Iba andando, camino a casa, cuando de repente tropiezo con un escalón y caigo al suelo.
-Oh, genial.- dije sarcásticamente.
Voy a levantarme cuando visualizo unas zapatillas rojas de Ralph Lauren justo enfrente de mi.
-¿Tan bonito es el suelo, que tienes que tirarte encima?- rió.
Puse los ojos en blanco y a continuación aquella persona me extendió la mano para ayudarme a incorporar.
-No, gracias, ya puedo yo.- respondí lo más cortante que pude, rechazando su ayuda.
Y por primera vez le mire a la cara, era un chico moreno de ojos castaños, algo delgado y unos centímetro más alto que yo.
Caray, no estaba mal, pero que nada mal.
-Explícame una cosa ¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?- me preguntó guiñándome el ojo.
-Mi casa esta al final de este callejón, pero sinceramente no se que hago dándote explicaciones.- contesté de mala manera, no iba a permitir que un chico que acababa de conocer se hiciera el interesante y el chulo conmigo.
-Vaya vaya, ¿sabes que somos vecinos?
Le ignoré y me apresure a irme de allí, cuando me cogió del brazo.
Primer contacto que teníamos. Me estremecí un poco.
-Ei, ¿a dónde vas? ¿no vas a despedirte?- me volvió a hablar.
-Mm sí, claro, adiós.- iba a irme cuando noté que mi brazo seguía entre su mano.
-Una señorita no se despide así.- me echó en cara.
¡Pero bueno! ¡Lo que me faltaba!
-Mira, en serio, tengo cosas que hacer así que ¿por qué no te vas a tu casa y me dejas en paz?- le espeté.
-¡Uy que carácter! ¿no te han dicho que así no se habla a los demás?- se chuleó.- De hecho a eso iba, ¿ves el escalón con el que te has tropezado? Pues verás, ese escalón es el de mi portal.
Me moría de vergüenza, quería ir de listilla y me había salido mal la jugada.
Hice un tercer intento por quitarme de encima su mano, pero fue en vano.
-Aún no te has despedido como debes.- me dijo.
-Pff no te aguanto.- gruñí mientras ponía los ojos en blanco.
-Mm no, así no es, prueba otra vez.- se burló.
-Espero que no vayas muy a menudo parando a desconocidas por la calle, venga adiós.- terminé diciendo con una sonrisa falsa.
-Bueno, no ha estado del todo mal oye, pero lo de la sonrisa tendremos que trabajarlo más.- guiño otra vez el ojo.
Por fin me soltó el brazo y me fui.
Unos segundos después ya nos separaban algunos metros de distancia.
-¡Por cierto no suelo ir parando a desconocidas por la calle, solo a ti, no hace falta que te pongas celosa!- escuché que gritaba a mis espaldas.
-¡Vaya personaje! Buah, seguro que es el típico chulo que tiene a todas detrás.- pensé.
Y no me equivocaba. Al día siguiente en la nueva universidad iba a confirmar mi teoría.Mierda. Llegaba tarde, no podía llegar tarde el primer día de clase.
Iba a una universidad nueva ya que me mudé hace poco a un barrio de Madrid, exactamente, Serrano.
ESTÁS LEYENDO
Las chicas no lloran
RomanceMe negaba a aceptar lo que estaba sucediendo. Simplemente no podía. Me acordé de Diego, de su frase. -Tantos siglos, tanto mundo, tanto espacio..y coincidir. Aquellas palabras que en su momento habían carecido de significado para mi ahora recobraban...