Epílogo

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Narrador omnisciente.

Un año después.

Un chico se encontraba en el suelo, moviéndose rítmicamente, debajo del había otro cuerpo, tratando de sacarle calor. El chico beso los labios de ella para después morderla, tratando de sacar todo rastro de sangre, solo salieron unas pequeñas gotas de esta, dejándola completamente vacía, sin vida.

Alejados, en un bosque a cien kilómetros lejos de su pueblo natal, escapando de todos, bueno solo el

El rubio se detuvo y miro a la chica, su cuerpo pálido y algo putrefacto, el pelo algo caído y sin color. Ella ya no le servía, ya no más. Ella murió un mes después del secuestro, el chico le disparo, provocando una grave infección... sin tener muchas fuerzas, la chica de ojos azules se dejo caer ante las manos de la muerte.

Ambos, buscados por la policía y familia de la chica, teniendo esperanzas de que aún estuviera viva. El Agarro una maleta y con delicadeza doblo el cuerpo de esta y lo deposito en la gran maleta, viajando rumbo a la ciudad en donde comenzó todo.

A las cinco de la mañana se encontraba el auto de James en un puente, saliendo el rubio con una maleta roja, fue a la mitad de la carretera y la dejo ir, con la misión de irse lejos de aquí, con un nuevo objetivo, una nueva víctima.

—Este no es un adiós, no hasta el momento. — Se despidió, besando la maleta

Cayó de rodillas, llorando por todo, dejando ir a su primer amor.

Todo iba bien hasta que escucho un ruido, como unos pitidos, rápidamente supo lo que paso, pero se dejo entregar, porque ya no podía más; él se sentía débil.

Los pitidos se escuchaban de cerca, hasta que sintió una luz de color azul y rojo. Escucho como personas se bajaban del auto, cerrando sus puertas.

— ¡Manos arriba! — La gruesa voz del hombre.

Una familiar. La voz hizo eco en su mente, pero no levanto la vista y mucho menos las manos.

— ¡Manos arriba! — Repitió el hombre, enojado.

Obedeció, lentamente levanto las manos, dejándolas totalmente quietas. Escucho un murmuro y pasos, que, rápidamente supo que iban donde ella, donde Jazz.

Su pelirroja.

— ¡Muestra tu cabeza! — Ordeno el hombre.

Y lo hizo, levanto su cabeza, demostrando que fue un grave error. Un hombre, con traje de policía, su pelo rubio y algunas mechas cafés aplastado por un sombrero, su gruesa barba, su pálida piel demostraba lo cansado que se encontraba.

Marco.

Un hombre que después de una larga lucha, salió del alcohol y se convirtió en un policía, con una nueva familia, pero siempre busco de James. Y ahora lo tenía frente a sus ojos, el chico era igual a él, solo que sin barba y más delgado que el.

—H-h-h-hi-... Hijo— Trato de mantener la fuerza en su voz, lagrimas salieron de sus ojos— ¿Tú hiciste esto? — Inquirió

El chico lo miro con pena, que sentía por el mismo. Su padre estaba decepcionado, siempre defendiéndolo.

— ¿Crees...Crees que soy capaz de hacer esto? — Logro articular el joven, pero el padre no le creyó— ¡Por supuesto que lo hice! — Bramo después de un silencio.

El hombre quería derrumbarse, la culpa lo marcaba.

— ¡No! — Grito— ¡No lo has hecho! — Quiso afirmar, el chico sonrió.

—Padre, padre, claro que fui yo, ¿quién más seria? — Cuestiono el chico, cínico.

El padre negó con la cabeza "Esto no puede estar pasando", pensó. Algo llamo su atención, la voz de un hombre, el que lo ayudo a salir del alcohol, su mejor amigo.

—Comandante, aquí no hay nada.

— ¿Revisaron la maleta? — Pregunto Marco, extrañado.

Su mejor amigo negó con la cabeza: —Aquí no hay nada— Repitió—, revisamos el auto, solo encontramos armas.

James escucho eso y todo se salió de control.

— ¡¿Cómo que no hay nada?! — Grito rojo de la furia.

El hombre miro al padre del chico, diciéndole algo con la mirada, este asintió.

—Esta es información clasificada, joven. — Dijo.

— ¡Todo lo que se trate de Jazz no es clasificado! — Grito para correr, golpeando a policías, hasta que llego a la maleta, no había nada. Ni el arma que creía haber dejado— ¡¿Dónde está?! — Grito alterado.

—Aquí no hay nada, hijo. — La voz de una mujer llego a sus oídos. Una mujer, que se encargo de revisar la maleta le hablo.

—Pero ¡Yo deje aquí el cuerpo! — Hablo para tirarse al suelo y llorar.

3 meses después.

Un joven rubio despertó en una cama, grito y tiro con fuerza la cama a otro lado de la habitación, un pitido se escucho por la habitación y tres personas entraron para tranquilizarlo, inyectándole cosas.

— ¡Suéltenme! — Pidió.

Las personas no lo soltaban, se estaba sintiendo pequeño, gritaba con fuerza, hasta que se rindieron y lo soltaron. El chico empezó a respirar aceleradamente, sintiendo como las voces se hacían lejanas, un hormigueo sintió en el pecho expandiéndose por todo el cuerpo, las ganas de llorar no faltaron y lo hizo, empezó a sollozar y temblar, tomando unas medidas extremas, sintió un pinchazo en su brazo y cayó en los brazos de Morfeo.

Despertó en la misma habitación, pero mantuvo la cama, observo todo, la blanca cama, la blanca habitación, una puerta de metal, se sintió pequeño, apretujado.

— ¡Ayuda! — Grito, sin respuestas— ¡Ayuda! — Grito otra vez. Y sin respuestas— ¡Ayúdenme, por favor! — Repitió agregándole unas palabras.

Sintió un ruido y una muchacha, de unos 28 años.

—James— Murmuro la chica— ¿Otra vez no sabes que paso? — Pregunto la chica con los brazos en la cintura.

El chico la miro incrédulo, sin saber de que hablaba, la mujer chasqueo la lengua y suspiro frustrada.

—Déjame buscar tu almuerzo, ya vuelvo.

Se fue cerrando la puerta, el joven rubio miro de nuevo el lugar, miro sus pies desnudos y encantados ante la suavidad del piso, miro que había un mueble una carpeta azul oscuro, se acercó con miedo a ella y lo toco. Rápidamente de alejo cuando sintió el frió contacto de esta, pero no se rindió, volvió acercarse a ella, tomándola y abriéndola. Hojas que no estaban en blanco, repaso las primeras partes.

Paciente: James Eduardo Walker Fuentealba.

Trastornos: Canibalismo, esquizofrenia, obsesivo compulsivo, psicópata, ansiedad.

Las visiones: Su supuesta ex novia 'Jazz', que según el secuestro, la familia de la chica y un 'amigo' que mato.

Según su padre, cuando era un niño solía matar a los pájaros y perros, comiendo sus viseras.

Tiro la carpeta al suelo y se a sujetó la cabeza con sus manos, como si fuera a explotar. La presión en ese momento fue enorme.

Sintió un ruido, y entro la chica, que lo miraba atentamente y vio la carpeta.

—James— llamo la atención del chico—, no revises estas cosas. — lo reprocho.

Pero ya era tarde, el ya vio su pasado, el ya recordó todo.

Hay cosas que nunca se olvidan, como el primer amor. Hay cosas que él nunca olvido, que el mismo creo, dejándose disparar por algo que no tiene solución; el arma del amor.

Fin.

Love GunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora