Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]

Capítulo 10

- Alexandra, despierta -dijo una voz en mi oído. Al principio me moví lentamente, y gruñí como respuesta-. Vamos Bella Durmiente, debemos irnos. Tengo trabajo que hacer.

Aquella voz, sumada a una mano recorriendo mi espalda con delicadeza, me hizo abrir los ojos con rapidez, para poder mirar a la persona que tenía a mi lado. Me encontré con unos ojos azules y una sonrisa perfecta. Phil estaba a mi lado, con el torso desnudo y el pelo revuelto. Lo observé extrañada, ¿dónde estaban Matt y Derek? ¿Acaso había sido un sueño? Me preguntaba una y otra vez. Miré a mí alrededor y vi que me encontraba en la casa de Phil. Ya había amanecido y una ligera luz entraba a través de las cortinas negras. Oí el sonido de mi móvil y lo busqué lentamente, remolona. Cuando lo encontré debajo de la cama no me pregunté qué hacía allí, sino que me quedé pasmada con el nombre y la foto que aparecían en la pantalla. Derek y su sonriente semblante, con dos dedos levantados en señal de victoria ocupaban todo el teléfono. Contesté dudando, asustada de lo que podía haber al otro lado.

- ¡Alex! -gritó la voz masculina del oso, tanto que tuve que apartar el auricular de mi oído -. Tienes que venir, Matt se ha vuelto loco.

- ¿Qué? -pregunté, pero no tuve tiempo de nada más, porque oí un golpe muy fuerte al otro lado y, a continuación, una respiración agitada y enfadada.

- Alexandra, vuelve aquí inmediatamente - dijo Matt totalmente furioso.

- Matt, ¿qué le has hecho a Derek? -le pregunté saliendo de la cama y comenzando a vestirme a toda prisa, ante la atenta mirada de mi prometido.

- No me dejaba el teléfono y tuve que cogerlo por la fuerza. Vuelve aquí, ¡YA! -gritó fuera de sí.

Yo aún me estaba preguntando a qué venía todo aquello. Nada tenía sentido. Sin embargo, sentí el impulso de salir corriendo hacia el bosque, para tranquilizar a Matt. Miré a mi prometido que, repentinamente estaba vestido con su traje de trabajo. Éste me observaba con el ceño fruncido y yo le sonreí en señal de disculpa. Phil no pareció entenderlo porque, de repente, caminó hacia mí, me arrebató el teléfono mientras me tiraba sobre la cama con más fuerza de la necesaria. Yo caí de bruces contra el cabecero de ésta y sentí un dolor agudo en la cabeza.

- Ella no se va a ninguna parte. Ella es mía, chucho -escuché que decía Phil con voz ronca. Nunca le había oído hablar así, ¿qué estaba pasando? Pensaba mientras notaba algo húmedo corriendo por mi rostro. Me llevé una mano a la ceja y, cuando la miré, estaba llena de sangre. Me había cortado. Oí que Matt le gritaba a Phil y éste hacía lo propio, mientras me miraba con una sonrisa triunfante -. Estúpido perro, la violaré y la haré mía tantas veces como quiera. Y, ¿sabes lo mejor? Que ella gritará mi nombre con deseo, mientras que tú quedarás en el olvido.

Instintivamente me alejé lo más que pude de Phil, ¿aquel no era mi prometido? ¿Por qué decía esas cosas tan desagradables a Matt? Pensé mientras el hombre que se iba a convertir en mi marido dejó el móvil en la mesilla de noche y con el altavoz puesto. A continuación, me agarró y se tumbó sobre mí, de tal manera que yo no podía moverme. Intenté apartarlo, pero era demasiado fuerte. Matt me llamaba desde el otro lado del teléfono, mientras yo negaba con la cabeza y le gritaba a Phil que se detuviera. ¿Por qué? ¿Por qué estaba pasando aquello? No entendía nada. Debía de ser un sueño, pues nada tenía sentido. Phil, me desnudó con trato experto, pero sin delicadeza, mientras yo seguía gritando que parase y llorando a lágrima tendida, mezclando mis gritos con los de Matt que no paraba de maldecir y prometer y vendría a por mí.

Entonces, Phil me abrió las piernas y, con una sonrisa malévola en los labios acercó su boca a mi oído y susurró unas palabras que me hicieron temblar de miedo: "siempre serás mía, Alexandra, estés donde estés, siempre volverás a mí, siempre me suplicaras que te bese y, como siempre, estarás húmeda para mí". Grité el nombre Matt con todas mis ganas, pidiéndole ayuda. Y, mientras Phil me penetraba con fuerza, oí un aullido furioso al otro lado del teléfono.