Capítulo uno

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Kadric sintió cada parte de su anatomía estremecerse ante aquella espeluznante voz, era cruda, violenta y destilaba ira

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Kadric sintió cada parte de su anatomía estremecerse ante aquella espeluznante voz, era cruda, violenta y destilaba ira. Unos aullidos incesantes comenzaron a desgarrarle los tímpanos, podía escuchar lejanamente a los arboles susurrar que se adentrara y se perdiera en ellos. La tierra se sacudía, el musgo de los arboles se impregnaba en su nariz, dándole un sentimiento acogedor.

Los aromas que habitaban en el bosque penetraban sus fosas nasales, seduciéndolo.

Poco a poco los aullidos comenzaron a disminuir, logró quitar las manos de su cabeza una vez que todo se tranquilizó. Aún atolondrado por los sonidos anteriores, abrió los ojos, parpadeó un par de veces hasta que recuperó la visión casi por completo, intentó levantarse pero le fue imposible, sus piernas se sentían débiles. La parte inferior de su cuerpo no cooperaba con la parte superior.

Con la mirada buscó el automóvil y pudo percatarse de como comenzaba a escapar humo renegrido del cofre. La cabeza le dio vueltas, se notaba aturdido y en un dilema que lo consumía lentamente, tanto física como mental. A pesar de no tener las fuerzas suficientes para levantarse e ignorando el dolor que lo destrozaba, comenzó a arrastrarse fuera de la carretera, en dirección al accidente.

Al apoyar su mano en la tierra cobriza, su cuerpo vibró con ímpetu, respondiendo de una manera vehemente. Una descarga de vesania le recorrió su ser con frenesí, se sentía vigoroso y bestial. Se sintió entero, se sintió en casa.

Sus sentidos se intensificaron, era como si pudiera percibir todo a la vez, como si la naturaleza cobrara vida y él pudiera percibirla, sentirla y escucharla. Y no solo eso, por más raro que fuese, Kadric se sentía parte de ella.

Cerró los ojos y alzó la cabeza sintiendo la luz de la luna filtrarse en su rostro, pudo apreciar un toque distinto, un toque poderoso en su ser. Sintió sus piernas responder y una fuerza lo hizo levantarse del suelo. Los espasmos terminaron, la tortura se acabó. Suspiró pesadamente, apretó las manos en puños y abrió los ojos.

Algo en él había cambiando, algo en él se había intensificado haciéndolo sentir poderoso.

Dando zancadas pesadas y confiadas, caminó dirigiéndose al automóvil, sintiendo como lo llamaban de los adentros del bosque, murmullos que eran casi como súplicas o exigencias.

Ignoró los llamados y una vez que pudo estar cerca del accidente, notó que la parte del asiento del conductor y el copiloto estaban siendo aplastados por los troncos de los arboles, el auto se había quedado estancado y no podía sacar a quién estuviera atrapado allí, solo desde la parte trasera.

Se movió a la puerta de atrás del copiloto y la abrió con fuerza. Dentro se encontró con los ojos marrones de un niño de al menos cuatro años, las náuseas lo invadieron de inmediato, su preocupación se disparó. Recorrió con la mirada al pequeño, lucia intacto, solamente se tomaba de la muñeca y lloraba en silencio. No parecía comprender lo que sucedía. Las lágrimas aparecieron nuevamente en su rostro, no podía soportar presenciar esa escena tan desoladora.

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⏰ Last updated: Oct 12, 2023 ⏰

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No matarás ©Where stories live. Discover now