Capítulo 8

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"Prohibido las organizaciones, sociedades y equipos." Con ese letrero amanecí el domingo por la mañana. No era la única que estaba plantada delante del tablón de anuncios de Slytherin leyéndolo, detrás de mí estaba todo el equipo de quidditch.
-¿Esto también incluye al equipo?- la voz de Draco sonaba sorprendida y le miré.
-¿Sois más de tres?- pregunté con obviedad.
-Pues, sí... -dijo él suspirando-. Tendremos que hablar con Umbridge- giró mirando a sus compañeros y todos asintieron. Después se giró y salió de la sala, le seguí y me adelenté un poco para no ir sola al comedor.
-Hola- le sonreí pero él siguió mirando al frente.
-Buenas. ¿Qué tal ayer en Hogsmeade?- preguntó sin quitar la vista de las escaleras.
-Ah, bien, bien. Como siempre...- intenté imaginarme alguna situación interesante, pero la verdad es que no quería mentirle a Draco.
-Me alegro- murmuró sin ganas.
-¿Y tú? ¿Qué hiciste?- pregunté con curiosidad.
-Pues poco. Pansy tampoco fue al pueblo y me quedé con ella todo el día.
Tras escuchar ese nombre hice una mueca de asco y Draco soltó una carcajada.
-Lo siento. No puedo con ella.
-Ya me he dado cuenta, Liv- dijo sonriendo con diversión.
Llegamos al Gran Comedor y fui abordada por Harry, Ron y Hermione, los cuales miraron a Draco con asco recibiendo lo mismo del rubio.
-Nos vemos - dijo con frialdad y anduvo hasta sentarse junto a Crabbe y Goyle.
-¡Vaya, Liv! ¿Cómo lo aguantas?- preguntó Ron sin quitar la vista de Malfoy.
-No es tan malo cuando lo conoces - contesté encogiéndome de hombros y hubo un pequeño pero incómodo silencio.
-Bueno- dijo Hermione rompiendo el silencio-, ¿has visto lo del Decreto de Enseñanza N°24?
-Sí, ¿qué haremos con... ya sabéis qué? - dije bajando la voz.
-Mantenerlo en secreto, por supuesto. Nadie deberá saberlo y tendremos que buscar un lugar...- contestó Harry.
-Bueno, Hermione hechizó el pergamino, ¿no? Nadie podrá decir nada sin llevarse su merecido...- dijo Ron mirando a Hermione, que asintió distraída.
-Bueno, me voy a desayunar, nos vemos luego.-me despedí y me senté en el primer sitio que pillé.
***
Al siguiente día Trelawney estaba bastante tensa, seguramente por Umbridge. La hora y media se pasó bastante rápido con las caras que ponía Draco mientras movía los dedos sobre la bola de cristal y soltaba predicciones:
-Hummm... Veo... Veo algo...- dijo con los ojos apretados, dos dedos sobre la sien y una mano sobre la bola- ¡Hoy de postre, bizcocho de calabaza! Sí, sí. ¿No lo ves? Está muy claro- dijo señalando el humo.
-Claro que sí, yo también lo veo...- contesté con voz suave y empecé a reír junto a él. La profesora nos echó una mirada asesina y ambos tratamos de ocultar la risa.
La clase de pociones tampoco estuvo mal, Harry me confirmó que los equipos de quidditch se habían prohibido y que debían pedirle un permiso especial a Umbridge para volver a crearlo.
-A Slytherin seguro que nos lo da en nada, ya verás - me dijo Draco cuando me separé de mis amigos para sentarme en mi mesa.
-¿Tú crees? No sé, tal y como es Umbridge...
-Ya iré a hablar con ella, ¿qué te apuestas a que lo consigo a la primera?
-Yo creo que no- dije con sinceridad. Umbridge no era tan fácil.
-Que sí, ¡ya verás! ¡Apostemos algo, en serio!- dijo animado, estaba sentada a su lado en una esquina de la mesa y pude ver como nos miraban sus amigos... Y como me miraba Pansy...
-Está bien, ¿qué apostamos...?
-¡Una cerveza de mantequilla en las Tres Escobas!- dijo cortando su filete.
-Vale. Ya tengo ganas de tomarme esa cerveza gratis... - dije divertida y él me miró sacando la lengua.
Ese día la clase con Umbridge fue tranquila, y la de historia también. A la mañana siguiente los chicos me contaron que Hedwig estaba herida y como al hablar con Sirius por la chimenea las manos de Umbridge intentaron atraparlo.
Esa noche las cosas entre Draco y yo se pusieron demasiado... Extrañas, por decirlo así.
-Liv, ¿qué era el bezoar?- me preguntó mientras leía su libro de pociones.
-Es... Una piedra sacada del estómago de una cabra, es un antídoto para casi todos los venenos- contesté sin dejar de leer de nuevo Los Cuentos de Beedle el Bardo.
-Gracias- murmuró distraído y me miró-. ¿Cuántas veces te los has leído, Olivia?
-¿Qué?- levanté los ojos del libro y le miré.
-Los cuentos, ¿cuántas veces?
-No lo sé, unas cuantas, ¿por?
