19. Muerte lenta

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Ignorando el peligro en el que me encontraba al estar en una zona de la isla inundada, intentando dar explicación a lo que veían mis ojos, una ola me golpeó desde el lado derecho sumergiéndome en el agua

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Ignorando el peligro en el que me encontraba al estar en una zona de la isla inundada, intentando dar explicación a lo que veían mis ojos, una ola me golpeó desde el lado derecho sumergiéndome en el agua. El mar luchaba por devorarme del mismo modo que podría haber hecho con Paula. Reuní las fuerzas que me quedaban para no ser arrastrado fuera de la isla pero la fuerte marea me llevaba ventaja. Ola tras ola fui arrastrado hasta no tocar fondo. Moví los brazos como si mi vida dependiera de ello, ignorando que así lo era.

Después de ser engullido varias veces y zarandeado de un lado para otro, desconocía en qué lugar podría estar la isla. No sabía en qué dirección debía nadar aunque mi mayor problema era mantenerme en la superficie. Algo tiraba de mi hacia abajo cada vez que conseguía salir a flote.

Los brazos comenzaban a fallarme. No tenía dónde agarrarme y eso conllevaba que agotara más aún las pocas fuerzas que me quedaban. Mis pies buscaban una superficie sólida con la que poder tomar impulso y conseguir subir a la superficie, pero no encontraba nada. Con tanta vuelta en el agua, a veces era imposible orientarse y saber en qué dirección debía salir.

  Por un momento, pensé que sería la mejor decisión el dejarme llevar y acabar con todo, pues aun no había encontrado a Paula y eso me estaba matando ya desde hace muchas horas.

Quizás ya estaba muerto y la incertidumbre de no saber lo ocurrido era mi propio infierno.

  «Lo siento»  me sinceré. «Siento no haber podido hacer nada más»

Un infierno sería vivir sin la persona que a la que amo.

  «Paula, mi vida»  pensé dejando de luchar. «Pronto estaré contigo»

La muerte, tramposa y traicionera, había abandonado las sombras y se mostraba victoriosa tras vencerme injustamente. El encontrar la maleta de Paula había sido un cebo perfecto para atraerme a mi perdición. Si Paula no era la que había estado allí, y alguien había arrojado su ropa al agua en su lugar, había sido una trampa perfecta para derrotarme.

Más dudas que ya no podrá resolver. Lo que estaba claro es que hasta en los últimos momentos, mi subconsciente luchaba para hacerme ver otras hipótesis que no fueran la de una muerte miserable como es el suicidio.

Increíble cómo en un momento tan complicado la mente puede trabajar de forma autónoma mientras el cuerpo lucha por sobrevivir.

Noté como el mar disminuía su fuerza mientras me arrastraba lentamente lejos de la isla. Yo dejé de nadar cuando mis brazos y piernas se sentían pesados. Poco a poco comencé a desvanecerme en las profundidades.

En esos últimos momentos piensas en todo lo que dejarás atrás. La teoría de que tu vida pasa por delante de tus ojos como una película es incierta. Una persona antes de morir, lo último que piensa es en todo lo que va a echar de menos, todo lo que pierde y deja atrás. Siente que le roban todo aquello que ha conseguido en la vida. Un sentimiento de derrota inunda tus cuerpo antes que el agua llene tus pulmones.

La sensación de pérdida, de vacío, de fracaso, es más dolorosa que las miles de agujas que el agua helada intentaba transmitir a mi cuerpo.

Cómo no, la última imagen que pasó por mi cabeza era la de Paula. Estaba sentada al borde del acantilado, de espaldas a mi, con su bonito vestido blanco. Su pelo ondeaba al viento como una bandera. Casi podía percibir su dulce aroma. Deseaba que se girara hacia mí para poder ver de nuevo sus bonitos ojos.

Estiré los brazos con la intención de alcanzarla cuando por fin se giró lentamente. Sonreía. Se le veía feliz. Pasó una mano por su larga melena mientras, tímida, dirigió su mirada hacia mí. Quería abrazarla, estrecharla entre mis brazos y decirle que todo había pasado. Pero no lograba alcanzarla.

Sus finos labios dibujaban una delicada sonrisa.

Contemplar de nuevo su belleza hizo que no pudiera contener más las lágrimas que tanto tiempo había retenido, mezclándose con el agua salada del mar, como si ellas mismas fuesen las que pretendían ahogarme y robarme la vida.

Sus ojos brillaban con la luz del sol y transmitían una extraña paz y serenidad que podrían haberme acunado hasta que mi corazón dejara de latir.

Algo por dentro agradeció que me rindiera y me dejara arrastrar a la muerte si con ello había conseguido verla por última vez.

La imagen de Paula comenzó a desvanecerse mientras todo se volvía negro como sus pupilas. Sentí que me hundía en su mirada. Era como si fuera a dormirme pero el sueño hubiese acabado antes de hacerlo.

Fue entonces cuando la oscuridad me envolvió y todo a mi alrededor dejó de tener sentido.


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De vuelta [Terminada]✔Where stories live. Discover now