08.

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EN MI VENTANA

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Cuando tengo sueños malos no duermo, nunca alejaré las pesadillas de mis padres gritando. Son un recuerdo constante, llegaron a un acuerdo demasiado tarde, cuando yo ya estaba sumamente dañada por eso. El momento en el que cierro los ojos es como si las imágenes volvieran y todo el pasado regresara. Dios, incluso siento la misma opresión en el pecho. Doy gracias al cielo no haber tenido hermanos menores, de haber sido así me habría vuelto loca. No solo iba a tratar de protegerlos, se trata de ser doblemente de fuerte y no quebrarte para ellos. Te rompes tú, y rompes a todos los demás.

Recuerdo el día en el que me dieron la noticia, fue sumamente triste. Mierda, desde que volví a Phoenix no he tenido buenos sueños, se me hace imposible dormir la mayoría de las veces. Veo la ventana y me imagino de nuevo todo. Me siento mal al instante, quiero volver a llorar, gritar y hacer mis berrinches de niña pequeña. Sé que mis padres se estaban haciendo daño al estar juntos, pero no entiendo ese afán de llegar a los gritos, a las peleas en donde papá terminaba azotando la puerta y mamá lloraba desconsoladamente, todo eso mientras yo observaba desde lo más alto de las escaleras, o cuando escuchaba todo; arropada en mi cama hasta la cabeza, abrazando mi almohada con fuerza y llorando. Implorando que todo estuviera bien.

Y ¿cómo una niña de ocho años soporta aquello? Y después ¿cómo mis padres lidiaron con las consecuencias de sus actos? Consecuencias que pagué yo. O al menos eso es lo que siempre me han dado a entender. Mis padres siempre se echarás la culpa de lo que me pasa, siento que siempre llevarán ese caro de conciencia, y es por ello que quiero ser libre, alejarme para yo poder así también liberarlos.

Suspiro con frustración y me levanto de la cama para abrir la ventana, siento que me asfixio. Dejo que la corriente de aire me llegue primero, cierro los ojos al instante sintiendo esa satisfacción, son pocas las veces en las que me he sentido así, recuerdo las pesadillas, de niña siempre fueron mi punto débil. Cada vez que papá anunciaba su visita a Denver me acechaban de alguna forma, siempre esperaba que ellos pelearan de nuevo, pero no pasó, cosa que creí haber enterrado hace años, cuando papá dejó de visitarme tan seguido.

La calle está oscura y vacía. Miro el reloj y son las 2:00 de la madrugada, se supone que debería estar durmiendo, pero después de la charla con Ethan en la cafetería no me quedó de otra más que pensar en todo lo que pasó. Sentí como una marea de recuerdos me invadían y entonces me cuestionaba cosas cómo porqué estaría celosa de Selene. Tal vez sea porque ella está obteniendo a un Robert que a mí me hizo falta de pequeña, o porque nunca había visto la manera en que mi papá la mira. Es como si en realidad ella fuera su mundo, no la culpo, ella debió habérselo ganado.

No sé cómo ellos iniciaron lo que ahora tienen, nunca me lo había preguntado, hasta ahora, que me siento mucho más confundida ante lo que siento por ella. Odio tener que pensar así. Bueno, en realidad son miles de preguntas abarcando la mayor capacidad de mi cerebro.

La luz de la habitación de la casa de enfrente se enciende. Lo bueno es que no está la ventana abierta. Suspiro y bajo la cabeza para tomar un respiro hondo. Después de todo es de madrugada y debería estar durmiendo.

Veo el movimiento al otro lado de la calle. Daniel se asoma por su ventana, le miro, me mira. ¿Qué espero? Nada, pero él me brinda una sonrisa. Todo se ve claro a la luz de la luna, supongo que su mirada se llena de confusión porque veo que se adentra de nuevo a su habitación y me quedo con un mal sabor de boca, bueno, es de madrugada, no puedo esperar mucho. Pero no es así, cuando noto que se vuelve de nuevo, se me corta la respiración cuando enseña su celular. Asiento sin pensar.

Sueños secretos [COMPLETA]Where stories live. Discover now