Tres

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J A C K E S

Pub El Dorado.

Beta Dorada. 01:58h

En las colonias Doradas, lo único que importa son los puntos que tienes. Los puedes conseguir a base de misiones y tareas militares, pero sin ellos, no eres nadie. Los puntos se cambian por payers, y con los payers –la moneda común- puedes permitirte comprar productos de importación provenientes de Upsidion u obtener asistencia médica.

El ejército nos da 50 puntos cada mes que estamos a su servicio, y asistencia médica básica. Es uno de los atrayentes para los nuevos reclusos. Las misiones rondan entre los 100 y los 500 puntos, dependiendo de su dificultad, así que si quieres conseguir algo más que pagar tu cuota militar -48 puntos mensuales-, tienes que participar constantemente en alguna.

Jessi pasa y desvela su jugada. Estamos echando una partida a mentiras. El mecanismo del juego es muy sencillo: solo consiste en engañar al resto con el valor de tus cartas. Somos diez participantes y hay en la mesa 20 puntos. Sé que soy el candidato predilecto a ganar –mi expresión es totalmente serena y contundente. Nada de sudores, nada de tocarse la nariz. Soy como un reflejo congelado-, pero decido retirarme, para sorpresa de todos. Estoy cansado de preocuparme solo por conseguir puntos.

Dejo la mesa y me siento junto a Leah en uno de los sillones de aire. Las vistas son envidiables: desde aquí tenemos una panorámica perfecta a las tres estrellas del sistema. La más lejana a nosotros, Danad, parece un guisante anaranjado. Me siento aliviado de no contemplar Upsidion desde esta perspectiva.

La pesadilla de la madrugada pasada se dibuja de nuevo en mi cerebro. Es como una escena que se repite una y otra vez en mi subconsciente: yo matando a mi padre con una pistola. Bajo la mirada y dejo escapar el aliento. Debería sentirme como un monstruo, pero no lo hago.

Decido olvidar el tema y pensar en otra cosa. En la FX500, por ejemplo. Rememoro punto por punto mi conversación con Alexander en la zona de entrenamiento. Si de verdad la misión se tratase de una mera intercepción, me hubiese escuchado y hubiese aceptado la ZD200. Pero no; su contestación ha sido contundente: necesitaremos una nave de combate. Es tan visible que algo no encaja en este puzle que cada vez me arrepiento más de haberme implicado en él. Al menos espero que nos paguen bien.

Miro de reojo a Leah. Está dispersa en su asiento. Observo el nuevo color de su cabello y de sus ojos; esta vez ha escogido una combinación de azules para ambos. La verdad es que su cambio ya no me sorprende; casi todas las semanas estrena un nuevo look. Desde que se puso de moda en la capital -hará unos seis meses- es casi un capricho necesario para la gente de alto rango.

Nunca he estado allí, en Alpha Blanca, aunque la he visto a través de las retransmisiones que muestran las pantallas principales. No me imagino cómo debe ser vivir en la nave; cada imagen que recuerdo, muestra una colonia construida a base de lujos y colores. Un mundo inalcanzable para una persona de mi nivel, lleno de caprichos como el de Leah.

— ¿Te vienes?

Dejo caer la cabeza sobre el respaldo y sonrío a Jessi, que espera a mi lado de pie. A ella le gustaría cambiarse el color de sus ojos, pero todavía no tiene suficiente ahorrado -8000 payers-. Es ambiciosa, al igual que yo. La diferencia es que ella se deja arrastrar demasiado por las modas de los ricos y yo no. En realidad, me alivia que no tenga suficientes puntos; no la identificaría sin su mirada azulada, su cabello plateado y sus pecas.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2015 ⏰

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