-Curiosidad... Hace años que no los oigo... Y si... ¿Y si me lees alguno mientras estudio?
Le miré y él me sonrió, parecía algo tímido.
-Está bien... ¿Alguno en especial?- Draco negó y abrí el libro por una página al azar- Oh, mira... El corazón peludo del brujo... ¿Te gusta?
-Claro, ese está bien.- se levantó y se estiró- Ya he acabado, ¿nos sentamos?
Asentí y me senté en el sofá, Draco se acercó y se tiró a mi lado, apoyando la cabeza en mi regazo. Noté como la sangre subía a mis mejillas e intenté ocultarlo poniendo el delgado libro entre su cara y la mía, me aclaré la garganta y comencé a leer aquel cuento que contaba como un joven y guapo mago no quería caer en las garras del amor, como usó la magia negra para conseguir su objetivo y estuvo durante años solo hasta que escuchó a dos de sus sirvientes hablando de lo triste que era que no tuviera una esposa y se burlaban de él. El brujo no tardó nada en encontrar lo que buscaba: una bruja hermosa, más que ninguna, con una gran riqueza y pureza de sangre. Pero a pesar de la actitud cariñosa del brujo, ella notaba la falta de su corazón. El mago organizó un gran banquete para la doncella, y mientras los trovadores tocaban sus laúdes y cantaban sobre como sólo ella había conseguido prensar al señor del castillo. Ella le dijo que no tenia corazón, a lo que él contestó llevándola a las mazmorras para mostrarle su corazón, el cuál estaba consumido y tenía una larga capa de pelo negro. Ella gritó y dijo:
Devuélvelo a su lugar! ¡Devuélvelo!- el mago le sonrió, se abrió un tajo en el pecho y lo hizo. Entonces la bruja se acercó a él, lo abrazó con sus blancos y delgados brazos, le habló en el oído y le dio en el cuello con su cálido y perfumado aliento, despertando en el mago unos instintos perversos y oscuros.
Mientras tanto, en el banquete se habían percatado de la falta de ambos, y cuando pasaron algunas horas fueron en su búsqueda, hasta que al entra en una de las mazmorras quedaron horrorizados:
Sobre el suelo estaba tenida la doncella, muerta y con el pecho abierto. El mago sostenía un corazón, rojo y limpio, mientras trataba de sacarse el suyo, negro y peludo. Pero no podía, el oscuro corazón era más fuerte que el brujo, por lo que él acabó acuchillando su pecho, tratando de sacarlo de allí. Al final, cayó muerto sobre la dama.
-No lo recordaba tan... Tan...- Draco me había quitado el libro de las manos y me miraba a los ojos -. Mi madre nunca me lo contó de esta forma tan... Dura.
-Es bastante intensa, la verdad- contesté suspirando.
-Es horrible, Olivia, ¿te imaginas enamorarte de alguien tan frío? - dijo alzando una mano hasta coger uno de los mechones que caían a los lados de mi cabeza y empezó a jugar con él.
-Si lo miras por otro lado, el brujo tiene algo de razón, el amor te deja algo atontado...- dije riendo.
-¿Alek te quitaba el hambre? - preguntó de repente.
-¿Qué?
-Ya sabes... Como dice el cuento... Que el amor quitaba el hambre y eso...- dijo algo incómodo.
-No. Me gustó, pero no tanto- contesté recordando la noche del baile y me dio un escalofrío.
-Ajá... ¿Y nunca lo has sentido?- empezaba a ponerme nerviosa. Puede que durante algún tiempo mi hambre disminuyera cada vez que recordaba los labios de Draco sobre mi cuello.
-Yo...- dije nerviosa- No lo sé, puede, no lo recuerdo. ¿Y tú?
-No- contestó secamente pero en voz muy baja-. Pero no me gustaría ir haciendo el tonto porque una chica me está haciendo perder la cabeza, aunque no meteré mi corazón en un baúl.
-Entiendo...
En ese momento se sentó a mi lado y me miró con atención.
-¿Qué sentías cuando te gustaba Alek?- preguntó pasando de un lado a otro la paginas del libro.
-Pues... Pues...- titubee con nerviosismo y me aclaré la garganta- Cuando se acercaba a mí me cosquilleaba el estómago... A veces me trababa y quería estar cerca suya siempre...- no hablaba del tiempo en el que le había gustado Alek, ya que ni siquiera sintió eso.
-Ah, que curioso...
-¿Qué es curioso?- pregunté con suavidad sin apartar mis ojos de los suyos. Entonces se lanzó a mis labios y me besó despacio. Al principió me quedé helada, ¿qué estaba haciendo? ¿Tenía razón Zabini y sólo me estaba "llevando" como un trofeo? ¿Estaría jugando conmigo? Todas estas preguntas se desvanecieron de mi cabeza cuando él suspiró con suavidad en mis labios, me miró a los ojos y volvió a besarme. Entonces sí seguí el beso, notando mi corazón totalmente desbocado y mis mejillas ardiendo como nunca. Draco Malfoy me está besando. ¡Oh-Dios-mío...!

Sangre Sucia (Draco Malfoy)Where stories live. Discover now