Capítulo 1.

72 3 0
                                    

Iba andando, camino a casa, cuando de repente tropiezo con un escalón y caigo al suelo.

-Oh, genial.- dije sarcásticamente.

Voy a levantarme cuando visualizo unas zapatillas rojas de Ralph Lauren justo enfrente de mi.

-¿Tan bonito es el suelo, que tienes que tirarte encima?- rió.

Puse los ojos en blanco y a continuación aquella persona me extendió la mano para ayudarme a incorporar.

-No, gracias, ya puedo yo.- respondí lo más cortante que pude, rechazando su ayuda.

Y por primera vez le mire a la cara, era un chico moreno de ojos castaños, algo delgado y unos centímetro más alto que yo.

Caray, no estaba mal, pero que nada mal.

-Explícame una cosa ¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?- me preguntó guiñándome el ojo.

-Mi casa esta al final de este callejón, pero sinceramente no se que hago dándote explicaciones.- contesté de mala manera, no iba a permitir que un chico que acababa de conocer se hiciera el interesante y el chulo conmigo.

-Vaya vaya, ¿sabes que somos vecinos?

Le ignoré y me apresure a irme de allí, cuando me cogió del brazo.

Primer contacto que teníamos. Me estremecí un poco.

-Ei, ¿a dónde vas? ¿no vas a despedirte?- me volvió a hablar.

-Mm sí, claro, adiós.- iba a irme cuando noté que mi brazo seguía entre su mano.

-Una señorita no se despide así.- me echó en cara.

¡Pero bueno! ¡Lo que me faltaba!

-Mira, en serio, tengo cosas que hacer así que ¿por qué no te vas a tu casa y me dejas en paz?- le espeté.

-¡Uy que carácter! ¿no te han dicho que así no se habla a los demás?- se chuleó.- De hecho a eso iba, ¿ves el escalón con el que te has tropezado? Pues verás, ese escalón es el de mi portal.

Me moría de vergüenza, quería ir de listilla y me había salido mal la jugada.

Hice un tercer intento por quitarme de encima su mano, pero fue en vano.

-Aún no te has despedido como debes.- me dijo.

-Pff no te aguanto.- gruñí mientras ponía los ojos en blanco.

-Mm no, así no es, prueba otra vez.- se burló.

-Espero que no vayas muy a menudo parando a desconocidas por la calle, venga adiós.- terminé diciendo con una sonrisa falsa.

-Bueno, no ha estado del todo mal oye, pero lo de la sonrisa tendremos que trabajarlo más.- guiño otra vez el ojo.

Por fin me soltó el brazo y me fui.

Unos segundos después ya nos separaban algunos metros de distancia.

-¡Por cierto no suelo ir parando a desconocidas por la calle, solo a ti, no hace falta que te pongas celosa!- escuché que gritaba a mis espaldas.

-¡Vaya personaje! Buah, seguro que es el típico chulo que tiene a todas detrás.- pensé.
Y no me equivocaba. Al día siguiente en la nueva universidad iba a confirmar mi teoría.

Mierda. Llegaba tarde, no podía llegar tarde el primer día de clase.

Iba a una universidad nueva ya que me mudé hace poco a un barrio de Madrid, exactamente, Serrano.

Las chicas no lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora