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Me despierto sintiendo todo el cuerpo cansado, la cabeza a punto de reventar de dolor y los brazos de mi pequeña en mi cabello. Siento como si no hubiera dormido absolutamente nada, como si me hubieran dado una paliza de aquellas por todo el cuerpo. Suelto un suspiro totalmente cansada y aprieto los ojos cuando un cólico me atraviesa las entrañas. Odio estar con mi periodo, por qué todos mis sentimientos están a la luz, me siento más sensible, más irritable, más cariñosa, más caliente, todo a la misma vez. Cuando acostumbro mis ojos a la luz del cuarto, me doy cuenta de donde estoy, la habitación del hotel.

Los sucesos de la noche anterior comienzan a repetirse dentro de mi cabeza, todo fue real, todo sucedió. Muevo mi cuerpo con cuidado hasta que logro sacar uno de mis brazos, con este alcanzo mi móvil de sobre la mesita de noche, presiono el botón que está en medio y la pantalla se ilumina revelando una hermosa fotografía de Crystal. El reloj indica las nueve y diez de la mañana, se me ha hecho completamente extraño que nadie haya ya venido a buscarnos, o al menos a Crystal.

Mi pequeña se mueve un par de veces, hasta que por fin abre sus hermosos ojitos, los cuales restriega con sus manitos antes de ver todo a su alrededor, cuando acaba su mirada se posa en mí y sonríe. No puedo evitarlo y a pesar de mi dolor de cuerpo y de cabeza le sonrió de vuelta.

—Buenos días hermosa—Beso su mejilla y ella se lanza hasta que la tengo entre mis brazos.

—Mami—Su vocecita, sus ojitos, su sonrisa, la manera en la que me mira, todo ello hace que este viaje y la decisión que he tomado valgan la pena. Ella lo vale todo y si por ella tengo que soportar a Niall dos meses antes de volver a casa lo haré.

—¿Quieres desayunar ya bebé?

Asiente cortamente mientras sus pequeños dedos recorren mi tatuaje. Intento no pensar en ello, ni siquiera en lo que significa. Con un pequeño movimiento hago que Crystal se siente en la cama para yo poder levantarme. Me amarro el cabello en una coleta, me coloco las zapatillas de descanso y cojo a mi pequeña para llevarla directo al baño. La dejo sentada sobre la tapa del retrete mientras abro la canilla del agua y dejo que esta comience a temperarse, busco las toallas y la ropa de mi pequeña dejando todo listo para que las cosas sean más rápida y como en casa.

Una vez que el agua está a una temperatura perfecta, le saco el pijama a Crystal y la ayudo a meterse dentro de la bañera. Con la ayuda de la regadera, la cual puede sacarse de su armazón me dedico a lavar su cuerpo y su cabello, le hago mimos y le beso sus mojadas mejillas de vez en cuando. Cuando acabo, cierro el agua y la saco de la bañera enrollándola en una gran toalla que me permite taparla completamente.

Una vez cambiada, peinada y ya lista para comenzar su día le tomo una foto a mi pequeña y ella como siempre sonríe mostrándome esos hermosos hoyuelos a los costados de su rostro. A penas he acabado de sacar la fotografía cuando la puerta de nuestra habitación suena. Hago que mi pequeña me espere en la cama con mi móvil entre sus manos mientras voy a abrir. La gran figura de Harry aparece a penas la puerta se abre. Me sonríe cortamente y yo solo hago una inclinación con la cabeza a modo de saludo.

—Está dentro.

Me hago a un lado dejándole pasar, cuando su cuerpo pasa por frente de mí el aroma de su perfume queda suspendido en el aire logrando que algo, muy pequeño en mí se remueva. Cierro la puerta tras nosotros y lo veo abrazar a Crystal mientras mi pequeña balbucea muchas cosas a la vez.

—¿Quieres ir a desayunar nena?—Mi pequeña asiente entusiasmada hacia su papá mientras Harry se pone de pie con ella entre sus brazos. —¿Tú no irás?

—No tengo hambre—me encojo de hombros—Y no me siento muy bien. ¿A qué hora tienes que ir al estadio?

—A eso de las cinco y treinta para la prueba de sonido. ¿Estás bien?

Confía en mí » h.sWhere stories live. Discover now