Selena Punto de Vista...
Ha decir verdad, tenia muchas expectativas para este viaje. Tendría la libertad de pasearme con Justin en público.
Eran casi las 9 de la mañana cuando bajé a desayunar: Cereal y café.
¿Estaba loca por continuar con toda esta farsa?
Una cosa era segura: Estaba enamorada de él y nada más me importaba. Estaba decidida... Después de este viaje, le contaría la verdad a Justin y a Harry. No sabía si se los diría juntos o separados, pero de que se acabarían las mentiras era un hecho.
El timbre de la puerta interrumpió mis pensamientos.
- Buenos días, Selena. ¿Estás lista?
Justin llevaba cargando una mochila deportiva. La recargó en la puerta y se acercó a abrazarme.
- Si, casi estoy lista. Pero espera... me falta algo - uní mis labios con los de él.
Justin rió por debajo.
- Si, a mi también me faltaba esto - dijo dedicándome una sonrisa.
Le ofrecí una taza de café antes de irnos, aún era temprano por lo que estábamos a tiempo de iniciar nuestro viaje
- ¿Selena? ¿De quién es ese descapotable que está afuera?
Casi le escupo el café a la cara.
- Es mio... - titubeé
- me.. lo mandaron de Londres.
- Vaya, pensé que nos iríamos en autobús. Me sorprendió mucho verlo.
Justin no pareció sospechar nada, esperaba que más adelante no se le ocurriera hacer más preguntas.
Fue así como iniciamos el viaje.
Era tan liberador poder besar a Justin sin tener ningún tipo de presión. Me sentía como una adolescente, sentía como si nuestro amor fuese lo único que importara en el universo. Podíamos tomarnos de las manos, compartir miradas... Ya nada importaba.
El viaje hacia Montreal era de 3 horas, aunque Justin y yo hicimos alrededor de 5. Parábamos en cada casilla a comprar dulces, bebidas o simplemente para descansar.
Llegando a nuestro destino, aún tardamos 1 hora más en encontrar el hotel donde había hecho la reservación.
Digamos que ni a Justin ni a mi se nos daba bien eso de las direcciones.
- ¿Srita. Selena Gomez? Su suite presidencial está lista. Por favor, acompáñeme - nos dijo muy amable el gerente del hotel.
- ¿Suite presidencial? - preguntó Justin asombrado.
- Quería que los dos estuviéramos cómodos - dije apenada.
- No, no lo decía por eso. Es una muy buena elección - besó mis labios y, tomando mi mano, subimos al elevador.
La suite era preciosa, cuartos espaciosos, sala, comedor y un pequeño minibar.
- Espero que sea de su agrado, ¿vienen de Luna de Miel? - preguntó curioso el botones.
Justin y yo compartimos una mirada y nos soltamos a reír.
Decidimos dar un paseo por los alrededores antes de salir a cenar a un lugar especial en el que Justin había hecho reservaciones.
- Te encantará el lugar, es elegante además de la que comida está deliciosa.
De nuevo, tomados de la mano, recorrimos varias cuadras a la redonda del hotel hasta toparnos con un enorme jardín que se encontraba a disposición del público.
