Capítulo 9, Parte 1

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Cuando crees que todo está perdido, al hallarte en una situación sumamente peligrosa, al borde de la muerte, en el recóndito lugar menos esperado, aparece una luz, ¿cierto? Como dicen por ahí, esa pequeña lucecita es por la cual te sientes atraído y vas hacia ella como gran estúpido enceguecido. Le sigues por un túnel blanco, caminas y caminas, crees que jamás llegará un fin a ese sitio, y cuando menos te lo esperas, te succiona el alma, y contra tu voluntad, te despides de este mundo. ¿A poco no? Bien. La luz de la cual os estoy hablando, cumple el mismo rol. ¿Por qué? Porque se manifiesta de repente y tú le ves al instante. Llama tu atención, le sigues hasta donde sea que te conduzca, con la diferencia de que ésta, no te hará pasar para al otro lado, sino que (según sean las circunstancias) te hará dar ese paso con el que alcanzarás finalmente tu grata felicidad. ¿Para qué demonios os digo todo esto? Pues porque me siento... no sé si exactamente feliz. Ok, vamos a denominarle de ese modo, ya que a pesar de que mi gemelo, desgraciadamente, ha perdido el sentido de la vista, al menos le tengo conmigo. Eldwin, tenía razón; siempre debemos mirarle el lado bueno a lo que nos sucede, a las cosas que nos rodean, aunque nos lastimen de vez en cuando, siempre va a haber una llave que abrirá la puerta que se encuentra al lado de aquella que se ha cerrado en tu rostro, rozándote la punta de la nariz al golpear contra el marco, dejándote completamente descolocado sin saber adónde ir. Con miles de millones de ideas meciéndose en tu cabeza como si alguien habitase allí dentro y esté acunándolas entre sus brazos, repitiéndote a cada segundo que todo estará bien, que no todo en la vida se puede, que nada en la vida es fácil, por ello debemos luchar con uñas y dientes; clavar nuestras garras en lo más profundo que podamos a eso que nos está dañando con rencor, con... con perversidad. ¿Y todo aquello por qué lo hacen? ¿Por qué cada ser que pisa la Tierra, siempre debe de pasar por esa etapa? ¿Por qué, aunque se sienta en el mismísimo paraíso, siempre debe de aparecer una entidad desconocida que le arrastra con ella hasta las más oscuras sombras de maldad? Pues porque la vida misma te pone barreras en el camino, las cuales te obliga descaradamente a atravesar. Aunque te sientas morir, aunque creas que ya nada tiene sentido, que las fuerzas te han dejado en el olvido y las ganas de continuar en pie, se han convertido en algo efímero como el humo en el aire, siempre debes continuar. ¿Por qué? Porque ella, quiere saber; quiere enterarse de cuán hábil y perspicaz te muestras frente a cualquier cosa que se te ponga delante. Quiere hallar aquel punto límite en el que tú dices: Basta.

Te arrastras en el suelo y pides piedad, pides que te quiten la vida, porque no logras realizar su cometido; hasta en esos momentos te preguntas: ¿Cuál es el sentido de la vida? Ufff... una pregunta con miles de trillones de respuestas, de las cuales ninguna jamás, ha sido la acertada. ¿Cuál es el verdadero sentido de la vida, si cuando estás transcurriéndola, conociéndole a fondo, colocan una muralla china tan solo a milímetros de tus pies y te ordenan escalarla? ¿Dónde está el sentido en todo eso? ¿No es acaso que se viene al mundo, a disfrutar? ¿Quién es tan imbécil como para pensar semejante estupidez? Al mundo, solo se viene a sufrir. A superar metas. Superar problemas, solucionarlos y demás. Entonces llegas a la conclusión, de que ni algo tan sencillo como el sentimiento de la felicidad, es gratis. Todo en la vida se paga. Absolutamente todo.

- Me gustaría oírte cantar, Nene. – manifestó quitándome de aquel proverbio en el que me había hundido inconcientemente mientras observaba hasta el último detalle de la fisonomía de su rostro frente al mío, detentándole con sutileza,

acariciando sus rasgos tan perfectamente formados; ante todas las personas, increíblemente idénticos a los míos, sin embargo, yo le veía sumamente distinto. Él, era mucho más hermoso que yo. Si Thomas dice que yo soy hermoso, para mi, él, es el triple. Si dice que me ama, yo le amo mil veces más. No existe comparación invariable entre ambos; somos totalmente opuestos. Desperfectos y con infinidad de fallas en nuestras respectivas personas, pero a la hora de fundirnos en uno solo, se conformaba un mismo cuerpo. Nacía un nuevo ser, como si creásemos un hijo; como si a pesar de no poseer las mismas capacidades de la mujer para poder procrear, (el útero, por ejemplo), nosotros al encontrarnos en cuerpo y alma, formábamos un semejante de inmediato. Un ser divino y tan vulnerable como nosotros. Diferente a sus padres, pero portando cada facción propia de ellos, lo que le hacía resaltar de todo aquel que se le pusiese al lado. Pensaréis que hablo de niños, pero lamento decepcionaros, no es así. Hablo de un órgano tan amigo mío, tan confidente y testigo de cuán imposiblemente enorme es el amor que le tengo a mi hermano. Eso es... os hablo del corazón. Compartimos un mismo corazón.

Peligrosa Obsesión 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora