Preludio

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El crimen se habían adueñado de Zacum, apodándola la cúspide de lo macabro

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El crimen se habían adueñado de Zacum, apodándola la cúspide de lo macabro. Los vampiros se alimentaban a plena luz del día, los humanos portaban armas y disparaban a la primera criatura que se les aproximara, los hombres lobo cazaban en manada a otras especies por diversión y goce.

El pueblo era caótico, bestial y aberrante, las calles estaban teñidas de sangre, el viento hacía que las copas de los árboles se sacudieran con violencia, susurrando incoherencias maniacas que llegaban a los oídos perturbados de los pobladores. Se sentía la frialdad, lo inhumano, lo ultrajante. La humanidad no existía en aquella diminuta población y por ello, Zacum se estaba convirtiendo en ruinas sangrientas.

Pero un día todo cambio, cuando el hijo menor de la familia más acaudalada de vampiros, los Dragmire, se encontró decapitado en los profundos bosques, con signos de tortura y con marcas de dientes que notoriamente eran de licántropo. Su cabeza flotaba en el lago, pero había algo más que faltaba, su corazón. Que esa misma tarde fue hallado en el acantilado, en lo que parecía un ritual de magia negra simulado.

A la mañana siguiente, la última masacre comenzó, la familia de vampiros unió a sus mejores asesinos y tomaron el mando de la ciudad, poniendo a todos a su merced.

Los Dragmire estaban iracundos, clamaban venganza e invocaban la sangre de los asesinos. Querían a los culpables de la muerte de su pequeño hijo de quince años. Y cuando los tuvieron delante, tres licántropos inexpertos, que su único motivo era el hastío y la apatía. Demostrando su naturaleza tan vil y ruin, los Dragmire eligieron asesinarlos con la misma quietud en la que cobraron la vida de su hijo, una muerte lenta, dolorosa y a sangre fría. Pero sin embargo, no encontraron la paz que tanto habían estado implorando.

Así que continuaron sacrificando licántropos, asesinaron a los padres, a los hermanos, a los familiares, a los amigos y a las familias de estos, de descendiente en descendiente. Sin remordimiento y sin decoro, manifestaron que los licántropos actuaban por su propio deleite y satisfacción, excusando su masacre, convirtiéndolos en un peligro para todos. Ahí fue donde comenzó el genocidio, sentenciaron a la horca a todo el que tuviera sangre licántropa corriendo por sus venas o fuesen provenientes de los cuatro clanes. Aniquilando y exterminando a más del noventa y ocho por ciento de hombres lobo.

Décadas pasaron y nada cambió, los Dragmire continuaron en el poder y cada década que pasaba, se hacían más poderosos e intocables. Creando leyes que prohibían a los licántropos mientras hacían que se olvidará la masacre que habían cometido. Poco a poco los hombres lobo se convirtieron en un simple mito entre los mortales y las criaturas sobrenaturales.

Los hombres lobo sobrevivientes al ataque habían criado a los portantes del gen licántropo alejados de la civilización, ocultándoles su verdadera naturaleza y obligándolos a pasar por humanos. Al cumplir los dieciocho años se les inventaba la razón del porqué, omitiendo por completo la historia del genocidio y predicando una leyenda menos siniestra.

No matarás ©Where stories live. Discover now