asiente levemente

La Memoria Del CorazónWhere stories live. Discover now