Doce: Padre e hijo

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La noticia de saber que tendríamos un niño y una niña me alegró toda la semana. Con esa suerte, conseguí que me contrataran definitivamente en la empresa e incluso me ascendieran a sub-gerente de administración.

Las cosas estaban saliéndome perfectamente, en un par de meses quizás no tendría que vender la casa en la que Violeta y yo estábamos viviendo, y después de la llegada de los bebés, empezaría a hacer presupuesto para comprarnos un apartamento en la ciudad.

Sin embargo, mi felicidad no era completa. Mi familia era un desastre. Tenía un padre que no había si quiera contestado mis llamadas ni respondidos a mis mensajes en el contestador. Tenía un primo que parecía lanzarse de cabeza al alcoholismo y una tía histérica y preocupada por su único hijo.

Todos ellos estaban envueltos por los problemas de Chris y su atención estaba clavada en él, lo que no era muy bueno para mi. Básicamente, yo contribuí al desastre de vida en el que se había convertido Chris.

Cuando pensaba en ello me preguntaba cómo pudo obsesionarse así de Violeta y por qué. Sabía muy bien que no era amor porque si yo hubiera estado en su lugar... Si ella lo hubiera elegido a él.

¿A quién iba a mentirle? Si Violeta lo hubiera elegido a él, yo hubiera buscado la manera de hacerla mía, de que me quisiera a mí pero nunca la lastimaría. Y si me hubiera dado cuenta que su amor no me pertenecería...

Ponerse en los zapatos de Chris era complicado porque no estaba seguro de como hubiera reaccionado si la situación hubiese sido alrevez.

Una vida sin Violeta ahora era inconcebible. Sonreía tan sólo pensando en la familia que estaba formando con ella, pero debía de alguna forma incorporar mi nueva familia a la que ya tenía.

Antes de volver a casa me di una vuelta por la de mi padre. Con suerte, lo encontraría en su estudio.

Me aparque frente a la casa y busque la copia de la llave que escondíamos debajo de una maceta. Me encamine hacia el estudio y toqué la puerta. Escuche a mi padre caminar y abrirla para encontrarme con el rostro sorprendido.

- ¡Que extraño verte aquí! - fue todo lo que dijo antes de volverse y dirigirse a su escritorio.

- Vine a ver como estabas. No me respondías los mensajes así que vine a verte.

- Ya me di cuenta... -se quedó callado por un largo rato observando unos planos que habían sobre la mesa-. Me enteré que ya tienes un trabajo estable y que es uno muy bueno. Felicidades.

- Gracias. Justo hoy se ascendieron... Padre, yo... Mis bebés nacerán pronto y odiaría que no conozcan a su abuelo. Quizás tuviste razón al principio cuando me dijiste que no estaba listo para tomar decisiones, pero creo que las cosas me han salido bastante bien y ahora sí lo estoy.

- Me alegró por ti -respondió secamente.

- ¿Es todo lo que dirás?

- ¿Que quieres que te diga?

- No quiero que me digas nada, quiero que actúes como un padre. No entiendo tu actitud conmigo.

- Elliot, todo lo que te ha pasado es por un golpe de suerte. El trabajo, el ascenso, eso no significa que lo hayas obtenido porque así lo hayas planeado ni tampoco te absuelve de todo lo que tus impulsos provocaron.

- ¡Oh ya entiendo! Tu actitud conmigo es por Chris.

- Después que lo empujas al alcohol, cuando ves que Violeta intenta rescatarlo, la detienes.

- ¡La estaba arrastrando con él! ¡Los bebés estuvieron en peligro!

- ¡Pero no por su culpa!

La rebelde y el guapo: capítulos extrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora