Cap. 10 Adios

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No me sentía bien saliendo a la calle así que me empece a encerrar en casa, cerraba las cortinas como una persona paranoica y hacia que la sirvienta saliera a hacer la compra sola, tenía miedo de salir y volver a encontrarme con la mirada de esa persona.

Incluso con el miedo empece a llevar una daga que me había dado Al cuando tuvimos que huir de nuestra anterior casa

<-Es para defenderte de cualquiera, incluso de mi, si dañas a alguien con esta daga da igual su tipo, la podrás matar, es un arma de cazador.>

Recordar la voz de Al me relajaba, algún día tendría que volver, aunque técnicamente podría seguirle los pasos a través de la cuenta de banco que había dejado para mis gastos, pero algo en mi interior seguía diciendo que esperara, que el volvería, volvería a por mi.

Me quede dormido en el sofá de casa esperando a que volviera la sirvienta, creo que debía empezar a buscarle un nombre, Al decía que no hacia falta, que así me encariñaría con ellos y si morían seria malo, pero después de 2 meses me sentaba mal llamarla sirvienta.

-Cuando vuelva se lo diré -Comente para mí mismo mientras caía en los brazos de Morfeo.

Me desperté con un gran golpe en el piso de al lado, sonó como si acabaran de derrumbar una puerta.

Mi auto reflejo fue coger la daga y levantarme de un salto, al poco escuche gritos, y entonces corrí hacia la puerta para saber que estaba pasando.

Pero sabia que jamás debía haberla abierto. Un hombre alto y de piel negra miro rápidamente hacia donde estaba yo, llevaba montones de armas distintas en atadas a su cuerpo y vestía completamente de negro. Detrás suya pude ver 2 cadaveres decapitados y un reguero de sangre que llevaba hasta sus botas.

-AQUÍ!! -Gritó al verme.

Yo cerré la puerta y corrí hacia el piso de arriba, no necesitaba ser muy listo para saber que era un cazador.

Corrí escaleras arriba y una vez llegue arriba del todo escuche como derrumbaban la puerta, pero no pare de correr, llegue hasta mi habitación y me encerré en ella, abrí la ventana de mi habitación y me fije en las escaleras de incendios, agradecí como nunca metes que estuvieran ahí.

Una vez conseguí salir cerré la ventana y empece a bajar, pero me confié demasiado pronto. Sentí un disparo por encima de mi cabeza, después un dolor indescriptible en mi hombro, me acababan de dar pero seguí bajando ahora agarrándome el brazo.

Una vez llegue a la calle seguí corriendo, algunas personas huían del edificio, otras estaban tiradas en el suelo, pero dudaba que siguieran respirando.

Corrí hacia el centro de la ciudad aun agarrándole el brazo y con la daga en mano, pero estaba claro que no me iba a servir de mucho si tenían armas de fuego, a demás de que yo no sabia como se suponía que se usaba.

Vague sin rumbo hacia ninguna parte lejos del edificio, a mitad de camino me encontré con la sirvienta a la que le iba a poner nombre, estaba tirada en el suelo, muerta.

Yo me deje caer de rodillas a su lado, no entendía que estaba pasando, como me habían encontrado? Y por que me perseguían a mi?
No entendía nada, y las lagrimas empezaron a correr por mis mejillas.

Ahora que tenía una pausa me mire el brazo, aun sangraba un poco, pero no tenía la bala dentro, había un orificio de entrada y otro de salida.

Viendo que no podía hacer nada por la sirvienta me levante y seguí caminando, llorando y sangrando. A donde se suponía que podía ir ahora?

La noche empeoro lloviendo, y yo sin un abrigo ni nada me empece a congelar demasiado rápido.

Me metí por un callejón sin salida y me oculte como pude en una esquina oscura. Mis ojos se cerraron rápidamente de cansancio y dolor, mi cuerpo era pesado, muy pesado, y podía sentir como mi corazón cada vez latía mas despacio. Y si la bala había dado en una vena importante? Tal vez por eso no dejaba de sangrar y sentía que si dormía no despertaría nunca, pero no pude hacer nada. Me dormí y me despedí de la vida, del amor, de Al, aunque no estuviera aquí, le debía muchas cosas, y el me debía pasar una vida juntos, hasta que mi corazón dejara de latir.


Dolía...

Donde estaba?

-Buenos días Edgar -Escuche decir a alguien.
Al...

Era la voz de Al, era tan hermoso volver a escucharlo, pero mis ojos no eran capaces de abrirse para volver a verlo.

-Al... -Intente decir sintiendo una sequedad extraña en mi boca.

-Tranquilo, tus ojos tardaran un poco en abrirse, es normal, ahora se están intentando adaptar al cambio.

-Cambio? -Pregunte sin entender.

Al se sentó a mi lado y me beso en la frente, me sentía tan feliz de tenerlo a mi lado.

-Te encontré medio muerto en un callejón, lo siento Edgar, te prometí estar a tu lado hasta que tu corazón dejara de latir, y no pude, te hice daño y deje que te mataran, lo siento.

Con una mano busque la cara de Al, quería acariciar su mejilla, tranquilizarlo, había vuelto, me daba igual lo demás. El me sujeto la mano y cuando sentí su tacto caliente me extrañe, ahora ya no era frío, era de mi misma temperatura.

-Siento tanto que terminaran con tu vida, tuve tanto miedo de perderte Edgar, lo siento -Comento besando mi mano.

Y entonces empecé a entender, me había convertido, me había hecho un vampiro, ahora era como el, jamás volvería a poder ver el sol de la misma forma que lo hacia antes.

Poco a poco sentí como podía abrir los ojos, pestañee un par de veces y por fin pude ver a Al, seguía igual de hermoso, tenía las mejillas algo húmedas, seguramente de llorar, pero me daba igual, era tan hermoso y yo lo amaba tanto.

-No tienes que disculparte Al, te quiero, da igual lo demás.

Ambos nos reímos y lleve mi mano a su mejilla mojada.

Al me dio un baso con un olor que me se me hacia extraño, era dulzón, me llamaba.

-Toma, lo necesitaras a partir de ahora, solo que ya no tendrás que salir a cazar, aquí e encontrado a vendedores de sangre, estamos protegidos de cazadores. Ya tenemos un hogar Edgar, como te prometí.

Sin dudarlo me bebí todo el contenido del vaso lo más rápido que pude, me sentí aliviado, consiguió calmar la sed tan extraña que sentía.

-Edgar, te quiero.

-Yo también Al, yo también.

Nos besamos como hacíamos antes, solo que ahora ya no sentía frío a su tacto, todo era de mi misma temperatura. Los dos nos fundimos en el beso sin importar lo demás. A mi me daba a igual si fuera vampiro, hombre lobo o duende mientras pudiera estar con él hasta que mi corazón dejara de latir

De mi sangre, a tus ojos (Yaoi)Where stories live. Discover now