Epílogo.

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Frank, tal como había querido, salió temprano de casa, dejando a sus tres mujeres en preocupación por él, ya que, después de todo, estaba viajando sólo, en una carretera desconocida y con las tormentas sobre sus hombros, era peligroso, claro que lo era, pero Frank estaba más relajado de lo que se esperaba, conduciendo a su destino con precaución.

La lección de francés había empezado para Gerard, el reloj marcaba las 8:00 am en punto, haciendo al chico estar más impaciente por la llegada de su amado novio, interrumpiendo de vez en cuando las clases con balbuceos acerca de él, dibujando en su cuaderno su nombre y sonrojándose de la nada.

Frank había estado conduciendo ya por una entera hora, y estaba cansado de estar sentado porque, bueno, es un total fastidio manejar, así que decidió parar un momento en alguna estación de servicio para ir al baño y con suerte tomar un café que no sepa a mierda. Se detuvo en la primera a la que tuvo acceso, rellenó el tanque del auto de su madre y mientras eso estaba fue por el café que antes había mencionado.

- ¿Me daría un café?-. Pidió a la cajera, ella asintió y fue a prepararlo rápidamente, para luego venir con un vaso de plástico de tamaño promedio en su mano, humeante.

- Serían 7.99$-. Dijo y él asintió, sacando diez dólares de su bolsillo y dándoselos, a lo que ella le dió el cambio del dinero.

Asintió agradeciendo y salió hacia el auto, quitó la manguera del tanque y pagó por la costosa gasolina. Fué manejando tranquilamente, de vez en cuando sorbiendo su café, llegando a una carretera sin baches ni curvas peligrosas, por lo que se dedicó unos segundos a terminar el café. Redujo un poco la velocidad y se terminó finalmente el café ligeramente amargo.

- Ya sólo falta... Una hora y media-. Murmuró mirando el reloj en su muñeca.

Había pasado tan poco tiempo que Gerard sentía la ansiedad comiendo cómodamente su cabeza, no dejándole concentrar en nada, y eso era notable.

- Gerard-. Le llamó su profesor nerd, el llamado levantó su cabeza-. ¿Quieres tomar un receso?-. Preguntó y Gerard estaba vacilando la respuesta-. Y sí quieres puedes contarme acerca de él.

Y fue como sí lo invitaran a dar un discurso, sólo que no sentía nervios. Así empezó a hablar como un loco sobre el gran amor de su vida, mareando al pequeño chico de ojos negros y anteojos. Los minutos se hicieron la hora que parecía no pasar, cada vez el más pequeño estaba más cerca de la casa de Gerard, ya sabía la dirección, más no sabía como llegar, por lo que se detuvo en un adorable puesto de flores, para hablar con una chica linda y de ojos claros.

- ¿Puedo ayudarle?-. Preguntó dulce mientras él bajaba la ventanilla.

Le explicó breve al lugar a donde quería ir y ella al instante entendió a donde quería llegar, por lo que explicó hacia donde debía cruzar en la siguiente calle. Frank agradeció aquella explicación y dió por finalizada aquella pequeña platica. Llegó a una calle de casas grandes y, aparentemente, costosas, él estaba acostumbrado a vivir en una casi mansión, pero, ¿Gerard viviendo como rico? Era una buena pregunta, que dejaría su respuesta para luego.

La casa rústica y nueva de Gerard estaba frente a sus ojos, un amplio jardín con un camino de piedra hacia la puerta, ventanas cuadradas abajo y arriba, y un tejado que necesitaba un poco de limpieza, sin embargo el lugar era hermoso. Salió del auto y caminó hacia la entrada de la casa, un poco inseguro tocó el timbre y esperó a que alguien hablara del otro lado para preguntar quién era.

- Maldición, no te rindes, ¿Verdad niña?-. Gruñó Gerard ya que hace rato una exploradora había estado tocando insistentemente la puerta para venderle galletas al chico, pero al ver a Frank sus ojos se cristalizaron y había olvidado como respirar.

The only hope for me is you. { Frerard }Where stories live. Discover now