Capítulo 20

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Al parecer había entrado a una habitación no tan amueblada: era una para invitados. Salí de allí, y me encontré en un pasillo con varias puertas. Mierda.

Iba abriendo puerta por puerta del lado izquierdo. La mayoría eran cuartos para invitados, o donde guardaban ropa. Llegué a la última puerta, y al abrirla, me encontré con una habitación que, obviamente, era de Thomas. Las paredes eran azules, y el piso alfombrado. Tenía contra una de las paredes un televisor pantalla plana, con videojuegos en el piso. Típico de todo hombre, pensé. Y por lo demás, estaba todo desordenado. Me dirigí a uno de los muebles, y revisé los cajones. Para mi vergüenza, el primero contenía de su ropa interior. Mis mejillas se tiñeron rojas y cerré de golpe el cajón. Seguí revisando los demás: calcetines, camisas, pantalones, camisetas, sus ahorros... Hasta que llegué al último, donde habían montones de papeles.

Busqué entre ellos, hasta que uno llamó mi atención: tenía mi nombre. Lo tome y lo leí con atención: tenía todos mis datos, donde vivía, el instituto al que iba... Y finalmente estaba mi foto de DNI. De pronto, me invadieron las preguntas ¿Por qué demonios tiene una hoja con todos mis datos? ¿Qué le pasa? Maldito enfermo.

Me levanté y salí de aquella habitación, sin importarme en dejar las cosas como estaban. El último cajón seguía abierto, las hojas revueltas y la que tenía mis datos en el suelo, al lado. Al salir, me encontré con que la habitación de enfrente estaba abierta. Crucé el pasillo, y al entrar, vi que pertenecía a otra persona. Ésta, al contrario que la de Thomas, estaba ordenada. En la mesita de luz qué estaba al lado de la cama vi una foto de un Thomas muy pequeño con un hombre bien vestido, ambos con traje. El hombre tenía el pelo oscuro, unos ojos azules y una gran sonrisa. Supongo que ésta habitación era de aquel hombre. Debajo de la foto había una carta dirigida a un tal Ronald Reed; claramente era de aquel hombre. Escuché un ruido a mi costado. La pared de mi derecha tenía otra puerta, y vi que había alguien dentro, debido a que por debajo de la puerta había luz. Salí corriendo sigilosamente de allí, y me volví al cuarto de invitados del que había venido.

Me colé por la ventana, y escuché a Thomas hablar aún con Becky. Al tocar el piso, me asomé por la esquina de la pared. Estaban sentados en la entrada, conversando tranquilamente.

- Sí, lo tendré en cuenta -decía Becky. Luego de unos segundos me vio y abrió los ojos, recordando el plan- Ehh... Me acabo de acordar que tenía que llegar temprano a casa de Quinn. Volveré a pedir el taxi, gracias por pasar el tiempo conmigo.

- De nada, Becky. Sabes que puedes contar conmigo. ¿No quieres que te lleve? -se le veía muy agradable cuando no estaba molesto.

- No, en serio. Gracias. Adiós.

Se levantó y se llevó el teléfono a la oído, mientras Thomas cerraba la puerta. Me acerqué a Becky aún cautelosa.

-Ya, vámonos -le susurre, tomándola del brazo y empujándola a la calle, pero Becky se resistió un poco.

- Espera, creo que me falta algo...

Justo en ese momento se abrió de nuevo la puerta y Thomas salió con la campera de Becky en manos.

- Becky te estabas olvidan... -no terminó la frase cuando me vio. Su cara se desformó.

- ¡Corre! -le grité a Becky, tomándola de la mano con fuerza y tirando de ella al coche que estaba a pocos metros.

Thomas no nos seguía. Su cara se descompuso y volvió corriendo a su casa. Mierda ¿por qué no ordené los papeles? Corrí con más rapidez y por fin llegamos al coche. Apenas subimos, el chofer arrancó.

- Nos va a matar... Se enojará conmigo por encubrirte... Y no sé que te hará a ti... -decía Becky cuando entramos a mi habitación.

- Ya calmante. Me estas poniendo de los nervios.

Me senté en mi cama.

- ¿Por qué te tardaste? -me preguntó Becky, sentándose en la silla del escritorio.

La miré por unos segundos.

- No fue nada. Pensé que encontraría algo -encontré más de lo que esperaba, me dije.

Mi teléfono sonó, y temí por que fuera Thomas. Ridículo, yo no tenía por qué temerle. Miré la pantalla con valor, pero me relaje al ver que era de Logan.

- Hola, ¿cómo conseguiste mi número? -le pregunté un tanto intrigada.

- Bueno, pues tengo contactos -me dijo en tono misterioso. Yo me reí.

Becky me miro levantando las cejas e hizo ademán de no escuchar. Se levantó y se fue a su habitación.

- ¿Qué hacías? -me preguntó Logan.

- Nada en realidad, ¿y tú?

Conversamos animadamente. Era muy tierno y simpático. No dejaba de preguntar cosas sobre mi.

Cuando terminamos de cenar, Becky y yo nos fuimos a dormir. Ella aún seguía asustada con lo que podría pasar mañana.

N/A

*El de la foto es: Ronald Reed*

Maldita PerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora