Capítulo 22

1.3K 94 12
                                    

Matt

Cuando corto la llamada con Amy, me dejo caer en mi cama. No sé, me esperaba algo más dulce por su parte. Lo único que me ha dicho es que no me va a echar de menos, y eso me hiere el orgullo. Jamás una chica me ha dicho algo así, aunque claro, ninguna es como Amy. Todavía no me creo que me haya dado una oportunidad, y mucho menos que quiera salir conmigo.

Estoy acostumbrado a cambiar de chica continuamente, y se me hace raro no llevarme a la cama a una los viernes. No era más que diversión, pero ya sea por mis encantos o porque eran todas unas cabezas huecas, ellas siempre terminaban llorando cuando ya no me servían para nada. Eran de usar y tirar, por así decirlo. Nunca he sentido nada por ellas, por aquellas chicas cuyos nombres ni siquiera conozco, pero Amy... es diferente.

Recuerdo el primer día en el que un profesor nos mandó hacer un trabajo juntos. Ya me había fijado en ella alguna vez, pero era tan tímida y reservada que no me llamó especialmente la atención. Debíamos tener unos ocho o nueve años. Por aquel entonces era el gracioso de la clase y el chico malo, y ya apuntaba maneras para ser sarcástico y desagradable. Pero lo que no me esperaba era que ella también tuviese una lengua tan afilada como un cuchillo. No se dejó intimidar por ninguno de mis comentarios, y supe en ese momento que no era en absoluto como pensaba. Me hice la promesa de que Amy Evans sería mía costase lo que costase.

«Mírate, eres patético. Pareces una tía teniendo una charla de chicas con sus amigas» me digo a mí mismo, sonriendo. No puedo soportar el hecho de Amy esté en vete tú a saber dónde y que encima, Alex esté con ella. Intento odiarlo, por todo lo que la hizo sufrir, pero en el fondo, lo comprendo. Sé lo que es tener un corazón roto. Ugh, ya estoy otra vez poniéndome melodramático.

Voy al salón y enciendo la televisión. Paso los canales sin encontrar nada que me convenza, así que me quedo en silencio, mirando al suelo. De repente, me suena el móvil y veo que es un mensaje de... ¿Cómo era? ¿Ashley? Bueno, de la rubia esa. Va a celebrar una fiesta de verano mañana y estoy invitado.

Por un momento, pienso en no ir, pero necesito diversión. Las fiestas son divertidas, y no tengo nada mejor que hacer, así que le contesto diciendo que cuente conmigo.



Amy

Sarah se acerca a mí corriendo y me abraza, con una sonrisa muy falsa. El exceso de perfume me abruma, así que me aparto de ella rápidamente.

—Pero bueno, Amy, ¿cómo estás? —pregunta, observándome y analizándome con la mirada de la cabeza a los pies—. Hacía tanto que no nos veíamos...

—Tampoco es que quisiera —le espeto, con brusquedad.

Alex suelta una risita ante mi comentario, y lo fulmino con la mirada para que se calle. Sarah, tan inocente como siempre, le guiña un ojo y dice, con voz seductora:

—Hola, guapetón —hago un gesto como que voy a vomitar, y ella vuelve a fijar la vista en mí—. ¿Qué tal está la tía Beth?

Aprieto los puños y cuento hasta diez mentalmente para serenarme.

—Sabes perfectamente cómo está, Sarah.

—Así que es cierto... Cuánto lo siento por tu madre —se lamenta, aunque se ve que está actuando—. ¿Y qué haces aquí? Pensaba que no salías nunca de tu ridícula ciudad.

—Estoy de vacaciones —respondo, sin dar ninguna explicación más.

—Yo también. ¿Has venido con esos chicos rubios? ¿Los Black?

Chicos, chicos... y más chicosWhere stories live. Discover now