Cap.29: Solo quiero acabar con esto.

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Al ver tanta sangre en el piso me dieron náuseas, mi estómago se retuerce y hace que mucho jugo gástrico se produzca.

Me mantengo despierta y no olvido que tengo el arma en mis manos, desde ayer no me ha gustado tomar un arma.

Veo a Santos enredado en los brazos de Franco, abro los ojos y disparo en dirección a Franco pero ella esquiva haciendo que le diera tiempo a Santos para moverse y pegarle a Franco y justo donde ayer le metí la navaja. Él se retuerce un poco pero al momento en que íbamos salimos volando por el lugar mientras que mi oído se escucha un fuerte tintineo, mi espalda me duele mientras que veo como caen gotas de sangre sobre mi ceja. Tomo el arma y volteo para ver de dónde vino la explosión, saco mi pie derecho para posteriormente el izquierdo, pero no sale mi bota, bajo el cierre y sale mi pie desnudo, volteo a varios lados y no encuentro a nadie, hasta que un helicóptero pasa por mi cabeza y empieza a sonar balazos pero no es hacia mí, es hacia donde estaba la junta.

Agarro el arma y empiezo a disparar hacia arriba, mi escolta sigue mi acción y todos empezamos a disparar pero todo es en vano, Franco se ha ido en el helicóptero y se cree el asesino mayor. Santos sale del lugar con un ligera cojera, corro hacia él y le ofrezco mi hombro para que se recargue en él, el acepta mi propuesta y lo siento en la blanca arena. Corro hacia el lugar donde lo saque y viene Damián con Matías, como pueden pero vienen, cuelgo a Matías de mi lado derecho de la espalda y lo llevo junto a Santos.

— ¡Bueno pues creo que entonces esto que una mierda como la última vez! –dice Damián dando un puñetazo a la arena.

— ¡Deja de pensar en eso! ¡Volveremos a atacar! –contesto.

— ¿No se dan cuenta? ¡El espera que ustedes planeen! Sabe que les tomara como tres días para pensar todo, y el estará limándose las uñas, tiene un ejército –interrumpe Santos y todo mundo se le queda viendo.

—Únete a nosotros –pide Damián. —No por mí, ni por ella, hazlo o seguirá matando inocentes –me ve y recuerdo tanto a Luca.

—No, no puedo –dice titubeante. Hago un gesto de algo que no me sorprendrende, a decir verdad esperaba que dijera eso.

— ¿Por qué no? ¡Conoces su paradero! –insiste Damián.

—Porque sé que eso sería volverla a aventarla al fuego y no la quiero perder, tengo miedo que le pase algo –me ve mientras dice todo eso. —No aguantaría saber que ella está mal, o que está muerta, no lo aguantaría otra vez.

— ¿Entonces qué haces aquí? –pregunta Matías. Volteo a verlo con los ojos más abiertos que nada.

—Tienes razón, no sé qué hago aquí –dice mientras da la vuelta.

— ¡Detente! –grito. —Ayúdanos, por favor –suplico. —Te necesito.

—El solo da un suspiro y veo como sus ojos se empiezan a inundar de lágrimas.

—Yo también, pero no te pondré en riesgo –dice mientras lo veo partir en el helicóptero de Damián.

Y es aquí cuando siento como mi corazón se une y se rompe a cada ratito, me siento completa pero incompleta a la vez, sé que podríamos volver a estar juntos pero esta estúpida complicación de ser asesinos lo arruina todo.

Volteo a ver al cielo. Pero regreso la vista cuando emana la voz de Damián.

—Bueno, el japonés está muerto y yo creo que hasta incinerado –dice mientras vemos como sigue emanando el fuego de debajo de la arena. —Franco escapo y tu vales por dos, mi voto es por ti. Te conviertes en la suprema.

—No me interesa ser la suprema, la inútil o quien sea; solo quiero acabar con esto.

—Entonces tienes a mi ejército, y mi otro ejército.

Lecciones Aprendidas © (CP #2)© Where stories live. Discover now