02

971 76 11
                                    

Despertó en un cuarto blanco, con cables conectados a todo su cuerpo, escuchaba el sonido y la frecuencia de sus latidos, tenía un terrible dolor de cabeza; un fuerte agarre se sentía en su mano izquierda, observó a un chico sumido en el sueño, cuánto tiempo había permanecido ahí, qué fue lo que le pasó, no entendía el porque, trataba de recordar, pero los intentos fueron fallidos, ¿quién era el muchacho de cabellos platinados a su lado?, sentía conocerlo, sin embargo no lo recordaba.

Se movió con inquietud en la camilla causando que el platinado despertara, este le sonrió al instante, ella no hizo nada, aún cuando la estrechó fuertemente contra sí no se movió ni un centímetro, lo que causó que el chico se sintiera confundido, qué estaba pasando, Jenell nunca rechazaría ninguno de sus abrazos.

La observo extrañado, por qué no había correspondido su abrazo, tal vez ya no le quería cerca después de lo sucedido, no eso no podía ser, ellos habían hecho una promesa, la rumana nunca la rompería, ella no era de ese tipo de persona.

— Jenell —susurro.

— ¿quién eres? —soltó con indiferencia; aquellas palabras rompieron el corazón del chico, ¿ella lo había olvidado?

— Oh vamos Jen, soy yo Pietro —dijo tocando su mejilla, con los ojos vidriosos, no podía creerlo, ella no podía haberle olvidado, tenía que ser una broma.

— ¿Cómo sabes mi nombre?, —soltó tajante mientras apartaba su mano— ¿dónde estoy?

— Jenell, soy yo Pietro, tu mejor amigo, tú no..., —dijo al borde del llanto— Jen, anda, dime que estás jugando conmigo —

— Yo no te conozco; —dijo alejándose— ¡ayuda!

El joven se sorprendió, ella le tenía miedo, no le recordaba, y una de las cosas que más le dolía es que huía de él, no sabía qué está pasando; al poco tiempo había llegado Bruce junto con la doctora Cho, habían tratado de calmar a la chica; sacaron a Pietro de ahí; desesperado, herido y triste; llegaron los demás vengadores a hacerle compañía, su hermana le consolaba, inclusive trato de hablar con la joven rumana, no le dejaron, la chica no estaba estable, se encontraba totalmente alterada, y nadie podría reponer los daños que ella causará si se salía de control.

Unas horas después la torre estaba sumida en un silencio total, nadie hablaba, en silencio todos se dedicaban a observar la situación, Pietro lloraba en los brazos de su hermana, no podía soportarlo, una parte de su corazón había desaparecido al igual que las memorias de la joven rumana.

El pasillo era un completo silencio, los mellizos solo esperaban que se abriera la puerta, con un poco de esperanza en los ojos, el mayor rogaba que aquello fuera broma, una pesadilla.

Minutos después Bruce salió de aquella habitación, cabizbajo y la mirada perdida en el suelo; todos esperaban alguna respuesta, nada; le tomó tiempo elegir las palabras correctas para decir aquello, cómo reaccionarían todos, más importante cómo reaccionarían los mellizos, como tomaría aquello Pietro.

— Ella ha perdido la memoria, no estamos seguros si es una pérdida total o solamente temporal, tendremos que esperar —dijo, todos voltearon a verle, para después observar la reacción de Pietro.

— ¡No podemos esperar! —grito en un gemido ahogado— esto no estaría pasando si yo, yo debía haber muerto —susurro.

— Pietro no digas eso —le repetía Wanda intentando calmarle.

Jenell oía los gritos, llantos, los golpes a la pared, los quejidos, de todos en aquel pasillo de afuera, lograba divisar al joven de cabello platinado, estaba en el suelo, lloraba, una chica a la que creía haber visto antes le consolaba trato de recordar, ellos le parecían conocidos; su pecho empezó a doler, ardía, todo daba vueltas a su alrededor, se acercó a la puerta, justo cuando estaba por abrirla se desvaneció, su cuerpo azoto contra el suelo, soltó un gemido de dolor, grito; Pietro fue el primero en entrar, encontrando a la chica en el suelo, aún tenía los ojos abiertos, la tomo en brazos, está levanto su mano a su mejilla acunándola, él tomó su mano, con lágrimas en el rostro, logro escuchar lo último que la rumana logró articular.

— Yo, siento que te conozco, —susurro— lo sé, lo siento en mi corazón, tal vez no te recuerde ahora, pero lo haré algún día, porque sé que fuiste importante para mí —y al decir eso se desvaneció, ella se había desmayado.

Run For You «Pietro Maximoff»Where stories live. Discover now