02. ¿Quieren jugar?

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Daphne lloraba desconsoladamente en un rincón de aquella fría habitación. Ella sabía que en algún punto tendría que contar esto, pero no ahora. No cuando todo está tan fresco en su mente, como una herida abierta, sangrando, latiendo.

Ella no sólo había perdido a sus amigos y novio esa noche, se había perdido a sí misma. Su alma murió esa noche y estaba muy consciente de ello.

Y ahora sólo quería salir de aquel instituto mental.

Se secó las lágrimas y por fin se levantó del frío suelo, situándose en una de las sillas frente al escritorio. No podía seguir demostrando que tenía un fuerte trauma por lo sucedido. Eso sólo complicaría las cosas.

—Puedes empezar cuando quieras— El doctor le dijo, mirándola fijamente, inspeccionando en silencio sus expresiones, lo cual causaba incomodidad en ella. Pero así había sido todo el día —. Cuando te sientas cómoda.

De ser así jamás lo contaría. Así que procedió a contar el resto de la historia cuando no sentía un nudo en su garganta.

—Nadie dejó a Jackson contar la leyenda. Sin siquiera oír un poco, sentían que eso era algo estúpido. Sólo se rieron y se quitaron el tema de encima.

—¿Y tú sabías de este tema?

—Por supuesto que sí. Éramos seis en ese coche, y sólo yo fui nacida y criada en Welland. Todos eventualmente fueron llegando al pueblo. Pero nadie pasó su infancia ahí excepto yo. Es una historia típica del lugar, pero nunca le di mucha importancia. No es que creyera en ello o no, simplemente mi mente lo bloqueaba. Cuando eres un niño tienes cosas más importantes que hacer, como jugar con tus muñecas y esas cosas.

Daphne recordó rápidamente como esa historia siempre se hacía presente en vísperas de Halloween. Estaba por todos lados, en la TV, en la escuela, incluso era tema de conversación en su casa, a la hora de comer.

La leyenda contaba la historia del brujo más poderoso que existió en Welland, y quizás en Canadá. Justin Bieber.

En el siglo XIIX él estaba en boca de todos. Hablaban sobre un hombre joven y hermoso, cuyos ojos podrían embrujarte en una fracción de segundo, y entonces estarías a su merced.

Él podría hacer todo tipo de hechizo. Podía matarte, enamorarte, volverte rico o llevarte a la ruina.

Muchos hablaban sobre él... pero pocos lo habían visto. No es un secreto que para esa época, los brujos eran buscados, encontrados y quemados, pues se consideraban demoníacos. Es por esto que cada vez que alguien lo veía, oficiales de seguridad e incluso el pueblo se movilizaba en su búsqueda, pero nunca daban con él.

Hasta un día, justamente el día de todos los santos. Por fin habían dado con él, y se esperaba que saliera huyendo en coche por una avenida poco concurrida que llevaba al otro lado del pueblo. Entonces tuvo un accidente automovilístico, donde murió.

La leyenda cuenta que embrujó al lugar y a todos los que iban tras él, deseando nada más que mortandad.

Y eso tuvo. Una epidemia de viruela tuvo lugar dos meses después en Welland, donde pocos sobrevivieron. La avenida cerró por un par de años y cuando la volvieron a habilitar, fue testigo de miles de accidentes, donde aparecían cuerpos mutilados, y con señales de haber sido violentados antes de la muerte.

—¿Te importaría contarme cómo fue que ellos terminaron... de este modo?

—Ya se lo dije. Tomaron la vía incorrecta, hicieron el peor error de su vida al no creer en esa leyenda.

El hombre miró a Daphne largo y tendido. Entonces ella entendió que quería más detalles.

Suspiró hondo, sumergiéndose una vez más en los recuerdos.

Bieber Avenue → j.b [one-shot]Where stories live. Discover now