14. Dolor

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ADVERTENCIA:

Este capítulo contiene gran contenido explícito de violencia.

Por favor, si no se ve preparado ni capacitado y/o no disfruta de contenidos semejantes, por favor, no siga leyendo este capítulo.

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Stiles abrió los ojos y al momento se arrepintió de hacerlo, pues un dolor terrible le sacudió el cerebro. Notaba un tremendo golpe en una de sus sienes y también sentía la sangre seca que se había desparramado por su rostro desde su ceja.

El muchacho miró a su alrededor intentando ubicarse. No lograba borrar el gesto de la infame mujer de administración, que ahora estaba más que muerta, de su memoria. El hecho de estar en un cuarto en penumbra, con numerosas ataduras en muñecas, manos, piernas e incluso cuello, solo le daban la pista final de que todo aquello no era un sueño... Y tampoco una pesadilla.

Stiles se revolvió en sus ataduras intentando soltarse, pero la tosca cuerda que lo mantenía completamente atado y sin manera de escaparse, le raspaban la piel como si tuvieran pinchos de acero. Tuvo que ahogar un grito al notar un intenso dolor en sus muñecas y, al mirar por fin con la vista acostumbrada a la oscuridad, distinguió leves pinchos que salían de las cuerdas y que, en efecto, se estaban clavando en su piel.

No iba a pecar de soberbia, de exceso de confianza... admitía que tenía miedo. ¿Quién, estando en su sano juicio, no lo estaría? Stiles tenía miedo y no le avergonzaba decirlo. Miedo. Escuchó unos ruidos lejanos y no pudo evitar sacudir todo el cuerpo. Esta vez sí que gritó de dolor al sentir varios de esos pinchos clavarse en su cuello.

─Yo me estaría quieto... A no ser, claro está, que quieras morir desangrado y en agonía. ─dijo la rasposa voz, la ultima que hubiera escuchado antes de despertar.

Stiles giró el cuello para ver a su captor, pero de nuevo sintió una de esas horribles púas arañarle la piel y siseó de dolor.

─No te muevas, pequeño... De nada me sirves muerto. ─dijo la voz antes de reírse y moverse para ponerse frente a frente y agacharse para quedar a la misma altura que Stiles.

─Muy valiente por tu parte enseñarme tu cara. ─dijo Stiles entre dientes, confiando en que una pose dura e indiferente amedrentara al hombre.

─No tengo nada de quien preocuparme, pequeño cachorro... ─volvió a reír el hombre, que se acercó más, dejando su rostro a plena vista del muchacho, quien analizó todos y cada uno de sus rasgos.

El hombre era rubio, tremendamente rubio... Casi juraría que su pelo era blanco. Sus ojos grises, su nariz recta y afilada y su mandíbula completamente cuadrada le daba aspecto de frío, calculador... Y aunque no era momento para pensar en ello, extrañamente atractivo... Con un aura tétrica, oscura y fría...

─Este pequeño cachorro tiene amigos. ─dijo con aire cínico el muchacho, que se concentraba en los rasgos del hombre y en no moverse para evitar ocasionarse más heridas.

─Si... Pero los tienes muy lejos. ─rió de nuevo el hombre. ─Y no, no me refiero a "tu alfa"... Tu lobito emparejado también está muy... Muy, muy lejos. ─dijo el rubio clavando sus ojos grises en los avellanas del muchacho.

─¿Que le has hecho a Derek? ─gruñó el humano mientras se sacudía intentando zafarse de las ataduras, sin importar cuánto dolor estuviera sintiendo... solo quería deshacerse de las cuerdas y hacérselas tragar a ese cretino.

La LobaWhere stories live. Discover now